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4.12.16

No se conformarán con dar de comulgar a los divorciados vueltos a casar

En el avance de la cultura de la muerte, especialmente en todo lo relacionado con las leyes que despenalizan el aborto y la eutanasia, la estrategia siempre ha sido clara. A saber:

1- Se presentan casos extremos. Por ejemplo, una niña de 11 años embarazada tras haber sido violada. 

2- Se dan datos falsos sobre mujeres muertas por abortar en condiciones insalubres.

3- Se abre la puerta a la despenalización en ese tipo de supuestos, introduciendo algún coladero como el de la salud psicológica de la madre.

4- Se acaba considerando el aborto como un derecho.

Idem con la eutanasia, que en los países europeos donde está legalizada ha empezado a utilizarse para ayudar a suicidarse no solo a enfermos terminales sino a personas con graves problemas psicológicos. Y parecido ocurre con las uniones homosexuales, que en un primer momento eran reconocidas solo como uniones civiles y luego pasan a equipararse a los matrimonios, con derecho a adopción. 

Pues bien, es exactamante lo mismo que está ocurriendo en la Iglesia en relación a tres sacramentos: Matrimonio, Confesión y Eucaristía.

En el magnífico post de Alonso Gracián sobre la clara influencia en Amoris Laetitia de las tesis luteranas de Bernhard Häring sobre la relación entre gracia, ley y pecado, un comentarista afirma lo siguiente.

El artículo, interesante, no consigue encontrar fisuras en la exhortación si es que ese era su objetivo. Sin mencionarla, está en perfecta consonancia con Veritatis Splendor pero con un matiz: consigue descomponer la resplandeciente Luz de la Verdad en su espectro visible. Esa es la diferencia en la Ley divina y su aplicación normativa. La Ley es siempre la misma, y no admite excepción, pero hay matices que no se pueden obviar y a los que se llega aceptando esa Luz en toda su integridad.

Y esto le he respondio:

O sea, hay excepciones. Llamemos a las cosas por su nombre. No son matices. Son excepciones.

La ley -el dogma, añado- indica que el matrimonio es indisoluble, que el divorcio y recasamiento es adulterio y que, incluso independientemente de la imputabilidad, no se puede tomar la comunión en esas condiciones.

Si resulta que tras la AL ningún divorciado vuelto a casar puede comulgar, ¿de qué estamos hablando? ¿a qué estamos jugando? ¿por qué no aparece el Papa y dice claramente que nada ha cambiado en ese punto en concreto? Al fin y al cabo, fue lo que le dijo al cardenal Meisner a finales del 2013. Cito:

En mi última visita al Papa Francisco pude hablar muy francamente con el Santo Padre sobre todos los temas. Y también le dije que cuando habla en forma de entrevistas y breves discursos se quedan algunas preguntas abiertas, que para los no iniciados deberían en realidad precisarse más. El Papa me miró fijamente y me dijo que le mencionara un ejemplo.

Y mi respuesta fue entonces que a su regreso de Río a Roma, mientras viajaba en el avión, se le mencionó el problema de los divorciados vueltos a casar. Entonces el Papa simplemente me respondió: «los divorciados pueden comulgar, pero no así los divorciados vueltos a casar. En la Iglesia Ortodoxa se pueden casar dos veces». Hasta ahí su declaración.

¿Y bien? ¿hace tres años no podían comulgar y hoy sí? ¿qué ha cambiado de las palabras de Cristo sobre este tema, de las de San Pablo sobre las condiciones para acceder a la comunión y de las enseñanzas del magisterio católico desde por lo menos Trento hasta ahora? ¿nada?

Y si no ha cambiado nada, ¿por qué hay cardenales y obispos diciendo que los divorciados vueltos a casar ya pueden comulgar?

Mire, caballero, a los que queremos que la Iglesia sea fiel a Cristo, a la fe que está llamada a custodiar, defender y difundir, se nos puede tratar como fundamentalistas, como rigoristas, como lo que quieran. Pero como estúpidos, no, por favor. No nos traten como imbéciles. No lo somos. 

De todas formas, se equivocan quien cree que todo acabaría con el quebranto de tres sacramentos que supone dar de comulgar a divorciados vueltos a casar. Quieren más. Mucho más.

