El "espíritu" del Concilio versus el Concilio de verdad.

Bruno Moreno ha tenido a bien copiarnos en su blog "Espada de doble filo" la respuesta que el Papa dio a la pregunta de un sacerdote sobre el Concilio Vaticano II. De sus palabras quiero destacar una frase en concreto:

Y así debemos, me parece, redescubrir la gran herencia del Concilio, que no es un "espíritu" reconstruido detrás de los textos, sino son precisamente los grandes textos conciliares vueltos a leer hoy con la experiencia que hemos tenido y que han dado fruto en tantos movimientos, en tantas nuevas comunidades religiosas

Sin duda el Santo Padre tiene más razón que un santo, valga la redundancia. El "progrerío" eclesial se pasa la vida con las palabras "concilio" y "conciliar" en la boca, pero en cuanto se les pone delante de los textos conciliares, exclaman "vade retro" y apelan a un supuesto "espíritu" del concilio, que por supuesto se opone a la letra del mismo y a la interpretación que el magisterio vivo de la Iglesia, del cual el Papa es el máximo exponente, nos ofrece para que lo aceptemos. Efectivamente, yo tengo archicomprobado que cuando a un progre que no para de apelar al Concilio le citas los textos conciliares, por lo general reacciona como los vampiros ante las ristras de ajo o los crucifijos.

Y es que intentar usar el concilio para justificar todo tipo de heterodoxias habidas y por haber, es una traición en toda la regla a la letra y el espíritu del mismo. Tengo la absoluta convicción de que si el Vaticano II todavía no ha dado los frutos que tiene que dar, es en buena parte por culpa de los que lo profanan desde esa especie de Komitern pseudo-eclesial al servicio de una mentalidad política y social que no ha sido capaz de reponerse de la caída del muro de Berlín.

El progresismo eclesial es en el ámbito de la teología y la vida de Iglesia lo que la extrema izquierda es en el ámbito político y social. Siguen con las mismas consignas de los años 70. Siguen en las barricadas tirando piedras y cócteles molotov contra cualquier intento de la jerarquía de hacerlos volver a la senda del sentido común y la verdad. Al estilo de algunas sectas, han desarrollado un lenguaje propio, inventándose términos rimbombantes o dándole a determinadas palabras un significado distinto al que le da la Igleisa y el común de los fieles. No es ese su único parecido con el mundo de las sectas. Como a ellas, son casi absolutamente incapaces de hacer un ejercicio de autocrítica y cuando son ellos objetos de críticas, se rasgan las vestiduras y en seguida te acusan de fundamentalista, reaccionario, carca tridentino y otras lindezas.

En ese sentido, el parecido y la identificación del progresismo eclesial católico en España con el modelo de hacer política y la forma de gobernar que representa Zapatero, es asombroso. Siendo Zapatero el presidente de gobierno más radical, rojo -lo dice él- y anticristiano -"más gimnasia, menos religión"- que ha tenido España desde la llegada de la democracia, ahí tenemos al "progrerío" eclesial patrio apoyándole en todas las leyes que más se oponen al sentir de ese gran sector de la sociedad que representamos la mayoría absoluta de los católicos practicantes. Incluso le apoyan en ese proyecto de adoctrinamiento de las conciencias de nuestros hijos llamado Educación para la Ciudadanía. Y, ojo señores, algunos tienen el cuajo de apelar al Concilio Vaticano II para justificar esa asignatura. Leí ayer lo siguiente en los comentarios de Atrio:

La polémica sobre la Educación para ciudadanía no es razonable, porque la nueva teología política surgida del C. Vaticano II y del Consejo mundial de las iglesias vincula el lenguaje religioso a una educación para la ciudadanía política, puesto que los cristianos han de practicar su fe en la vida diaria….

Pues ante un argumento así, el Concilio dice:

Se violan, además, los derechos de los padres, si se obliga a los hijos a asistir a lecciones escolares que no corresponden a la persuasión religiosa de los padres, o si se impone un único sistema de educación del que se excluye totalmente la formación religiosa.
Dignitatis Humanae 25

¿Se le ocurre a alguien un argumento mejor que ese para oponerse a la EpC? Pues nada, los que mantralizan la palabra "concilio" vaciándola de su verdadero significado, son los primeros en escribir manifiestos y organizar recogidas de firmas en favor de esa asignatura.

En definitiva, debemos seguir protegiendo al Concilio Vaticano II de los que lo quieren secuestrar para ponerlo al servicio de su labor destructora de la Iglesia Católica. Sin duda no tienen la fuerza que tenían hace dos décadas, pero todavía juegan un papel importante, sobre todo en el ámbito de muchas órdenes religiosas, auténticas incubadoras de heterodoxias y heterodoxos antes y después del Concilio. Sobre eso, sobre lo que creo que debería de hacer el Papa para limitar el daño provocado por las otrora servidoras de la verdad, de Cristo y de la Iglesia, escribiré otro día.

Luis Fernando Pérez Bustamante