InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Sociedad siglo XXI

28.09.14

Un obispo debe pedir a los fieles coherencia a la hora de votar

Muchos creían que los obispos españoles reaccionarían a la retirada de la reforma del aborto con declaraciones más o menos similares a todas las que se dan cada vez que sale esa temática. Es decir, señalarían que el aborto es malo y que el derecho a vivir debería ser protegido. Si acaso, alguna crítica al PP por no cumplir su programa electoral y nada más.

Pero la indignación entre muchos obispos con la actitud del Partido Popular y el gobierno de Mariano Rajoy ha alcanzado tal grado, que varios de ellos están dando el paso de señalar algo obvio. Ese partido, como el resto de los que tienen representación parlamentaria, es una estructura de pecado y por tanto no se puede colaborar con él. Ni con el voto ni, con mayor razón, ocupando cargos de responsabilidad en el mismo.

En ese sentido, las cartas de Mons. Juan Antonio Reig Pla y Mons. José Ignacio Munilla, así como la entrevista de Mons. Mario Iceta al Abc, se complementan.

El obispo de Alcalá de Henares llamó a las cosas por su nombre, lo cual le ha valido el reproche de tirios y troyanos, con amenazas de demandas incluidas. Da lo mismo. Estamos ante un pastor curtido en ese tipo de batallas. Mons. Iceta señaló algo evidente: todos los partidos en el parlamento son abortistas. Y el obispo de San Sebastián ha ido un paso más allá advirtiendo a los fieles que si quieren ser fieles a la Iglesia en materia de Doctrina Social -que no es un tema menor- no pueden votar a ni uno solo de los partidos que están hoy en el Parlamento. Y añade algo más. No corresponde a los obispos crear partidos políticos que defiendan el derecho a la vida. Esa es tarea de los seglares. Obviamente, y aunque ya hay partidos minoritarios que hacen tal cosa, está lanzando un guante que convendrá recoger. ¿Se hará?

Además, Mons. Munilla ha lanzado un órdago a aquellos que llevan décadas apelando al mal menor como excusa para votar. Le cito:

¿Pueden los católicos votar a partidos políticos que están en esta situación, basándose en el principio del «mal menor»? El tiempo ha demostrado que por el camino del «mal menor» se termina llegando al «mal mayor». La opción del «mal menor» solo puede ser acogida por un cristiano de forma circunstancial y transitoria; sin caer en la tentación de hacer de ella su «santo y seña». Y es que… Jesucristo nos enseñó a apostar por el bien; no por el mal menor.

Fuera excusas, pues. El mal menor se ha convertido en un mal mayor. Y Cristo nos manda hacer el bien, no el mal.

¿Serán Mons. Reig Pla y Mons. Munilla los únicos en ir más allá de lo que ningún obispo ha ido en España desde tiempos de la Transición? ¿Habrá más obispos dispuestos a decir a los fieles que los actuales partidos políticos no les representan, no pueden ser votados en conciencia y que convendrá crear o fijar los ojos, y los votos, en una alternativa política que defienda principios no negociables como el derecho a la vida, la familia, la educación y la atención a los más necesitados? Sí, es prácticamente seguro más obispos se unirán a ellos en esa labor de iluminar la conciencia de los fieles en estas materias.

La retirada del proyecto de “ley Gallardón", que por más que muchos digan no dejaba de ser una ley radicalmente abortista -como lo era la del 85- ha puesto en evidencia, una vez más, la catadura moral del Partido Popular. Seguimos estando ante una oportunidad histórica. La Providencia concede a los católicos de este país, especialmente a aquellos involucrados en la acción política,

dar un paso decisivo para que una serie de valores esenciales tengan voz y voto en el parlamento nacional y en los parlamentos autonómicos


Como se ha indicado en otros posts, no es tiempo de mirar atrás. No es tiempo de decir “¿veis como yo tenía razón y vosotros no?". No es tiempo de reproches en plan “tú eras un vendido al PP o a tal o cual secta". Pero tampoco es tiempo de decir “yo rompo con Pepito Pérez mientras me quedo mirando lo que hace su partido", ni de “vamos a asustarles un poco a ver si cambian". Toca sentarse en una mesa y, fundados en principios irrenunciables, en programas máximos -nada de reformas aguadas y tibias-, lanzar una propuesta política que pueda ser votada por los pocos o muchos católicos que quieran ser fieles a Cristo y su Iglesia a la hora de acercarse a las urnas. Las siglas o el modo de hacerlo es lo de menos. Lo fundamental es el mensaje: sí a la vida, sí a la familia, sí a la educación que queremos para nuestros hijos, y sí a un modelo de sociedad en la que los más necesitados vivan con dignidad y puedan tener un futuro alejado de la miseria.