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29.11.16

Están nerviosos

Quizás pensaban que podían cargarse tres sacramentos (Matrimonio, Eucaristía y Confesión) así como así. Quizás pensaban que podían cargarse el magisterio pontificio de San Juan Pablo II, Benedicto XVI y la totalidad de los Papas previos a ellos. Quizás pensaban que podían dejar en nada las palabras de Cristo prohibiendo el divorcio y llamando adúlteros a los que se vuelven a casar.

Pues no, en la Iglesia de Cristo siempre habrá profetas, pastores y hombres de Dios que no cederán ante el error, que no cederán ante la manipulación, que no se arrodillarán ante la herejía, venga de donde venga. Al fin y al cabo, se toman en serio la advertencia del apóstol San Pablo:

Me maravilla que hayáis abandonado tan pronto al que os llamó por la gracia de Cristo, y os hayáis pasado a otro evangelio. No es que haya otro evangelio; lo que pasa es que algunos os están turbando y quieren deformar el Evangelio de Cristo. Pues bien, aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os predicara un evangelio distinto del que os hemos predicado, ¡sea anatema!
Lo he dicho y lo repito: Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, ¡sea anatema!
Gal 1,6-9

Da igual que un sector de la Iglesia muy importante apoye el error y una gran mayoría permanezca callada. El verdadero profeta no callará jamás. No puede. Dios no se lo permite. Le da fuerzas para ir contra corriente. 

Miren ustedes, lo que está en juego es la profanación de la Eucaristía. Y ante eso, no caben silencios ni actitudes complacientes. También está en juego la doctrina católica sobre la gracia. Algunos ya advertimos, precisamente, que ellos no creen en el poder de la gracia. Creen que se puede ser católico y vivir en pecado sin intención de dejar de pecar. Es más, creen que Dios no nos capacita para poder dejar de pecar mortalmente, siquiera sea de forma gradual. En otras palabras, creen lo mismo que Lutero. Pero Lutero se fue o le echaron de la Iglesia, no se quedó para intentar destruirla desde dentro.

Cuatro cardenales, que desde luego no están solos, han planteado al papa Francisco dudas absolutamente razonables sobre la exhortación apostólica Amoris Laetitia. Como vieron que el Papa no tenía intención de responderles, decidieron hacer públicas sus dudas. Ha sido como abrir la caja de Pandora. Truenos y centellas, amenazas de sanciones y, ahora, sugerencia de que podrán perder el cardenalato. ¿Qué será lo siguiente? ¿petición de excomunión porque han osado levantar la mano y preguntar?

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3.11.16

Hacia la falsificación y destrucción del matrimonio católico

Mons. Marcello Semeraro, obispo de la diócesis italiana de Albano y secretario del Consejo de Cardenales del Papa, ha presentado en la Universidad Pontificia de Comillas la exhortación apostólica de Francisco Amoris Laetitia, libro editado por Romana Editorial. La noticia la da Religión Confidencial. Entre otras cosas, dijo:

“El punto 298 de la Amoris Laetitita habla de una segunda unión consolidada en el tiempo, conocimiento de la irregularidad de su situación y gran dificultad para volver atrás sin sentir en conciencia que se cae en nuevas culpas. Al casarse civilmente han dado un paso adelante y no puede volver atrás. Su situación es distinta a las parejas que conviven puesto que no han dado ese paso adelante”, explicó Marcello Semeraro.

El obispo matizó que, “al dar ese paso adelante, consolidar un matrimonio civil, con nuevos hijos, con probada fidelidad, entrega generosa, compromiso cristiano, piden ayuda y orientación en su situación”.

Para quienes digan que no se quiere cambiar nada de la doctrina católica, el texto de ese portal católico es absolutamente clarificador. Por ejemplo, reconocen que con la Familiaris Consortio no había posibilidad alguna de que los divorciados vueltos a casar comulgaran, salvo si la pareja decidía vivir en continencia sexual, como hermanos. Pues bien, miren lo que pasa ahora:

Este Confidencial insistió sobre ese punto: si, tras un reflexionado discernimiento y con ayuda de la dirección espiritual, se llega a la conclusión que algunas de estas personas pueden comulgar ¿deben vivir como hermano y hermana o pueden seguir manteniendo relaciones conyugales? Marcello Semeraro explicó que en este punto, Amoris Laetitia da un paso sobre la Familiaris Consortio, la exhortación apostólica que escribió san Juan Pablo II sobre la unidad familiar.

