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1.02.20

Sánchez Sorondo, Fernández, Francisco y la Misa "peronista"

La práctica totalidad de los medios de comunicación argentinos informan hoy de la Misa que tuvo lugar ayer antes de la audiencia que mantuvo el papa Francisco con el presidente Alberto Fernández. Los titulares van desde “Antes de ver al Papa, Alberto Fernández participó de una misa en la que se recordó a Juan Domingo Perón” a “Una antesala con Misa peronista”“Alberto Fernández participó de una `Misa peronista´ en las catacumbas del Vaticano”

De esa Misa llaman varias cosas la atención. La primera de todas, la profanación que tuvo lugar cuando Mons. Sánchez Sorondo dio de comulgar al presidente argentino y su pareja, Fabiola Yáñez. Ni están casados por la Iglesia ni sus trayectorias personales pasadas y presentes hacen pensar que tengan intención de arrepentirse de su condición pecaminosa. De hecho, Yañez, cuya vida no parece un canto a la castidad y el pudor, es la tercera pareja del señor Fernández.

Precisamente ayer se leía en Misa el pasaje bíblico del adulterio del Rey David con Betsabé. De hecho, su homilía en Santa Marta, el Papa dijo que el problema de hoy es que ya no hay conciencia de pecado. La diferencia entre David y Fernández es que el rey recibió la admonición del profeta Natán -que le llevó a convertirse. y el presidente argentino la colaboración para profanar por parte del obispo Sánchez Sorondo -que le confirma en su pecado-.  Bruno Moreno ya ha escrito un artículo al respecto

Fue igualmente interesante, y muy significativa, la homilía Mons. Sánchez Sorondo. El Canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias y de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales tuvo a bien recordar su visita en 1973 a Juan Domingo Perón en Roma. Dijo Sánchez Sorondo: “Perón estaba entusiasmado porque acababa de ganar Cámpora“. Y añadió: “Lo que nunca se imaginó Perón. Nunca se imaginó que Argentina podría tener un Papa. Y uno cercano a él“. Luego elogió al propio Perón: “Hizo tanto. Tenemos que seguir por ese camino".

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25.01.20

Don Celso, llega usted unos 40 años tarde

El arzobispo de Mérida-Badajoz está muy apenado por los planes del gobierno social-comunista de España. Está convencido de que lo que pretende es “sacar a Dios totalmente de la vida social".

El prelado español apela a la encíclica Caritas in Veritate de Benedicto XVI, concretamente a su punto 29 en el que se lee:

Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto, habiéndolo creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente y alimenta su anhelo constitutivo de «ser más». El ser humano no es un átomo perdido en un universo casual, sino una criatura de Dios, a quien Él ha querido dar un alma inmortal y al que ha amado desde siempre.

Y:

Cuando el Estado promueve, enseña, o incluso impone formas de ateísmo práctico, priva a sus ciudadanos de la fuerza moral y espiritual indispensable para comprometerse en el desarrollo humano integral

La solución, según don Celso, es esta:

Por todo ello, me parece tan fundamental que el Estado, sobre todo, defienda y promueva siempre el derecho a la libertad religiosa. Cierto que hay que estar muy atentos para que el ejercicio de este derecho no sea una cobertura para la obtención moralmente ilícita de poder y riqueza, mediante la violencia, sea física o moral; pero este fanatismo religioso, que impide el verdadero desarrollo humano, no puede ser tampoco cobertura para que el Estado y sus instituciones no respeten y fomenten el derecho fundamental a la libertad religiosa en su plenitud de contenido.

Vamos por partes. 

Don Celso tiene razón en que es lamentable que se quiera sacar a Dios totalmente de la vida social. Pero eso no ocurre ahora en el año 2020. Es lo que viene ocurriendo en España desde que se aprobó la Constitución de 1978. Es decir, se está cumpliendo al pie de la letra aquello de lo que advirtió “Don Marcelo", cardenal primado de España, en su Instrucción pastoral previa al referéndum sobre dicha Constitución. Cito:

Estimamos muy grave proponer una Constitución agnóstica –que se sitúa en una posición de neutralidad ante los valores cristianos- a una nación de bautizados, de cuya inmensa mayoría no consta que haya renunciado a su fe. No vemos cómo se concilia esto con el “deber moral de las sociedades para con la verdadera religión”, reafirmado por el Concilio Vaticano II en su declaración sobre libertad religiosa (DH, 1). No se trata de un puro nominalismo. El nombre de Dios, es cierto, puede ser invocado en vano. Pero su exclusión puede ser también un olvido demasiado significativo.

Consecuencia lógica de lo anterior es algo que toca a los cimientos de la misma sociedad civil: la falta de referencia a los principios supremos de ley natural o divina. La orientación moral de las leyes y actos de gobierno queda a merced de los poderes públicos turnantes. Esto, combinado con las ambigüedades introducidas en el texto constitucional, puede convertirlo fácilmente, en manos de los sucesivos poderes públicos, en salvoconducto para agresiones legalizadas contra derechos inalienables del hombre, como lo demuestran los propósitos de algunas fuerzas parlamentarias en relación con la vida de las personas en edad prenatal y en relación con la enseñanza.

Como ve usted, don Celso, don Marcelo dijo que iba a pasar lo que ha venido pasando en estos últimos 41 años, de forma que lo de ahora es solo un paso más en esa dirección.

La cuestión es muy fácil. Si se asume, se defiende, se alienta y se hace apologética favorable a un sistema, el democrático liberal, por el cual se aparta a Dios y su ley al ámbito de la intimidad de cada cual, y todo depende del sentido del voto a la hora de decidir cuáles han de ser la leyes y cuál la orientación de la sociedad, luego no nos podemos rasgar las vestiduras.

