Los quieren callados pero no callarán.
Pues sí, a la izquierda social de este país le molesta que los obispos hablen, se quejen y adviertan de las consecuencias funestas que para este país está teniendo el radicalismo del zapaterismo. Desde su totalitario deseo de impedir que los cristianos saquemos fuera de la sacristía nuestros valores éticos y morales, esa izquierda laicista y anticlerical amenaza con "enfadarse" con nuestros pastores. Y, ¿cómo no?, cuentan con el apoyo de cierto quintacolumnismo eclesial que se "escandaliza" más cuando un obispo habla con contundencia, que cuando sus correligionarios políticos se dedican a financiar obras blasfemas y a pretender imponer desde la escuela, pasando por encima del derecho de los padres, una serie de valores que en muchos aspectos van a chocar con el modelo de sociedad que un católico fiel a su Iglesia puede desear.
Se podrá estar más o menos de acuerdo con el tono de algunos discursos de los obispos. Cada cual es como es y obviamente los hay más agudos y los hay más moderados. Pero o estamos ciegos y no nos damos cuenta lo que se está cociendo en el actual panorama político-social, o estaremos de acuerdo en que determinado tipo de moderación sólo puede significar complicidad con quienes están utilizando España como conejillo de indias de un experimento masónico-laicista-izquierdista de primer orden.
Dado que ya hemos entrado en un año electoral, del que las elecciones municipales y autonómicas de mayo son el primer acto, cabe esperar un aumento de la presión política y mediática de la izquierda contra los obispos que más se caractericen por llamar al pan, pan y al vino, vino. Auguro que apenas veremos una confrontación sobre argumentos y sí una cascada de acusaciones típicas y decimonónicas contra ellos. Dirán que los obispos añoran el nacional-catolicismo, que en realidad no están a gusto con la democracia, que son agentes políticos del PP, etc. Respecto a su relación con el PP, sí sería bueno que los obispos le recordaran al partido de centro-derecha español algunas de sus incoherencias de corte gallardonil. Por ejemplo, se les puede preguntar a los peperos si piensan anular la ley del matrimonio gay, si van a luchar de verdad contra esa lacra que supone el aborto, si van a devolver la dignidad perdida a la asignatura de religión, etc.
En cualquier caso, y sin necesidad de llegar a un "pietras las filas, recias marciales nuestras escuadras van", sí será bueno que los católicos de a pie que somos conscientes de lo que nos estamos jugando, hagamos piña con nuestros pastores. Y que no olvidemos que el dar la cara en el debate político-social es más responsabilidad nuestra que de ellos. Estos toros no los podemos ver desde la barrera. Hay que bajar al coso y fajarse con ese animal resabiado que nos ha tocado lidiar. Ojito con los derrotes asesinos que nos va a lanzar. No se trata tanto de hacer una faena de dos orejas y rabo como de llegar sanos y salvos al final de la misma. Que ya habrá tiempo de lucirse con morlacos que den más juego para el arte.
Luis Fernando Pérez Bustamante