«¿Qué significaría que vivan como hermano y hermana personas que tienen hijos? El paso que da adelante Amoris Laetitia con respecto a Familiares Consortio es que puedan expresar su afecto en su situación, y aquí es donde entraría el acompañamiento y la guía del director espiritual», afirmó el secretario del Consejo de Cardenales.

Y añadió: «No es una relación hermano y hermana, sino conyugal. Son personas que tiene hijos y tienen entre ellos una responsabilidad en su relaciónGaudium et spes (la constitución pastoral que escribió el beato Pablo VI sobre la alegría y la esperanza) dice que aquellos matrimonios que se abstienen de tener relaciones conyugales ponen en peligro su relación, pudiendo cometer infidelidades».

De esas palabras se deduce lo siguiente:

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8.10.16

San Francisco no sabía halagar los pecados de nadie

Ahora que algunos sucesores de los apóstoles son tan “modernos” que prostituyen la fe católica de forma pública, sin que sus hermanos en el episcopado les reprendan, creo que viene bien saber lo que nos cuenta San Buenaventura de una de las características de San Francisco de Asís

Y como primero se convencía a sí mismo con las obras de lo que quería persuadir a los demás de palabra, sin que temiera reproche alguno, predicaba la verdad con plena seguridad. No sabía halagar los pecados de nadie, sino que los fustigaba; ni adular la vida de los pecadores, sino que la atacaba con ásperas reprensiones. Hablaba con la misma convicción a grandes que a pequeños y predicaba con idéntica alegría de espíritu a muchos que a pocos.

Ya ven ustedes que el santo con más fama de ser todo dulzura y comprensión no se andaba por las ramas a la hora de afrontar las situaciones de pecado ajenas. Una Iglesia que no hiciera tal cosa, no sería la verdadera Esposa del Cordero:

Ap 21:2 
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.

La verdadera esposa no puede ser esa que anda buscando amantes con los que fornicar, esa que se exhibe cual ramera que anhela el aplauso del mundo, prostituyendo el mensaje del evangelio a fin de que no sea instrumento de salvación para los que viven en pecado y en depravación.

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27.04.16

El hermano Hans ya no quiere suicidarse

Hace dos años y medio publicamos la noticia de que el teólogo Hans Küng estaba meditando si poner fin a su vida debido a que padece la enfermedad de Parkinson. A lo que se ve, ha decidido desechar semejante idea, o al menos retrasarla. Hoy mismo el diario El País publica una especie de artículo suyo en el que informa que el Papa Francisco ha respondido a un llamamiento que hizo al pontífice el pasado mes de marzo para que se establezca un debate sobre el dogma de la infalibilidad papal.

De la carta del Santo Padre sólo nos copia literalmente el encabezado: “lieber Mitbruder” (Querido hermano). Luego nos cuenta su interpretación de las palabras del Papa, pero comprenderán ustedes que me fíe lo justo de dicha versión. Para saber y opinar sobre lo que el Papa le ha dicho, habrá que leer el texto completo de la carta papal.

Es sabido que Küng lleva toda la vida empeñado en no aceptar la fe católica en su integridad y en hacer campaña contra algunos de sus dogmas. Sobre todo contra el dogma de la infabilidad papal. En su “llamamiento” decía:

Es apenas concebible que el papa Francisco hubiera pretendido establecer una definición de la infalibilidad papal como la que, en el siglo XIX, promoviera Pío IX con buenas y no tan buenas mañas. Tampoco es imaginable que Francisco tuviera interés, como Pío XII, en la definición de un dogma infalible acerca de María. 

En realidad, lo apenas concebible es que con Pío IX y Pío XII Hans Küng no hubiera sido excomulgado. A Todo lo más que se llegó, durante el papado de San Juan Pablo II, fue prohibirle enseñar teología católica. Pero, hasta donde yo sé, ni siquiera se le suspendió a divinis. Es una de esas cosas curiosas que pasan en la Iglesia posterior al Concilio Vaticano II. Hay un código de derecho canónico que establece que quien niega pertinazmente un dogma de fe -caso de Küng- queda excomulgado. Pues bien, es como si no existiera esa ley canónica, que no deja de ser reflejo del mandato de los apóstoles, que sin la menor duda excomulgaron a los herejes de su tiempo

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