InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Sobre este blog

1.08.10

Cor ad cor loquitur: "cerrado por vacaciones"

Tras casi 3 años estando al pide del cañón todos los días de la semana, de lunes a domingo, ha llegado la hora de tomarme un mes de vacaciones. No es este un trabajo de gran dureza física, pero las neuronas y el alma también se cansan y conviene darles reposo. InfoCatólica seguirá adelante gracias a la labor desinteresada de las personas que están en el consejo de redacción. Nadie espere la misma profusión de noticias durante el próximo mes, siquiera sea porque la actualidad informativa pega un bajón considerable. Muchas agencias católicas cierran y las generalistas ponen el piloto automático.

Salvo que surja algún tema realmente interesante, no tengo intención de escribir nada durante el mes que hoy empieza. Será el periodo más largo sin escribir en “Cor ad cor loquitur” desde que lo creé en septiembre del 2006. Así se cumplen dos cosas que creo necesarias: descanso yo y, sobre todo, descansan mis lectores de mí. Cosa esta muy saludable.

Para colmar las curiosidades estadísticas del personal diré que el recién terminado mes de julio ha sido el segundo en que más visitas he recibido desde que di comienzo a esta bitácora, superando las 62.000. Sólo en enero de este mismo año superé esa cifra. Ahora bien, lo realmente espectacular es el crecimiento de InfoCatólica. En julio del 2010 hemos recibido más del doble de visitas que el mismo mes del año pasado mientras que el número de lectores únicos se ha multiplicado casi por tres. Está aumentando muy significativamente el número de lectores hispanoamericanos, lo cual nos alegra enormemente. De hecho, estamos convencidos de que el mayor potencial de crecimiento de este portal está precisamente en Hispanoamérica. Y aunque es pronto para dar detalles, adelanto que los futuros cambios que se lleven a cabo en InfoCatólica irán encaminados a reforzar la información que ofrezcamos sobre las iglesias locales hermanas del continente de la esperanza.

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20.07.10

Test de ortodoxia catolica II

Ante el éxito del primer test de ortodoxia que ofrecí a los lectores de este blog hace unos días, me animo a poner un segundo test. Eso sí, tengo la sensación de que alguna de las preguntas, y sobre todo la respuesta que da el autor -Luca Alcalde-, traerán más polémica.

1) Cuando hablamos de la Trinidad, queremos decir que el único Dios tiene tres personalidades distintas. Unas veces actúa como Padre, que simboliza la fuerza; otras como Hijo, que simboliza la sabiduría; otras, por fin, como Espíritu Santo, que simboliza el amor de Dios.

2) Cuando el Credo dice que “el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo” quiere señalar que la creación del Espíritu Santo no la obró el Padre solo, sino junto con el Hijo.

3) La razón humana tiene fuerzas suficientes para procurar el bien de los hombres y de los pueblos, y para dar soluciones a los problemas del mundo moderno.

4) La Iglesia tiene el deber y la obligación de reprender a la filosofía y no tolerar sus errores.

5) Los hombres pueden encontrar en el culto de cualquier religión el camino de la salvación eterna y alcanzar la eterna salvación.

6) En nuestra edad no conviene ya que la religión católica sea tenida como la única religión del Estado, con exclusión de cualesquiera otros cultos.

7) Como en el depósito de la fe se contienen solamente las verdades reveladas, bajo ningún concepto corresponde a la Iglesia juzgar sobre las afirmaciones de las ciencias humanas.

8) La Iglesia, al proscribir errores, exige de los fieles que acepten, con un sentimiento interno, los juicios por ella pronunciados.

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8.07.10

Por alusiones, respuesta a Quinto Sertorius Crescens (Germinans germinabit)

Quiero que mis lectores sepan que no es este un artículo que me guste escribir, pero ya que me pongo a ello, espero que sirva como aclaración definitiva de lo que pienso sobre la cuestión catalana a todos los niveles.

