InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Cultura de la muerte

18.10.10

Los jóvenes fornicadores de hoy serán los adúlteros de mañana

A nadie puede sorprender que el porcentaje de adolescentes españoles sexualmente activos haya crecido exponencialmente en los últimos años. Según el Ministerio de Igualdad, el 80% de ellos ha mantenido ya al menos una relación sexual completa. La edad media en la que se mantiene por primera vez un coito se sitúa en los 17 años, lo cual implica que un gran número de adolescentes lo practica antes.

Las razones de semejante explosión de sexo adolescente son obvias. La descristianización de España afecta especialmente a las generaciones más jóvenes, que no han sido educadas en la moral católica. Además, este país ha asistido a una hipersexualización brutal en todos los órdenes, especialmente en el ámbito de los medios de comunicación, donde el sexo se ha banalizado de tal manera que lo han convertido en un mero instrumento de ocio. Todo ello produce una deshumanización total de las relaciones sexuales. El “otro” es un mero instrumento de placer y no alguien con el que compartir un proyecto de vida en común. Por supuesto, los embarazos no deseados aumentan. Y con ellos, los abortos. Estos son la guinda de un pastel de muerte, de “animalización” del ser humano, de vicio y depravación.

La respuesta de todos los gobiernos españoles ante el sexo entre jóvenes y adolescentes ha sido siempre la misma: la promoción del uso del preservativo. Pero está demostrado que cuantas más campañas se hacen a favor del uso del condón, más embarazos adolescentes se producen. El preservativo se presenta como la herramienta que impide afrontar una de las consecuencias naturales del acto sexual: la llegada de una nueva vida. Cuando tú le dices a un joven que puede fornicar sin problemas, le quitas cualquier barrera psicológica -que no moral- a la hora de lanzarse a practicar el sexo.

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17.10.10

Monseñor Leonard no sólo tiene razón, sino que quizás se quedó corto

Ciertamente la Iglesia en Bélgica no anda pasando por sus mejores momentos. Su credibilidad ha resultado seriamente afectada por el escándalo de los abusos sexuales por parte de un sector minoritario del clero, que no recibió una respuesta adecuada por parte de los obispos belgas. Ahora bien, no parece que el actual primado de la Iglesia en ese país, el arzobispo de Bruselas-Malinas pueda ser acusado de nada en relación con ese desagradable tema. Y sin embargo, Mons. Leonard está sufriendo un ataque brutal por lo que escribió en un libro hace cuatro años, cuando ni siquiera era el primado belga. Ese dato es ya de por sí significativo. Se ve lo que buscan sus atacantes. En todo caso, ¿qué fue lo que escribió? Algo evidente. Que el Sida puede ser una especie de “justicia inmanente". O para entenderlo mejor, que el Sida puede ser la consecuencia de una vida de promiscuidad y pecado.

Por supuesto, el “mundo” ha puesto el grito en el cielo. Dentro del término “mundo” incluyo tanto a aquellos que no son cristianos, sea porque nunca lo han sido o porque dejaron de serlo, como aquellos que, siendo cristianos, se escandalizan de que un obispo diga lo que la Revelación dice acerca del pecado y sus consecuencias. Estos son los peores, claro, pues demuestran que en vez de ser luz del mundo, permiten que su entendimiento y su conciencia, estén entenebrecidos por aquellos que están bajo el poder del príncipe de la potestad del aire.

Antes de entrar en lo que dice la Revelación cristiana, conviene señalar que el mero sentido común dictamina que Mons. Leonard tiene razón. Obviamente no todos los que han padecido Sida son responsables de contraer la enfermedad. De hecho, no afirma tal cosa el arzobispo. Ahora bien, los que la padecen por haber llevado una vida en la que iban de cama en cama cual abeja polinizadora, ¿de qué se extrañan? ¿Acaso el que ha consumido droga habitualmente y acaba con la salud destrozada puede quejarse de que alguien le diga que es normal que esté enfermo? ¿acaso molesta el término “justicia"? ¿se sentirían mejor si dijéramos “cosecháis lo que sembrasteis"?

