Colegios católicos sin religiosos
La crisis vocacional que ha sufrido la Iglesia en España no ha respetado a las órdenes religiosas, que son las responsables de la mayor parte de la escuela concertada en nuestro país. La situación se está poniendo tan peliaguda que, por una mera cuestión de ley de vida, en pocos años nos encontraremos con “colegios de curas” y “monjas” sin curas ni monjas.
El secretario general de la FERE-CECA asegura que mientras que buscan una forma de abordar la situación, lo que sí tienen claro es que no quieren que “se pierda ninguna escuela católica, ni tampoco su identidad cristiana". Como objetivo no está mal pero me temo que la pregunta no es qué se hace para lograr tal meta y sí qué es lo que se ha hecho o dejado de hacer para llegar a donde hemos llegado. Quizás la solución de futuro está en dar la respuesta correcta a la pregunta adecuada. Quizás esa respuesta nos ponga delante de un nuevo problema de difícil solución.
Tengo pocos motivos para ser optimista. Los religiosos españoles, al menos las voces que de ellos llegan a los medios, son especialistas en señalar lo que creen que hace mal la jerarquía y en reivindicar su autonomía. No todos son así, pero sí aquellos que mandan. Les encanta eso de ir en plan “profetas anti-sanedrines modernos". Ellos se presentan como más abiertos, más dialogantes, más ecuménicos, más cercanos a la sociedad, etc, etc. Pero se ve que no logran convencer a los jóvenes de que sigan su ejemplo.
Siendo generosos, concedamos que los religiosos puedan tener algo de razón en su actitud en medio de una sociedad que se está paganizando a ojos vista. Pero yo pregunto: ¿poseen el don de la infalibilidad? Porque en realidad, actúan como si así fuera ya que está por ver que hayan hecho el más mínimo ejercicio de autocrítica. Sigo preguntando: siendo que ellos han sido quienes han tenido entre sus manos a gran parte de la juventud española, al menos la que ha sido educada en sus centros, ¿no tienen ninguna responsabilidad en el hecho de que esa juventud haya abandonado masivamente la Iglesia y la práctica religiosa? ¿en qué se nota la identidad católica de los colegios de curas y monjas a la hora de evaluar la condición espiritual de los alumnos que pasan por sus centros?
Cuando yo iba a los Escolapios de Getafe, todas las semanas asistíamos al menos una vez a misa. La educación estaba impregnada de catolicismo en todas las asignaturas que eran propicias a ello. Salvo alguna excepción que confirmaba la norma, los profesores eran católicos practicantes a los que se notaba que eran gente de Iglesia. Pero eso fue hace tres décadas. ¿Seguirá siendo hoy igual? Mis dos hijos en edad escolar van a colegios religiosos -de diferente orden- y la verdad es que notamos mucha diferencia de cuando iban a un colegio público, pero al menos en uno de ellos echo de menos una formación religiosa tan correcta como la que recibí yo.
Una religiosidad que vive constantemente en la frontera de la comunión eclesial y que no produce vocaciones, difícilmente puede dar la talla a la hora de formar íntegramente a nuestros hijos. Pero es muy complicado que aquellos que son, siquiera en alguna medida, parte del problema, sean parte de la solución. Sobre todo cuando viven muy felices consigo mismo y con su forma de vivir una espiritualidad que, lo quieran o no, se ha alejado no poco del carisma original al que fueron llamados.
Es por ello que creo necesario que los nuevos movimientos eclesiales, especialmente aquellos que son pujantes, activos y llenos del Espíritu -por sus obras los conoceréis-, tomen el relevo de aquellas órdenes que se están vaciando de miembros tras haberse vaciado de su verdadera identidad. Si se dice que tras el Vaticano II ha llegado la hora de los seglares, que sean ellos los que reciban el testigo. Es preferible un seglar comprometido y fiel a la Iglesia que un religioso desgastado, ensimismado en una espiritualidad estéril.
No es que todos los religiosos sean así, quede claro. Son muchos los que no han doblado la rodilla. Y hay que buscar los mecanismos que ayuden a que los que han permanecido fieles aporten algo al futuro de la educación católica. En este caso no se trata de apartar la cizaña del trigo sino de buscar los tallos de trigo en medio de campos de cizaña. Pero, al menos por un tiempo, es hora de pasar de tener colegios de curas y monjas a tener colegios simplemente de católicos, pero que en realidad merezcan tal nombre. Y ser católico en la España de hoy es, sin duda, marcar una diferencia clara y rotunda respecto a la mayor parte de la sociedad, por mucho que esta sea en gran parte bautizada.
Luis Fernando Pérez Bustamante