InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Cristo

23.07.17

Los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre

Evangelio del decimosexto domingo del Tiempo Ordinario:

Jesús propuso otra parábola: -El Reino de los Cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando brotó la hierba y echó espiga, entonces apareció también la cizaña.
Los siervos del amo de la casa fueron a decirle: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?»
Él les dijo: «Algún enemigo lo habrá hecho». Le respondieron los siervos: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?»
Pero él les respondió: «No, no vaya a ser que, al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad que crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega les diré a los segadores: “Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla; el trigo, en cambio, almacenadlo en mi granero"».
Les propuso otra parábola: -El Reino de los Cielos es como un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo; es, sin duda, la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas, y llega a hacerse como un árbol, hasta el punto de que los pájaros del cielo acuden a anidar en sus ramas.
Les dijo otra parábola: -El Reino de los Cielos es como la levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.
Todas estas cosas habló Jesús a las multitudes con parábolas y no les solía hablar nada sin parábolas,
para que se cumpliese lo dicho por medio del Profeta: “Abriré mi boca con parábolas, proclamaré las cosas que estaban ocultas desde la creación” del mundo.
Entonces, después de despedir a las multitudes, entró en la casa. Y se acercaron sus discípulos y le dijeron: -Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
Él les respondió: -El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo; los segadores son los ángeles.
Del mismo modo que se reúne la cizaña y se quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y apartarán de su Reino a todos los que causan escándalo y obran la maldad, y los arrojarán en el horno del fuego. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que oiga.
Mat 13,24-43

Es peculiar que en nuestro tiempo sea común interpretar la parábola del sembrador sin tener muy en cuenta la explicación que el propio Señor dio.

Por ejemplo, muchos dan por hecho que el trigo y la cizaña han de crecer en la Iglesia y por tanto no tiene demasiado sentido intentar separarlos, pues ya lo hará el Señor el día del Juicio. Pero Cristo dice que donde se siembra la buena semilla es en el mundo, no en la Iglesia. De hecho, las semillas son los hijos de Dios. Y la mala semilla son los que viven bajo el dominio del Maligno.

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20.07.17

Venid a mí

Evangelio del jueves de la decimoquinta semana del Tiempo Ordinario:

Jesús dijo: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
Mt 11,28-30

Creo que todos los cristianos, sin excepción, hemos experimentado en algún momento de nuestras vidas la verdad de esas palabras de nuestro Salvador. Solo en Cristo podemos encontrar el consuelo y el descanso en medio de nuestras pruebas, nuestras cruces, nuestras preocupaciones. 

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19.07.17

Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos

Evangelio del miércoles de la decimoquinta semana del Tiempo Ordinario:

Tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños.
Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Mat 11,25-27

Es el Padre, no el hombre, quien decide a quién le da a conocer el misterio de la salvación en Cristo. Y es Cristo, nadie más, quien elige a quiénes han de conocer al Padre. Como dice en otro lugar:

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca". 
Jn 15,16

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18.07.17

En el día del Juicio

Evangelio del martes de la decimoquinta semana del Tiempo Ordinario:

Jesucristo se puso a reprochar a las ciudades donde se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: -¡Ay de ti, Corazín, ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que se han obrado en vosotras, hace tiempo que habrían hecho penitencia en saco y ceniza. Sin embargo, os digo que en el día del Juicio Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que vosotras.
Y tú, Cafarnaún, “¿"acaso “serás exaltada hasta el cielo? ¡Hasta los infiernos vas a descender!” Porque si en Sodoma hubieran sido realizados los milagros que se han obrado en ti, perduraría hasta hoy.
En verdad os digo que en el día del Juicio la tierra de Sodoma será tratada con menos rigor que tú.
Mat 11:20-24

El Señor es muy claro. No recibirán el mismo castigo aquellos que, aun obrando mal, nunca escucharon el evangelio que quienes lo escucharon y lo rechazaron. 

Es lógico pensar que tampoco recibirán el mismo castigo los que, naciendo en una familia no cristiana y habiendo recibido poca luz sobre el cristianismo, mueren sin ser cristianos, que aquellos que recibieron el don de la fe por el bautismo y acaban en el ateísmo y la apostasía.

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16.07.17

A vosotros se os ha concedido, a ellos no

Evangelio del decimoquinto domingo del Tiemo Ordinario:

Aquel día salió Jesús de casa y se sentó a la orilla del mar.  Se reunió en torno a él una multitud tan grande, que tuvo que subir a sentarse en una barca, mientras toda la multitud permanecía en la playa. Y se puso a hablarles muchas cosas con parábolas:

-Salió el sembrador a sembrar. Y al echar la semilla, parte cayó junto al camino y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra y brotó pronto por no ser hondo el suelo; pero al salir el sol, se agostó y se secó porque no tenía raíz. Otra parte cayó entre espinos; crecieron los espinos y la ahogaron. Otra, en cambio, cayó en buena tierra y comenzó a dar fruto, una parte el ciento, otra el sesenta y otra el treinta. El que tenga oídos, que oiga.
Los discípulos se acercaron a decirle: -¿Por qué les hablas con parábolas? 
Él les respondió: -A vosotros se os ha concedido el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no se les ha concedido. Porque al que tiene se le dará y tendrá en abundancia; pero al que no tiene incluso lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo con parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. Y se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: “Con el oído oiréis, pero no entenderéis; con la vista miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y han cerrado sus ojos; no sea que vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan con el corazón y se conviertan, y yo los sane".
Bienaventurados, en cambio, vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que estáis viendo y no lo vieron, y oír lo que estáis oyendo y no lo oyeron.
Escuchad, pues, vosotros la parábola del sembrador. A todo el que oye la palabra del Reino y no entiende, viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: esto es lo sembrado junto al camino. Lo sembrado sobre terreno pedregoso es el que oye la palabra, y al momento la recibe con alegría; pero no tiene en sí raíz, sino que es inconstante y, al venir una tribulación o persecución por causa de la palabra, enseguida tropieza y cae. Lo sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y queda estéril. Y lo sembrado en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y fructifica y produce el ciento, o el sesenta, o el treinta.

Mat 13,1-23

Dios ha escogido desde antes de la creación del mundo a aquellos a quienes va a a salvar (Efe 1,4). Y como explica San Pablo en Romanos:

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