Ayer se publicó en la web de Germinans Germinabit, y de paso en el blog que tienen en InfoCatólica, el artículo “La parte de responsabilidad del españolismo eclesial en la descatolización de los catalanes”, firmado por Quinto Sertorius Crescens.

Ya el título resulta cuanto menos peculiar. Esto de echar la culpa, siquiera en parte, de la descatolización de Cataluña al españolismo eclesial parece, como mínimo, un ejercicio de victimismo poco recomendable. Sobre todo si se tiene en cuenta lo que ha ocurrido en la nación catalana, y su relación con la nación española, en los últimos 30 y pico años. Pero en todo caso, merece la pena leer en qué se puede basar el autor para afirmar tal cosa. Quién sabe si tiene razón.

El autor presenta una breve historia del nacionalismo catalán, con el nacimiento de la Lliga Regionalista, antecesora de la actual CiU. Dice Quinto que “el conservadurismo político catalán, católico sin reservas, llegó a la conclusión que era imposible que el conservadurismo o moderantismo español entendiera que lo catalán debe estar al mismo nivel de españolidad que lo castellano en España“. Confieso que mis conocimientos sobre la historia moderna de España no son lo suficientemente amplios como para rebatir o estar de acuerdo con tal afirmación. Pero sí opino que el actual conservadurismo político catalán, que ha dejado de ser católico, lleva décadas luchando para que lo español no esté al mismo nivel de catalanidad que lo catalán en Cataluña. Y a fe que lo ha conseguido. De hecho, la autoafirmación de lo catalán en Cataluña se ha hecho a expensas de su identidad española.

Dice Quinto Sertorius:

La Lliga , con todo su catalanismo, era mucho más defensora de lo católico que el liberal conservadurismo canovista que estimula tanto a Aznar o Ansón cuando se ponen históricos. Es por ello que la Lliga se comió al carlismo catalán.

El catalanismo fue y puede ser un motor de regeneración de Cataluña o su tumba. Es por ello que no estamos de acuerdo en el argumento facilón e interesado que el principal problema de la Iglesia en Cataluña sea el nacionalismo.

Bien, yo no soy de los que digo que el nacionalismo sea el principal problema de la Iglesia en Cataluña. Pero sí de los que creo que ha sido uno de los problemas más importantes. Es más, ocurre más o menos igual en el País Vasco, donde el nacionalismo eclesial ha hecho estragos. Si los esfuerzos dedicados a la afirmación identitaria nacional de ambas iglesias locales se hubieran dirigido hacia la formación de los fieles, hacia la defensa de los valores católicos en las sociedades catalana y vasca, otro gallo le cantaría al catolicismo en ambos pueblos. Sin embargo, ambas iglesias han parecido más bien un trasunto de lo peor del cesaropapismo de las iglesias ortodoxas, con una relación cuasi adúltera entre la Iglesia y el poder político, en la que éste ha manejado a aquella para sus intereses.

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6.07.10

Respuestas al test de ortodoxia católica I

Test de ortodoxia I
Sobre Gracia y Libertad

Explicación de las respuestas a las preguntas. El texto es de Luca Alcalde, seminarista en Tarazona.

1) Lo único que podemos ofrecer a Dios como buenos frutos son los bienes que Él mismo nos da. De nuestra parte no tenemos nada.

Verdadero

Esto es totalmente cierto. Solo podemos ofrecer a Dios aquello que el mismo nos da hacer. San Agustín decía que «cuando coronas la obra de los santos, coronas tu propia obra». También lo dice la Santísima Virgen en el Magníficat: «desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí» (Lc 1, 49).

2) El hombre, con sus solas fuerzas naturales, no puede hacer nada para merecer la justificación. Ni aun sus oraciones son meritorias, ni sus obras buenas, ni los actos internos o externos de virtud natural.