No se puede defender la democracia que “retira” la soberanía de Dios para entregarla en manos del pueblo -o sea, de la masa adoctrinada por élites partitocráticas- y luego lamentarse del divorcio, el aborto, todo positivismo jurídico contrario a la ley natural, etc. Como dijo un buen sacerdote extremeño en una conferencia reciente, recogiendo el pensamiento de Mons. Guerra Campos, “la incoherencia consiste en que se aprueba el árbol y después se rechazan los frutos” y “con los votos de los fieles católicos se han implantado los mismos males que luego se critican".

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19.01.20

Pagola se nos ha hecho pentecostal

En su última “reflexión” semanal, el sacerdote y teólogo vasco José Antonio Pagola, da su visión sobre lo que debe ser el verdadero cristianismo, alejado de doctrinas, normas y ritos externos que, a lo sumo, vienen a ser la decoración de la “verdadera” vida espiritual.

Pagola empieza su artículo con una tesis ciertamente peculiar:

Algunos ambientes cristianos del siglo I tuvieron mucho interés en no ser confundidos con los seguidores del Bautista. La diferencia, según ellos, era abismal. Los «bautistas» vivían de un rito externo que no transformaba a las personas: un bautismo de agua. Los «cristianos», por el contrario, se dejaban transformar internamente por el Espíritu de Jesús.

Resulta que ese “rito externo” fue asumido por el mismísimo Jesucristo, que se hizo bautizar por San Juan. Resulta que el bautismo del agua fue siempre cosustancial con el cristianismo, siquiera sea porque fue lo que Cristo mandó hacer a sus apóstoles, y siquiera sea porque lo primero que hicieron aquelos que creyeron las palabras de San Pedro en la primera predicación pública de la Iglesia fue bautizarse (Hech 2,41).

Y eso de que el bautismo de agua no “transforma” a las personas, ¿de dónde se lo saca este sacerdote “católico"? A menos que también hayan cambiado esa doctrina -hoy puede pasar cualquier cosa- el bautismo lava todos los pecados de aquel que lo recibe -en el caso de los bebés, el pecado original-. De hecho, no se me ocurre nada más transformador que pasar de no ser hijo de Dios a serlo.

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4.01.20

Apiádate de España, Señor

Cuando se acepta que Dios deje de ser el soberano efectivo de una nación en sus leyes. Cuando se entrega la soberanía de Cristo en manos del sufragio universal, de las mayorías manipuladas y pastoreadas por una oligarquía partitocrática. Cuando se adora al Baal de los valores de la Ilustración,y se trabaja en favor del consenso que deja al Creador fuera del lugar que le corresponde, aceptando que, a lo sumo, sea un elemento “más” del cuadro institucional. Cuando se proclama el derecho al error incluso en materia religiosa y a ello se le llama libertad. En resumidas cuentas, cuando no solo se asume como inevitable la apostasía sino que se colabora activamente con la misma, ¿qué es lo que se pretende recoger? 

Muchas voces se alzan estos días advirtiendo del abismo al que se dirige España con un gobierno encabezado por un traidor capaz de vender la unidad de la nación a cambio de mantenerse en el poder. Pero por mucho que Pedro Sánchez sea un Judas Iscariote, está muy lejos de ser el único. Por mucho que sea un mentiroso contumaz, capaz de decir una cosa y la contraria de un día para otro, no es el único. No fue él quien juró sobre la Biblia defender algo que luego destruyó. No fue él quien asumió que la familia y el derecho a la vida iban a ser aniquiladas en al actual régimen político.

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14.11.19

Los obispos de Estados Unidos y la conciencia de los fieles ante el aborto

Una de las peculiaridades más interesantes de las Asambleas Plenarias de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB) es que los debates que se producen en las mismas se pueden seguir prácticamente en directo a través de la Redes Sociales, especialmente en Twitter. Hasta donde yo sé, no ocurre algo parecido con ninguna otra conferencia episcopal. Desde luego no con la española. Es más, considero prácticamente imposible -que no indeseable-, que eso cambie en el futuro.

Aunque puede que tenga algunas desventajas esa forma de proceder, los fieles tienen la oportunidad de saber lo que defienden sus obispos y también aquello que rechazan. Y eso es lo que ha ocurrido esta semana con una cuestión tan importante como el aborto.

Mientras que la administración Trump está en plena «cruzada» contra el aborto, dentro de las limitaciones impuestas por la sentencia Roe v Wade de la Corte Suprema, hay obispos estadounidenses que creen que a la hora de formar la conciencia de los fieles católicos de la nación norteamericana, el aborto no debe ser una «cuestión preeminente», especialmente a la hora de votar.

Esa fue la tesis del obispo de San Diego, Mons. Robert McElroy, al apoyar la propuesta del arzobispo de Chicago, cardenal Blase Cupich, de incluir en el documento «Formando conciencias para una ciudadanía fiel» un párrafo entero de la exhortación apostólica Gaudete et exsultate de Francisco, Concretamente el 101, que dice (negritas mías):

101. También es nocivo e ideológico el error de quienes viven sospechando del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista. O lo relativizan como si hubiera otras cosas más importantes o como si solo interesara una determinada ética o una razón que ellos defienden. La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte. No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo, donde unos festejan, gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del consumo, al mismo tiempo que otros solo miran desde afuera mientras su vida pasa y se acaba miserablemente.

McElroy llegó a decir que el uso de la palabra «preeminente» antes de mencionar el aborto en dicho documento «es una declaración que creo que es al menos discordante con las enseñanzas del Papa, e incluso inconsistente», y se declaró que «se utilizará para, de hecho, socavar lo que el Papa Francisco está señalando».

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