InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Cristianos en la vida pública

20.11.09

Alfonso Osorio le da una soberana lección a Jaime Mayor Oreja

Hubiera dado dinero por haber estado allí. Si llego a ser testigo directo de las palabras de Alfonso Osorio a Jaime Mayor Oreja en el Congreso de Católicos y Vida Pública del CEU, mis manos habrían echado humo al oír lo siguiente: “Querido Jaime: No me digas que no había responsabilidad social. Un católico no necesita responsabilidad social, tiene que responder a sus principios cuando gobierna y si no que no se llame católico o que deje de gobernar, pero las dos cosas a la vez, no“.

Y es que Mayor Oreja estaba intentando justificar lo injustificable. A saber, que el gobierno del cual él formó parte y con José María Aznar a la cabeza, no hizo nada, absolutamente nada, para derogar la ley del aborto incluso cuando tuvo mayoría absoluta. Es más, como todos saben, empeoró las cosas al aprobar la primera píldora abortiva. El “bueno” de Jaime dijo que no había respuesta social contra el aborto, que no se puede juzgar a Aznar sólo por eso, etc, etc, bla, bla, blaaaa, bla, bla, ¡BLÁ! O sea, el típico discurso cobarde, tibio e indecente de quienes parecen ignorar que cuando se produce la muerte de cien mil inocentes al año, las excusas sólo sirven para esconder la propia miseria moral de quien pudiendo haberlo evitado, no hizo nada.

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16.11.09

Pepiño tiene parte de razón

Don José Blanco, ministro de Fomento y uno de los socialistas más dicharacheros de los últimos años, ha hablado sobre la relación entre la Iglesia y el Partido Popular en relación con el aborto. No es la primera vez que lo dice, pero ahora lo ha escrito en su blog:

Pero como católico lo que más me irrita no es la deriva autoritaria de quienes pretenden que sus creencias sean ley. Lo que más me irrita es la hipocresía episcopal.

Porque si el aborto es un crimen que tiene que ser perseguido, lo será de igual manera con la ley que está en vigor desde hace más de veinte años que con la que ahora propone el Gobierno. Se trataría del mismo crimen cuando gobernaba el PP y se practicaban en España más de medio millón de abortos legales que cuando gobierna Zapatero. Habrá que denigrar y excomulgar no sólo a los socialistas españoles, sino a los conservadores de todos los gobiernos europeos que han promulgado leyes de plazos iguales a la que vamos a votar en España. Habrá que organizar manifestaciones no sólo en Madrid sino en París, en Londres, en Berlín, en Amsterdam…

Pero nada de eso sucede. Nadie llamó asesino a José María Aznar, que gobernó ocho años con una ley que bajo el coladero del “daño psicológico” para la madre permite abortos prácticamente sin límite y sin control.

Pepiño tiene parte de razón. Pero sólo parte. No es cierto que la Iglesia no haya dicho nada sobre el aborto en tiempos del gobierno de Aznar. Lo hizo con motivo de la aprobación de la píldora abortiva RU-486 y con la conocida como píldora del día después. Los documentos pueden leerse en la web de la Conferencia Episcopal y el enlace a los mismos figura en el blog del padre Tomás de la Torre. Por tanto, miente quien diga que la Iglesia calló cuando Aznar dio pasos a favor de la cultura de la muerte. Pero no miente quien dice que la Iglesia no fue entonces tan radical como lo está siendo ahora, cuando recuerda que votar a favor de la ley del aborto es incompatible con comulgar en misa. José Blanco es de los que no es capaz de distinguir entre esa medida y la pena canónica de la excomunión, pero en relación a este tema eso es ya casi lo de menos.

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14.11.09

La Iglesia, los políticos y el aborto

Siguen produciéndose reacciones airadas a las declaraciones de monseñor Martínez Camino sobre la situación eclesial de aquellos políticos que, considerándose a sí mismos católicos, votarán a favor de la nueva ley del aborto. Hasta ahora, la única corrección recibida por el portavoz de la CEE de parte de uno de sus compañeros de episcopado ha venido del arzobispo de Burgos, monseñor Gil Hellín, quien aunque afirma que Camino tiene razón en lo que afirma sobre la negación de la comunión a los políticos pro-abortistas, manifiesta no estar de acuerdo con el calificativo de herejía. No entraré en ese jardín aunque parece claro que si a esos políticos se les pudiera calificar de herejes, entonces la pena canónica sería la excomunión. Y la pena de excomunión va mucho más allá de la prohibición de comulgar, porque se extiende hacia el resto de sacramentos. Es más, un excomulgado no puede recibir siquiera sepultura cristiana. Que la inmensa mayoría de los medios ignoren ese hecho no es óbice para que los que nos dedicamos al negociado de la información socio-religiosa sí tengamos la obligación de saberlo y decirlo.

El caso es que un mes antes de que Martínez Camino dijera lo que ha dicho, en InfoCatólica publicamos un artículo -vuelve a estar en portada- de monseñor Demetrio Fernández, obispo de Tarazona, en el que llegaba a la misma conclusión. Cito del mismo:

¿Pueden acercarse a comulgar quienes defienden el aborto?
–No. Uno no puede acercarse a comulgar si defiende el aborto en cualquiera de sus formas, porque está en oposición frontal con la enseñanza y la disciplina de la Iglesia, que defiende la vida en todas sus etapas.

