Como dije la semana pasada, durante unos cuantos domingos recuperaré algunos de los debates que durante mantuve con protestantes. Algunos de ellos tuvieron lugar no mucho después de que el Señor me llevara de vuelta a la Iglesia Católica. Y eso se nota en algunas de mis expresiones, todavía muy influenciadas por los 8 añis y medio previos en los que fue evangélico.
Hoy traigo el principio de un debate sobre los versículos 28 al 56 del capítulo 6 del evangelio de San Juan. Tuvo lugar en junio del 2000, apenas siete meses después de mi retorno a casa. Obviamente hubo respuesta por la otra parte, pero el formato de un blog impide copiar debates enteros que -aunque no en este caso- se prolongaron en ocasiones durante varias semanas y en los que intervinieron otros católicos que a veces hicieron innecesarias más aportaciones mías. No pongo el nick o nombre de las personas con las que debatí porque no creo que añada nada al fondo de la cuestión:
Apologeta protestante:
Juan 6: 28-65
Si bien la interpretación romanista de la Eucaristía se basa en gran medida en Juan 6, en su contexto este pasaje no está directamente relacionado con ella. De hecho, es notable que el Evangelio de Juan sea el único que omite las palabras de institución de la Eucaristía.
Luis:
No es cierto, como piensan algunos, que la interpretación católica, ortodoxa, luterana, episcopaliana pentecostal….. de la Eucaristía se base en gran medida sólo en Juan 6. Solamente hay que ir a 1ª de Corintios 10,16 o a 1ª Corintios 11,23-29 para ver cómo el propio apóstol Pablo interpreta la Eucaristía de forma muy similar a como lo hacen las iglesias que he mencionado.
Apologeta protestante:
Juan 6: 28-29 Entonces le dijeron [los judíos]: -¿Qué haremos para realizar las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: -Esta es la obra de Dios: que Creáis en aquel que él ha enviado.
* Aquí Jesús afirma claramente que Dios no está exigiendo obras como condición para recibir la salvación, excepto la “obra” de creer en Jesucristo, quien fue enviado por el Padre. Esta fe lleva a la salvación y a la vida eterna.
Luis:
Para empezar, Jesucristo no está respondiendo a una pregunta relacionada íntimamente con la salvación. Los judíos no le preguntan “¿qué hemos de hacer para ser salvos?” sino “¿qué haremos para realizar las obras de Dios?". Dicho eso, no deja de ser interesante que el mismo hecho de creer en Cristo sea considerado como una OBRA por parte del Señor. Además, creo que es bueno recordar que la propia Palabra de Dios dice que los demonios creen… y tiemblan. Es decir, los demonios también “creían” en Jesucristo y alguno de ellos, al ser expulsado, profería gritos anunciando quién era Él. Y nadie dirá que esos demonios son salvos por tal cosa. Creer en Jesucristo implica NECESARIAMENTE obrar en consecuencia con dicha creencia. Creo que no entender eso es no entender el mensaje del evangelio.
Apologeta protestante:
30-31 Entonces le dijeron: -¿Qué señal, pues, haces Tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron el Maná en el desierto, como Está escrito: Pan del cielo les dio a comer.
* Para poder creer, los judíos exigían un signo o milagro; como, por ejemplo, el milagro del maná que sus ancestros habían recibido en el desierto. Este fue su primer error. Nótese cuidadosamente que fueron los interlocutores de Jesús quienes trajeron al debate el tema del alimento milagroso. La respuesta de Jesús debe interpretarse a la luz de este desafío.
Luis:
No está mal el recordar que el pueblo de Israel estaba acostumbrado a que Dios se les manifestara a través de señales y milagros en los momentos más importantes de su historia. Tampoco estaría mal el recordad que unos cuantos capítulos más adelante, en ese mismo evangelio, Jesús dijo esto:
Jn 10,37-38
Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
El protestante dice que fue un error de los judíos el exigir un milagro o un signo. Jesús les dijo en determinado momento que si no querían creer en sus palabras, podían creer en sus milagros y en sus signos para que de esa manera entendieran que el Padre estaba en Él. Y el drama de los judíos de entonces no fue el que pidieran señales sino el que una vez que las vieron, siguieron sin creer.
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