Lugo, de predicar a dar trigo
Sinceramente deseo al nuevo presidente de Paraguay, Fernando Lugo, que tenga el mayor de los éxitos al frente del gobierno de su país. Ojalá consiga todo lo que se propone para el bien de su pueblo. Pero una cosa es lo que deseo y otra lo que sospecho que va a ocurrir. No conozco bien la situación económica de esa nación y tampoco mucho su problemática social. Lo que sí sé es que si el presidente de un país toma como referentes a Salvador Allende y Leonardo Boff, su futuro no puede ser bueno. La izquierda real -no la socialdemocracia europea- ha demostrado su absoluta incapacidad de levantar un país de la miseria. Al contrario, todavía no he conseguido que alguien me demuestre de la existencia de un solo país que haya prosperado económicamente después de un gobierno de izquierdas.
Eso lo entendió hasta Lula, el presidente brasileño, la gran esperanza de todos los Boff, Casaldáliga y demás patulea progre-eclesial, que se dio cuenta de que hacer el indio en el ámbito de la economía mundial no lleva a nada. Una cosa es darse golpes en el pecho y lanzar discursos grandilocuentes llenos de demagogia populista y otra gobernar.
Ya que veo imposible que Kugo imite al mejor presidente de todo el continente, Álvaro Uribe, y poco probable que siga los caminos de la izquierda chilena, la más “europea” de la zona, esperemos que al menos vaya más por el camino de Lula o incluso del “nuevo” Alán García que por el de Chávez y Correa. Y claro, habiendo sido obispo católico no creo que se le pase por la cabeza dar lugar a leyes pro-abortistas o de matrimonios gays, que es lo que se intenta imponer por aquellos lares. Mejor no me pongo en esa tesitura.
Luis Fernando Pérez Bustamante