Nótese que la pregunta y su respuesta se refieren no sólo a los políticos sino a cualquiera que defienda el aborto. Por ejemplo, eso incluye a los pocos eclesiásticos que se han mostrado a favor de la legitimidad del aborto en cualquiera etapa a partir de la fecundación. Y eso me vale para decir que si un sacerdote se manifieste a favor de cualquier tipo de legislación pro-abortista, no tiene la menor lógica que pueda celebrar misa si no puede comulgar. Pero eso es, de momento, tema aparte.

Tanto monseñor Demetrio Fernández como monseñor Martínez Camino no hacen sino seguir las indicaciones que el Papa Benedicto XVI dio en la Sacramentum Caritatis. El punto 83 de dicha exhortación apostólica dice así:

Coherencia eucarística
83. Es importante notar lo que los Padres sinodales han denominado coherencia eucarística, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana. Esto tiene además una relación objetiva con la Eucaristía (cf. 1 Co 11,27-29). Los Obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que se les ha confiado.

Es decir, don Demetrio y don Juan Antonio han cumplido con su deber. En todo caso habría que preguntarse por qué el resto de los obispos no hacen lo mismo cada uno en su diócesis. Es decir, lo ideal sería que todos los prelados escribieran una carta dirigida a los fieles en términos similares a los expuestos por el auxiliar de Madrid y el ordinario de Tarazona. Sé que unos cuantos se han manifestado en estos días, pero no creo que sea mucho pedir que lo hagan de forma concreta en sus propias diócesis.

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12.11.09

Los perros aborteros ladran, la Iglesia cabalga

Era de esperar. En cuanto monseñor Martínez Camino ha dicho lo que es de sentido común, a saber, que no se puede ser católico y votar a favor del aborto, y que quienes así lo hagan no pueden comulgar, los políticos españoles han salido como una jauría de perros rabiosos a lanzar dentelladas contra el portavoz de la Conferencia Episcopal. Y eso que don Juan Antonio se ha referido solo a la futura ley. Si hubiera ido más allá, quedaría meridianamente claro que su advertencia va también contra los que estando en el gobierno no sólo no hicieron nada para acabar con el aborto, sino que lo facilitaron enormemente al aprobar la píldora RU-486, que tiene nombre de procesador antiguo pero es un arma de destrucción masiva de seres humanos recién concebidos. Es decir, si el obispo auxiliar de Madrid tiene razón, y sin duda la tiene, el primero que no podría comulgar sería el señor Aznar. Y con él, todos los que aprobaron en Consejo de Ministros la distribución de dicha píldora. Incluido el catoliquísimo señor Trillo, por entonces ministro en el gabinete aznaril. Tampoco creo que queden en buen lugar la señora Aguirre y el señor Gallardón. La primera gobierna una comunidad autónoma que financia abortos con dinero público. Y el alcalde de Madrid dispuso que la píldora del día después se dispensara gratuitamente en sus centros de salud.

El caso es que la Iglesia tiene perfecto derecho a decir lo que el portavoz de nuestros obispos ha dicho. A nadie se le obliga a ser católico. Pero nadie puede obligar a la Iglesia a dar la Eucaristía a quienes públicamente apoyan el mayor holocausto que la humanidad ha conocido y conocerá. Los políticos que de verdad sean católicos, y me huelo que me sobran dedos en las manos para contarlos, tendrán que optar entre su obediencia al partido o su obediencia a la moral católica. En otras palabras, tendrán que optar entre obedecer a Dios o a los hombres. Si optan por obedecer a los hombres que promueven matanzas herodianas en el útero materno, no tienen lugar en la Iglesia de Cristo. Así se claro, así de simple, así de lógico. En realidad no es que la Iglesia les eche. Se van ellos solos.

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10.11.09

Ni Aznar podía llegar a más ni la UCAM y los prelados que la apoyan a menos

Pues sí señores. Ahí donde le ven, a don José María Aznar le han hecho catedrático extraordinario de la Universidad Católica de Murcia. Es más, la fundación FAES, fundada a mayor gloria del ex-presidente de gobierno, ha colaborado con la UCAM para crear la Cátedra de Ética, Política y Humanidades. Y todo ello ha recibido la bendición del cardenal Cañizares.

Si todo cesaropapismo es un error, el chalaneo eclesio-político de Murcia empieza a ser un híbrido entre lo ridículo y lo repugnante. Al menos a mí me repugna ver que desde las instituciones católicas se premia a un señor y a un partido que no movió un puñetero dedo para impedir que en este país el aborto fuera el pan nuestro de cada día durante los ocho años en que gobernó. A mí me da vergüenza y asco que a quien trajo la píldora abortiva a España se le haga catedrático extraordinario de una universidad católica. Y me produce espasmos de indignación el comprobar cómo se crea una cátedra de ética, política y humanidades fruto del maridaje adúltero entre dicha universidad y una fundación que se define a sí misma como un Think tank político que busca promover los valores del humanismo occidental (lo de cristiano quedaría mal, claro).

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