¿Por qué los católicos en España, durante ya bastantes decenios, no podemos nunca votar en conciencia y si queremos hacerlo, no tenemos otra vía que la abstención o votar a partidos pequeños, excluidos totalmente de presentación pública, incluso en los medios de comunicación dependientes de la Iglesia?

Es ahora o nunca.

Luis Fernando Pérez Bustamante

PD: Hay un solo diputado en el Parlamento español que en esta legislatura se ha mostrado activamente provida. Carlos Salvador, de UPN.

25.09.14

La verdad atruena cual sentencia profética en boca de un pastor de la Iglesia

Los profetas de verdad, tipo Jeremías, San Juan el Bautista o el obispo Oscar Romero, llaman a las cosas por su nombre. No se andan con rodeos. No buscan palabras que diluyan la contundencia de su mensaje. No son políticamente correctos. No son oficialistas. No temen a los hombres, porque han recibido el don del temor de Dios, que como dice el proverbio, es el principio de toda sabiduría (Prov 1,7).

Pero ya que le he mencionada, les ruego me permitan que le cite. Hablo de Mons. Romero:

La Palabra de Dios, pues, según San Pablo en la lectura de hoy, tiene que ser una palabra que arranque de la eterna antigua palabra de Dios pero que toque la llaga presente, las injusticias de hoy, los atropellos de hoy y esto es lo que crea problemas. Esto es ya decir: “la Iglesia se está metiendo en política, la Iglesia se está metiendo a comunista". Ya aburren con esa acusación. Ténganlo en cuenta de una vez, no se mete en política, sino que es la palabra como el rayo de sol que viene desde las alturas e ilumina, ¿qué culpa tiene el sol de encontrar su luz purísima charcos, estiércol, basura en esta tierra?. Tiene que iluminarlo, si no, no sería sol, no sería luz, no descubriría lo feo, lo horrible que existe en la tierra; así como también ilumina la belleza de las flores y le da el encanto a la naturaleza. La palabra de Dios, también, hermanos, por una parte ilumina lo horrible, lo feo, lo injusto de la tierra y alienta el corazón bueno, los corazones que gracias a Dios abundan que se iluminan con esta luz eterna de su palabra divina.

Esto es predicar hoy la palabra, predicación que, como en los tiempos de los profetas, tiene que crear problemas y tiene que despertar odios y tiene que sacudir resentimientos, hasta la forma más vulgar que hemos llegado a ser el objeto. Pero, hermanos, que la basura sienta odio de la luz es gloria de la luz. Ser calumniado por quienes se sienten tocados en su injusticia es un honor. Por eso les digo, hermanos, a mí no me aflige la calumnia. Yo les agradezco las innumerables manifestaciones de solidaridad que me llegan en estos días, pero les digo, tengan alegría y confianza, que no me afligen, al contrario, me honran.
Homilía de Mons. Romero, comentando el pasaje de Romanos 15,4-9

En España hay al menos un obispo -confío en que habrá más- que ha tomado el testigo de los profetas para hacer una descripción exacta del mal que nos rodea y nos gobierna. Efectivamente, Mons. Reig Pla ha escrito una carta en la que dice:

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18.09.14

Paciencia y confianza ante el espantoso ruido mediático alrededor del Sínodo

Cada vez es más evidente que quienes se informan de lo que ocurre en la Iglesia únicamente en medios ajenos a la misma, tienen muchas posibilidades de llegar a creer que el catolicismo está a punto de convertirse en un refrito del anglicanismo o del protestantismo liberal, cambiando sus doctrinas milenarias en asuntos tan delicados como la familia, el sacramento de la confesión y la Eucaristía.

Valga el ejemplo de que ante la publicación de un libro por parte de cinco cardenales recordando que Cristo prohibió el divorcio -llamando adúlterios a quienes se divorcian y vuelven a casar- y que San Pablo advierte que no se puede comulgar a pecar, periódicos españoles de tanta solera como El Mundo o El Correo, titulan la noticia asegurando que los cardenales se rebelan contra el Papa.