Verdadero

El concilio de Trento, en el decreto sobre la justificación –el paso de pecador a justo, es decir, del pecado mortal u original al estado de gracia santificante-, explica que ésta es siempre gratuita. Debido a la absoluta desproporción de nuestras obras, nada podemos hacer que merezca que Dios nos dé la gracia santificante. Podemos, ciertamente, disponernos (aunque esto es también obra de una gracia actual) por medio de la oración y la penitencia… pero no merecerla. San Pablo lo dice claramente: «¿Quién le ha dado primero para que Él le devuelva?» (Rm 11, 35). Y Santo Tomás explicita que: «el hombre no puede disponerse para recibir la luz de la gracia sino mediante el auxilio de un don gratuito de Dios que le mueva interiormente» (Sth I-II 109, 6). Por tanto, ninguna obra buena hecha antes de la justificación merece la gracia santificante.

3) Para exhortar a la reforma de costumbres y a la santidad de vida, lo mejor es comenzar demostrando la fuerza y el valor de la naturaleza humana, precisando la capacidad de la misma para el bien.

Falso

Esta frase está tomada, literalmente, de Pelagio. Él consideraba que la naturaleza humana es capaz de obrar por sí misma el bien sobrenatural. Como ya dije, eso está lejos de ser cierto. Cualquier persona sabe por su propia experiencia aquello que ya decía San Pablo: «no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero» (Rm 7, 19).

Además de esto, está el hecho de que toda predicación cristiana debe partir por las raíces del árbol de la fe y de ahí ir ascendiendo por el tronco hasta las ramas. Nuestra fe se fundamenta en la Trinidad Santísima y tiene como tronco a Cristo en cuanto hombre. De estos preciosos fundamentos pende todo el resto. Estando sanos el tronco y las raíces, llegará correctamente la savia a las ramas y darán éstas flores y frutos de buenas obras.

Normalmente, una predicación que comienza por la moral y que se centra en ella es pelagiana. La verdadera predicación católica comienza mostrando al hombre que por sí mismo no puede nada y que está necesitado de un redentor. Hablará, por tanto, de los inmensos misterios de la Santísima Trinidad, de la Encarnación, etc. Luego, una vez sentadas las raíces, y crecido el tronco, comenzará a ir a las ramas.

Exhortar a la reforma de costumbres hablando de la fuerza y del valor de la naturaleza humana es una farsa. Y comenzar una predicación por la moral, es querer construir la casa partiendo por el techo: eso no llegará a nada bueno.

4) El hombre por sí mismo puede cumplir todos los mandamientos de Dios. Él nos da su gracia para que con nuestra libertad podamos más fácilmente cumplir cuanto nos manda.

Falso

Afirmación también de Pelagio. Por sí mismo al hombre le es imposible cumplir todos los mandamientos, no tiene las fuerzas para ello. Nuestra naturaleza ha quedado dañada por el pecado original y, por tanto, inclinada al mal. Le resulta, pues, imposible perseverar largamente en el cumplimiento de la ley natural e imposible llegar a obedecerla toda ella. Podrá, es cierto, hacer algún bien aisladamente (un padre cuidar y alimentar a sus hijos, por ejemplo). Sin embargo, no podrá alcanzar la perfección de la virtud por sus solas fuerzas. Pensar esto es no considerar la gravedad de las consecuencias del pecado original.

Por eso, afirmar que la gracia simplemente hace que más fácilmente podamos cumplir cuanto Él nos manda es contrario a la realidad. ¡Sin la ayuda de Dios no podemos nada! Ni aun de forma dificultosa.

5) Es la fuerza de Dios la que causa siempre toda la fuerza del hombre para el bien. Es Él quien da al hombre el poder querer una obra buena salvífica y poder hacerla.

Verdadero

«Es Dios quien obra en vosotros el querer y el obrar, según su beneplácito» (Flp 2, 13). Nosotros, por nuestra cuenta, no tenemos fuerza alguna para hacer obras salvíficas. «Nadie puede decir Jesús es Señor, sino es por obra del Espíritu Santo» (1 Cor 12, 3).

