InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Espiritualidad cristiana

31.03.19

Lo que no se suele señalar de la parábola del hijo pródigo

Recordemos dos cosas que se suelen olvidar al predicar sobre la parábola del hijo pródigo (Luc 15, 1-3.11-32)::

- Que el hijo se arrepintió, volvió, pidió perdón y estuvo dispuesto a ser tratado como un siervo más.

- Que solo se arrepintió cuando se vio comiendo con los cerdos.

Es muy necesario señalar lo primero porque hoy abunda la creencia de que no hace falta arrepentirse de los pecados ya que Dios nos va a perdonar sí o sí. Ni les cuento en dónde está la idea de que cabe estar dispuesto a pagar las consecuencias de haber pecado aun a pesar de ser perdonado. Al contrario, hoy está muy extendida la idea protestante de que no es necesaria penitencia alguna tras confesarse. A elo ayudan las, en mi opinión, absurdas penitencias que proponen la inmensa mayoría de los sacerdotes. Porque ya me dirán ustedes qué tiene de penitencial rezar un padrenuestro y un avemaría.

En cuando el segundo punto, pocos reparan en el hecho de que el hijo no quiso regresar por amor a su padre, sino por sufrir las consecuencias de sus pecados. O sea, algo muy parecido a la atrición, término que hoy no solo se ignora y se ocuita sino que se desprecia.

Y antes de que misericordistas, buenistas, neocones y demás habitantes del universo oficialista me digan nada, digo: “Ya, ya sé que el perdón incondicional (*) y restaurador del padre es una parte esencial de la parábola". 

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4.11.18

Amar a Dios, amar al prójimo

Evangelio de hoy:

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.” El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos.»
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios.» Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Luc 12,28b-34

Del evangelio de este domingo se pueden sacar muchas conclusiones ciertamente interesantes. La primera de todas es que, a pesar de su mala fama generalizada, entre el grupo de los escribas había algunos que no estaban “lejos del Reino de Dios". Es de suponer que lo mismo ocurría entre los fariseos. 

La segunda, mucho más importante, es que la clave para discernir si uno está en Dios es precisamente el amor hacia Él y hacia el prójimo. Como bien dice el apóstol San Juan “Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve” (1 Jn 4,20). De poco valen todas las ayunos y penitencias del mundo si se desprecia al vecino. 

Es por eso que el apóstol San Pablo advierte que “si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde. Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada” (1 Cor 13,1-2) y añade “en una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor” (1 Cor 13,13) (*).

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19.07.18

Breves reflexiones (XII)

Sin cruz no hay santidad. Quien no es probado, no crece en la fe. La gracia nos capacita para llevar la cruz y soportar la prueba.

Bienaventurada es el alma que cuando reza, adora; que cuando implora, reconoce y acepta la soberanía divina.

Dichoso aquel que cuando reza es guiado por el Espíritu Santo para pedir lo que conviene.

El llanto de arrepentimiento del alma contrita es agua viva salvífica.

Anhela la santidad y llegarás a ser siervo de Dios.

Pide a María que te enseñe a amar a Cristo. Pide a Cristo que te enseñe a amar a María. Asienta tu corazón sobre el trono de sus Sagrados Corazones.

Descálzate de apetencias carnales cuando entres en oración. Estás en lugar santo.

Busca el bien que Dios quiere regalarte cuando el mal o el dolor parezcan rodearte por completo.

El alma llagada por el dolor que se ofrece a Dios es instrumento de redención.

Nada bueno tienes o haces que no sea don divino. La humillación y la gratitud te vacunan contra el orgullo.

Luis Fernando Pérez

Breves reflexiones (XI)
Breves reflexiones (X)
Breves reflexiones (IX)
Breves reflexiones (VIII)
Breves reflexiones (VII)
Breves reflexiones (VI)
Breves reflexiones (V)
Breves reflexiones (IV)
Breves reflexiones (III)
Breves reflexiones (II)
Breves reflexiones (I)

4.05.18

Reunión de profetas


Post publicado el 26 de julio del año 2010. Republicado el 4 de mayo del 2018, cuando el humo de Satanás es ya fuego destructor del que solo Cristo puede salvarnos, pues:

Esos tales son falsos apóstoles, obreros tramposos, disfrazados de apóstoles de Cristo; y no hay por qué extrañarse, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz.
2 Cor 11,13-14

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Llegaron de todas partes. No eran muchos, pues al fin y al cabo la profesión de profeta no gozaba de buena fama en los últimos tiempos, pero sí los suficientes como para llenar el pequeño auditorio.

Tras los abrazos y palmadas en la espalda de rigor, entraron en materia. La reunión estaba programada por la Alta Jefatura Profética de la nación y se buscaba la unificación de criterios de cara a no dar una imagen de división que afectara al ya de por sí devaluado sector.

Primero tomó la palabra el portavoz de PPSP (Profetas Pero Sin Pasarse):

-“Queridos hermanos, creo que todos estaremos de acuerdo en la necesidad de que nuestra sociedad cuente con voces proféticas que sirvan de faro y de guía en unos momentos de confusión, inmoralidad y crisis a todos los niveles”.

Los aplausos resonaron con fuerza…

Ahora bien”, interrumpió el orador, “debemos buscar ante todo la eficacia en nuestra labor. El fundamentalismo no nos lleva a ningún lado. La sociedad acepta voces que la regañen y la contradigan, pero rechaza a quienes amenazan con castigos de lo alto y con condenas eternas. Debemos ser profetas, sí, pero sin pasarnos. Advirtamos del error, pero no tanto de sus consecuencias. No nos refugiemos en barricadas estériles que sólo sirven para aumentar el rechazo de aquellos a quienes van dirigido nuestro mensaje. Si optamos por la radicalización, podemos incluso perder nuestros medios de comunicación, nuestras atalayas. Incluso pueden cerrar nuestros colegios y dejarnos al albur única y exclusivamente de la caridad de los fieles. ¿Qué necesidad hay de ir al martirio antes de tiempo?, ¿quién nos oirá entonces?, ¿a dónde iremos?

La ovación fue atronadora. No en vano, PPSP agrupaba a la mayor parte de los profetas nacionales y su presencia en la reunión era la más nutrida.

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23.04.18

Corriendo hacia la meta

La vida cristiana es un camino. Da igual desde dónde haya empezado cada cual. Da igual las veces que caigamos, pues siempre tendremos la opción de ser levantados por Cristo en el sacramento del perdón. Todos los hijos de Dios estamos llamados a la santidad. Según la gracia recibida, unos llegarán más lejos en esta vida y otros menos, pero nadie está exento de transitar la senda que acaba, si el Señor nos concede el don de la perseverancia final, en el cielo, siquiera sea pasando antes por el purgatorio.

San Pablo nos da una magnfíca exhortación:

No es que ya lo haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.
Fil 3,12-14

Si un apóstol santo como él se reconocía todavía imperfecto, ¿qué no diremos nosotros? Y sin embargo, él corre y nosotros hemos de correr hacia esa meta.

Debemos tener anhelo de santidad. Anhelo de moldear nuestras vidas completamente por la voluntad de Dios. Anhelo que nos es concedido por Él (Fil 2,13). 

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