Desconocen, por supuesto, que el Santo Padre dijo a los obispos españoles, en su reciente visita ad limina, que desde luego no se podría aceptar dar la comunión a los divorciados vueltos a casar. Al mismo tiempo, afirmó que quería que ese asunto se tratara en este sínodo y en el del año que viene. Pues bien, ese libro viene a ser una especie de prólogo a lo que esos mismos cardenales dirán en los sínodos, si es que les toca intervenir, cosa segura en el caso del cardenal Müller, actual Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Damos por hecho que un periodista ajeno a la fe católica no sabe que hay cuestiones que no pueden cambiar, porque afectan directamente a dogmas de fe. Sin ir más lejos, además de en la Biblia, en el Concilio de Trento se nos da como enseñanza dogmática estos puntos:

1- Los divorciados vueltos a casar viven en adulterio. Lo dice Cristo. Lo enseña la Iglesia.

2- Los adúlteros, como el resto de pecadores, no pueden recibir la absolución si en ellos no hay contrición que conlleva el propósito de no volver a pecar.

3- Los que no reciben la absolución de un pecado mortal, y el adulterio lo es, no pueden comulgar.

4- Para recibir la absolución es necesario que el pecador tenga al menos la intención de hacer aquello que Cristo le dijo a la adúltera a la que evitó ser lapidada: “Vete y no peques más".

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13.09.14

La Providencia ha actuado con la ley abortista del PP

Algunos pensarán que me he vuelto loco, pero estoy convencido de que la retirada de la reforma de la ley del aborto propuesta por el ministro Gallardón, si finalmente se confirma -está por ver- es una buena noticia.

Dicha reforma iba a dejar las cosas, como mínimo, prácticamente igual a como estaban antes de la aprobación de la ley vigente. Es decir, se volvía a una ley de supuestos entre los que estaba el colador de la salud psicológica de la madre. Con la ley del PSOE de Felipe González, que era a lo que nos encaminábamos, España alcanzó los cien mil abortos al año.

La diferencia ESENCIAL es que aquella ley de 1985 se aprobó con la oposición frontal de la derecha política de este país y de la Iglesia. Sin embargo, esa misma derecha y, desgraciadamente, esa misma Iglesia -salvo excepciones notables-, estaban dispuestos a presentar como un gran avance lo que siempre ha de ser considerado como una gran catástrofe, que es el caso de cualquier legislación permisiva con todo tipo de abortos.

Todo indica que Mariano Rajoy ha decidido abortar la reforma, incumpliendo una vez más su programa electoral -eso no es nuevo- y dejando a los pies de los caballos tanto a su ministro de Justicia, Ruiz Gallardón, como al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, católico de misa diaria que, desde ya mismo, es aún más cómplice del aborto de lo que era hace unas semanas. Allá él y su conciencia.

Esta decisión del PP va a servir igualmente para que dentro del movimiento provida todo el mundo se quite la careta y muestre su verdadera identidad. Por si alguno no lo tenía claro, es ya evidente que los populares son tan abortistas como los demás partidos de izquierda. Fuera engaños, fuera excusas. No caben benignidades ni facilitadores de lavados de cara del peperismo. Si se está a favor de la vida, se está radicalmente contra el PP -y contra el PSOE, IU, UPyD, Ciutadans, PNV, CiU, Podemos, etc-. La excusa del mal menor ya no sirve. Si el PP les ha dejado tirados, lo decente, lo lógico sería que ellos abandonaran el PP. Pero dudo que lo hagan.

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¿Ha quedado abolido el magisterio sobre el reconocimiento legal de las uniones homosexuales?

El 3 de junio del año 2003, San Juan Pablo II, Papa, aprobó la publicación del documento “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales” por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, por entonces presidida por el cardenal Ratzinger, posteriormente Papa bajo el nombre de Benedicto XVI.

En la introducción del texto, leemos lo siguiente:

Las presentes Consideraciones no contienen nuevos elementos doctrinales, sino que pretenden recordar los puntos esenciales inherentes al problema y presentar algunas argumentaciones de carácter racional, útiles para la elaboración de pronunciamientos más específicos por parte de los Obispos, según las situaciones particulares en las diferentes regiones del mundo, para proteger y promover la dignidad del matrimonio, fundamento de la familia, y la solidez de la sociedad, de la cual esta institución es parte constitutiva.

Es evidente que se pretendía dar una herramienta a los obispos de todo el mundo para que se pronunciaran conforme a la fe católica en esa cuestión tan espinosa. El texto también debía ser una guía para los políticos católicos, pero en este post me interesa apuntar precisamente al hecho de que los obispos eran claros destinatarios del documento magisterial.

La conclusión final no deja lugar a dudas:

La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad.

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