6) Dios ama a todos los hombres por igual y, por lo tanto, a todos da de la misma forma su gracia. La única razón por la cual hay algunos más buenos y santos que otros es porque han respondido mejor a las exigencias de Dios.

Falso

Esto es errado por dos razones. En primer lugar, los voluntaristas suelen considerar que Dios ama a todos por igual y a todos ofrece igualmente sus gracias, de modo que es el hombre, es su generosidad y fuerza de voluntad, su respuesta generosa y valiente, su propia iniciativa, quien hace eficaz la gracia de Cristo. De esta manera, gracia y libertad se conciben no al modo católico –como dos causas subordinadas, en que la primera, divina, activa la segunda, humana-, sino como dos causas coordinadas, como dos fuerzas distintas que se unen para producir la obra buena.

En cambio, nosotros sabemos que Dios da a unos más que a otros. Nadie sería más bueno y, por tanto, más santo, si Dios no le amara más y le diera más dones (sobrenaturales). En las criaturas, el amor se produce por el bien que hay en lo amado. Así, cuando yo veo algo que es bueno, mi voluntad lo ama. Pero en Dios ocurre al revés: Él es causa de la bondad de las criaturas. Es Él quien obra el bien en su creación. Por ello, a quien más ama, más dones le comunica y su santidad es mayor. El mejor ejemplo de esto es la Santísima Virgen María, pues antes de ser concebida en el vientre materno, la Santísima Trinidad ya la había llenado de inmensos privilegios y bienes celestiales.

También puede apreciarse en la parábola de los talentos. Al leerla con detención, nos damos cuenta que el castigo que recibe quien no hizo fructificar su talento no se entiende si se refiere a habilidades naturales (tocar el piano, buen matemático, memoria prodigiosa). Es evidente que nadie puede poner en acto todos los talentos naturales que tiene en potencia, pues hay algunos que son incluso contradictorios y, en consecuencia, un talento natural no merece necesariamente el infierno, como sucede en la parábola. De esto concluimos que los talentos de que habla el Evangelio son dones sobrenaturales. Y a uno Dios le dio 5, a otro 2 y a otro 1.

El Evangelista no da ninguna causa de que esto sea así, de lo que se desprende que Dios puede hacer lo que quiera con sus bienes, dar a unos más y a otros menos. Y esto no es injusto, pues Él, en justicia, no le debe nada a nadie. Lo que da, lo hace por liberalidad, gratuitamente, no obligado por la equidad. Más aun, todo lo que nos da es infinitamente más de lo que nuestros pecados merecerían (la eterna condenación). Por ello, pretender exigir que a mí me dé igual que al prójimo no tiene razón de ser.

En todo caso, es también evidente que en el orden natural tampoco da Dios a todos por igual. Hay gente que nace con dones naturales mucho mayores que otros, y eso es evidente.

Un segundo aspecto errado de esta frase que encabeza es que Dios no nos exige, no nos pide que hagamos obras buenas, como si de nosotros dependiera su cumplimiento. Él, con su gracia, nos mueve, nos concede, no da el hacer tal o cual obra buena, cumplir sus mandatos, etc.

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5.07.10

Test de ortodoxia catolica I (nivel medio-alto)

El bueno de Daniel Iglesias, cuyo blog está siendo todo un éxito en visitas -cosa que no sé si él sabe pero se lo digo desde aquí-, presentó el sábado a sus lectores una especie de test o prueba de conocimientos básicos sobre la doctrina católica. Las preguntas, lógicamente, no eran muy complicadas, pero abarcaban un buen número de temas. Aunque lo ideal es acertar en todas, fallar en algunas de las respuestas puede ser hasta cierto punto normal si no se ha comprendido bien el enunciado o si se no se ha recibido una formación doctrinal adecuada.

