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3.09.12

El Año de la Fe

En breve va a dar comienzo el Año de la Fe. A semejanza del año sacerdotal, es una iniciativa del Papa Benedicto XVI, que busca obviamente señalar el camino por el que debe avanzar la Iglesia. Un camino, por otra parte, que no es otro que el propio Cristo.

La vida cristiana es necesariamente una vida de fe, pues sin fe no se puede agradar a Dios, ni entenderle y conocerle, ni serle fiel. “El justo vive de la fe” es una frase repetida en la Sagrada Escritura (p.e. Rom 1,7). En ese sentido, cada año de nuestras vida es un año de fe. Y cada día un día de fe. Y bien haríamos en dejar que la fe iluminara todas nuestras actividades, incluso las que creemos más intrascendentales. Quien permite que la gracia se apodere de su vida se convierte en fuente de agua viva de la cual pueden saciarse los demás.

Esa entrega en los brazos de la gracia y de la fe no empieza por un activismo exacerbado, sino por un silencio activo en el que se busca conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas. Yerra gravemente el que se marca a sÍ mismo el camino de la santidad, pues si el Señor no nos concede la santificación, es imposible que nos santifiquemos. Bastante haremos con no ser obstáculo de la obra de Dios en nuestras vidas. Pero es Él quien obra, a su modo y manera, en el tiempo que quiere y de la forma que predispone. “Es Dios el que obra en vosotros el querer y el obrar según su beneplácito” (Flp 2,12). “Dejarle hacer a Dios“, decía san Francisco de Sales.

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29.07.12

Y me miraron con cara rara al pedir que Cáritas evangelizara

Se cumplen ahora 12 años de la llegada de mi familia a tierras aragoneses. Las circunstancias fueron un tanto díficiles ya que mi mujer acababa de sufrir una cesárea para que naciera nuestra hija pequeña, que vio la luz en el sexto mes de embarazo y pesando menos de un kilo. La placenta había dejado de funcionar y no quedó más remedio que sacarla antes de tiempo.

Como quiera que teníamos que desalojar la casa de Madrid, no quedó otra que venirnos a Sariñena (Huesca) antes de que la cría saliera de la incubadora en Madrid. La situación fue por tanto, harto complicada porque no era posible estar haciendo 400 kms de ida y vuelta todos los días para ver a la nena y además teníamos que organizarlo todo en la nueva casa. A Dios gracias, todo salió bien y a principios de septiembre la teníamos ya en casa. Muy pequeñaja, pero bien de salud.

Se cumplía también entonces el primer año de nuestro regreso a la Iglesia Católica. Llegábamos a una diócesis en la que el pastor, Mons. Javier Osés, se estaba muriendo debido a un cáncer. Incomprensiblemente se tardaron dos años en nombrar un nuevo obispo, que además lo sería también de la diócesis hermana y vecina de Jaca. En ese tiempo tuvimos como administrador apostólico a Mons. Omella, por entonces obispo de Barbastro -también diócesis vecina- y hoy obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño.

Sariñena, el pueblo en el que nos instalamos, era capital de comarca y cabeza de arciprestazgo. Por razones que se pueden ustedes imaginar, me interesé en saber qué hacía la Iglesia en los Monegros. Asistí a reuniones de pastoral, de catequesis, etc. Mi actitud al principio era sobre todo de la ver, oír y callar, pero no pasó demasiado tiempo hasta que me atreví a tomar la palabra. Me acuerdo que la primera vez que lo hice fue en una reunión de catequistas en la que pedí que la catequesis fuera instrumentos de despertar al sacerdocio y la vida religiosa. Nuestra diócesis sufría -y sufre- una gran crisis vocacional y me pareció que la primera cosa que se debía hacer para poner fin a la misma era que los catequistas, sobre todo los de confirmación, fueran instrumentos del Señor para despertar vocaciones en los jóvenes.

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19.07.12

Vete de tu tierra y de tu parentela

En Ur vivía un buen hombre al que un día el Señor le dijo: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré” (Gen 12,1). Y ese hombre, que se llamaba Abram, obedeció a la voz del Altísimo y comenzó un camino que le convirtió en el padre de la fe, en padre de muchos pueblos (por eso pasó a llamarse Abraham).

Lo que ocurrió hace 35 siglos, sigue dándose hoy, en pleno siglo XXI. Dios llama a quien quiere y el hombre, por gracia, puede responder a su llamado o seguir una senda diferente. La localidad cordobesa de Zuheros no es Ur y la hermana Carmen y la hermana Felisa no son Abraham y Sara, pero ambas han sido igual de sensibles a la voluntad de Dios para sus vidas, emprendiendo un camino de consagración a Cristo.

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17.05.12

No les gusta que se predique la conversión

Todos sabemos que hay un grupo no pequeño de católicos para los que términos como “pecado", “conversión personal", “gracia santificante", etc, deberían desaparecer del lenguaje de la Iglesia. Viven tan empapados de la secularización mundana que lo que debería sonar a música celestial en sus oídos, resulta un sonido chirriante.

Lo cierto es que cuando Juan el Bautista empezó a predicar, su mensaje era contundente:

En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
Mt 3,1-2

Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados. Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras!¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento.
Mt 3,5-8

¿Y qué fue lo que hizo Cristo al comienzo de su ministerio público? Exactamente lo mismo:

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
Mt 4,17

¿Alguien piensa que la Iglesia hizo algo diferente nada más recibir el Espíritu Santo en Pentecostés? Pues se equivoca:

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25.04.12

Ser fiel a Dios para ser auténticamente feliz

Surfeando por la web, me he encontrado hoy con un post realmente interesante. No diré que dicho encuentro ha sido casual, porque ese blog lo leo con mucha frecuencia, pero hacía un par de días que no lo visitaba. Aunque no me sumo a la crítica que hace a un medio de comunicación religioso ideológicamente cercano al nuestro, sí que asumo el fondo de lo que plantea.

Es falsa la idea de que el cristianismo es un estado de felicidad mundana constante, en el que la vida es maravillosa y sin problemas. Las familias cristianas no son idílicas según el modelo de los dibujos de las revistas de los Testigos de Jehová. Al contrario, sufrimos enfermedades, conflictos familiares y laborales como todo hijo de vecino. Es más, si nos empeñamos en vivir como se nos manda, como se nos da por gracia lo más seguro es que suframos algún tipo de persecución (2ª Tim 3,12).

La fe cristiana no es como los manuales de pensamiento positivo por los que supuestamente se consigue que la gente nos vea, más altos, más esbeltos, más guapos. El cristiano no ha de buscar la felicidad mundana sino la fidelidad a Dios. Ahora bien, quien llevado de la gracia es capaz de alcanzar la comunión con el Señor, alcanza un tipo de felicidad que no hay nada en el mundo que pueda dar.

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