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7.10.10

Pues yo tampoco pienso alojarme en establecimientos de Sol Meliá

En una de esas campañas que suelen poner nerviosos a aquellos que son objetos de la misma, Hazte Oír pidió al máximo responsable de la cadena hotelera Sol Meliá que se opusiera a que uno de sus hoteles en Sevilla acogiera el IX Congreso internacional de empresarios del aborto, que se celebrará los días 21, 22 y 23 de octubre.

La reacción de la cadena hotelera ha sido la de pedir a las organizaciones provida que cesen la campaña en su contra. Dicen que la misma es “absurda” e “injusta, y argumentan que la cadena “sólo ejerce la actividad que tiene encomendada, es decir alojar convenciones y clientes", por lo cual, según ellos, nadie “pueda decir que estamos a favor o en contra del aborto“. Además, afirman que no pueden cancelar la celebración de dicho congreso, “porque debe respetar el contrato firmado legalmente“.

Pues señores míos, precisamente ese argumento, el del respeto debido a un contrato, era el único que quizás les podría haber salvado un poco la cara. Si hubieran dicho algo parecido a un “lo sentimos mucho porque realmente estamos en contra del aborto y aseguramos que no volveremos a alojar un congreso de semejantes características en nuestros hoteles, pero ahora no podemos evitarlo“, pues podríamos mirar hacia otro lado. Pero no, lo que hacen es atacar a la campaña y defender su derecho a dar cabida a congresos de médicos que se dedican a matar a seres humanos antes de nacer. Lo siento mucho pero no pueden pretender que eso no implica complicidad moral con esos asesinos quebrantadores del juramento hipocrático, que expresamente dice “no daré a ninguna mujer pesarios abortivos“.

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29.09.10

La medicina al servicio de la vida versus la medicina al servicio de la muerte

Ahora que las feministas, organizaciones indignas como AI y demás farándula de la cultura de la muerte están combatiendo a tumba abierta contra la vida en Hispanoamérica, es una bendición el leer la noticia del nacimiento en Italia de una bebita prematura cuya madre llevaba 22 días en muerte cerebral. Lo leemos en el diario El Mundo:

Edil está muerta, clínica e irreversiblemente muerta. Oficialmente pasó a mejor vida el pasado día 6, después de que los médicos del Hospital Santa Ana, en Turín, no pudieron hacer nada contra el tumor maligno que la joven tenía alojado en el cerebro. Sin embargo, y después de exactamente 22 días muerta, Edil dio ayer a luz. Trajo al mundo a una niña que tan sólo pesa 800 gramos, pero que se encuentra en relativo buen estado.

La hija de Edil, que se llamará como su madre, es un ejemplo vivo de cómo el avance de la medicina puede traer mucho bien a la humanidad. No hay más que ver la imagen del padre de la cría para entender lo que digo. Hace dos o tres décadas habría sido imposible lograr salvar a la nena.

Es por ello especialmente repugnante que haya hombres y mujeres empeñados en utilizar la ciencia médica para propagar la muerte, para extender la plaga del asesinato de los no nacidos en el seno materno o para poner fin a la vida de algunos enfermos en vez de facilitarles las cosas todo lo posible hasta que la muerte les llegue de forma natural.

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14.09.10

Mira que presumir de que sólo hayan matado a 112.000 seres humanos

El gobierno parece muy contento de que en el año 2009 la cifra de abortos realizado en las clínicas y hospitales en España haya sido “sólo” de 112.000, lo que supone un 3% menos respecto al año anterior.

La ministra de Sanidad atribuye el “éxito” a la introducción masiva de la píldora postcoital, que se puede comprar sin receta e incluso es administrada gratuitamente por algunas comunidades autónomas. Dado que esa píldora tiene efectos abortivos -impide la anidación de un embrión previamente fecundado-, tenemos como resultado que aunque haya menos abortos “artesanales” -realizados manualmente por los artesanos de la muerte-, lo más probable es que se haya disparado el número de abortos totales provocados por la voluntad de las madres de no tener hijos.

En otras palabras, estamos ante la gran farsa de un aumento exponencial de abortos que se esconde detrás de las cifras oficiales de un gobierno cuyo gran afán es impedir que nazcan más niños “no deseados".

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