El post de Daniel me recordó otras pruebas similares que nos propusieron en Facebook la buena gente de Schola Veritatis. Pero a diferencia del test de nuestro blogger, los de SV requerían de un nivel teológico superior para responder correctamente a las preguntas.

El tema del primer test tiene que ver con la doctrina católica sobre la gracia. En mi opinión, es sobre la que menos formación tiene el pueblo católico. De hecho, creo que no forma parte de la predicación habitual en los púlpitos de nuestras iglesias. Y es una pena, porque una buena exposición de la gracia de Dios es imprescindible para que el fiel no caiga en errores que acaban afectándole, más de lo que parece, a su vida espiritual.

Os propongo que hagáis este primer test, pero antes quiero que quede claro que debe de tomarse no como una especie de examen para ver lo católicos que somos, sino más bien para que nos demos cuenta de si, siendo católicos, realmente conocemos la doctrina de nuestra Iglesia.

En esta primera página aparecen las preguntas. En la página dos, vendrán las respuestas: Verdadero/Falso. Y en el próximo post, publicaré las explicaciones doctrinales a dichas respuestas. Un consejo. Ante la duda, consultar los artículos sobre la gracia en el blog “Reforma o Apostasía”, del padre Iraburu:

TEST DE ORTODOXIA I
Gracia

1) Lo único que podemos ofrecer a Dios como buenos frutos son los bienes que Él mismo nos da. De nuestra parte no tenemos nada.

2) El hombre, con sus solas fuerzas naturales, no puede hacer nada para merecer la justificación. Ni aun sus oraciones son meritorias, ni sus obras buenas, ni los actos internos o externos de virtud natural.

3) Para exhortar a la reforma de costumbres y a la santidad de vida, lo mejor es comenzar demostrando la fuerza y el valor de la naturaleza humana, precisando la capacidad de la misma para el bien.

4) El hombre por sí mismo puede cumplir todos los mandamientos de Dios. Él nos da su gracia para que con nuestra libertad podamos más fácilmente cumplir cuanto nos manda.

5) Es la fuerza de Dios la que causa siempre toda la fuerza del hombre para el bien. Es Él quien da al hombre el poder querer una obra buena salvífica y poder hacerla.

6) Dios ama a todos los hombres por igual y, por lo tanto, a todos da de la misma forma su gracia. La única razón por la cual hay algunos más buenos y santos que otros es porque han respondido mejor a las exigencias de Dios.

7) Cada vez que tomamos alguna buena iniciativa, para alguna obra buena, Dios nos secundará con su gracia para asistirnos a llevarla a buen término.

8) La gracia de Dios es eficaz por sí misma, es decir, intrínsecamente, de tal modo que su eficacia no viene causada extrínsecamente por el acto de la voluntad humana que consiente a ella.

9) La mejor actitud para acercarse al Sacramento de la Penitencia es diciendo: “soy pecador, e inevitablemente lo seguiré siendo, pero pongo toda mi fe en Cristo, Dios me perdona, y me seguirá perdonando”.

10) La acción de la gracia divina es la causa de la acción libre del hombre buena y salvífica. Solo de este modo puede merecer la vida eterna.

11) El hombre está totalmente corrompido por el pecado. Peca siempre, aun cuando intente obrar el bien. Está tan corrompido que lo único posible para alcanzar la salvación es que Dios no le impute esos pecados.

12) Querer obrar activamente es ofender a Dios, que quiere ser el único agente; por tanto es necesario abandonarse a sí mismo todo y enteramente a Dios.

13) Cuando la gracia actúa en el hombre, le hace hacer actos virtuosos meritorios de vida eterna. Pero esto no suprime el esfuerzo humano, sino que lo supone.

14) En la oración hay que permanecer en fe oscura y universal, en quietud y olvido de cualquier pensamiento particular…, sin producir actos, porque Dios no se complace en ellos.

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