A los obispos: Por un catolicismo sin curas ladrones de la fe del pueblo.
Manuel Unciti, que firma como sacerdote y periodista, ha escrito en El Correo Digital un artículo titulado "Por un cristianismo sin mitos". Empieza así:
¿Se puede seguir diciendo que Cristo, el Mesías, subió al cielo o bajó a los infiernos? ¿Se puede continuar hablando de que el Verbo de Dios bajó de los cielos y se encarnó en las entrañas de la Virgen de Nazaret? ¿Se puede seguir afirmando la Ascensión del Señor o la Asunción de María?
Bien, las preguntas que caben hacer son: ¿se puede ser sacerdote de la Iglesia Católica y hacer esas preguntas? ¿se puede ser sacerdote católico y plantear públicamente, y por tanto con escándalo para los fieles mínimamente sensibles, la validez de todos esos dogmas de fe?
Pero el señor Unciti no se queda ahí, no. Ni mucho menos.
Vean lo que dice este sujeto del relato evangélico sobre el nacimiento de Cristo:Toda esa parafernalia de los ángeles cantores en la primera Nochebuena del mundo, toda esa conmovedora crónica de unos pobres recién casados que se ven rechazados de las posadas y que han de recibir a su primogénito en un establo y acostarlo en un pesebre, todo ese ir y venir de unos pastores para obsequiar al Niño que les ha nacido, todo ese largo caminar desde el Oriente -guiados por una estrella- de unos enigmáticos magos que se postran ante el pequeñín y le ofrecen nada más y nada menos que oro, incienso y mirra, toda esa inaudita crueldad de un hipócrita rey Herodes que ordena matar a niños inocentes de Belén y de sus alrededores ¿no son los más singulares ingredientes con que podría contar el mejor fabulador de cuentos infantiles?
La valoración, sin embargo, de esos capítulos de los Evangelios de Lucas y de Mateo cambia radicalmente cuando el exégeta profesional destaca -¿allá es nada!- que la opción preferencial por los pobres….
¿Qué les parece? Vuelvo a preguntar: ¿se puede ser, no ya sacerdote, sino simplemente católico, sosteniendo que todo lo que aparece en el evangelio sobre el nacimiento del Señor es pura fabulación onírica, que apenas sirve para darle una interpretación que favorezca la "opción preferencial por los pobres"? ¿Se ayuda a los pobres negando la historicidad del nacimiento en Belén de Cristo y todo lo que la rodeó? ¿o más bien se comete el delito espiritual de intentar robar la fe al pueblo llano haciéndole dudar de lo que hasta ahora había aceptado con sencillez? El señor Unciti es perfectamente libre de no creer en lo que dice el evangelio, de burlarse de ello, de considerarlo un cuento para niños con contenido moralizante, pero ¿qué pinta entonces como sacerdote? Y más preguntas, ¿qué pinta su obispo permitiendo que siga siendo sacerdote quien se expresa de tal forma? ¿tan poco valora la dignidad del sacerdocio, Monseñor Uriarte, como para permitir esto? ¿o acaso piensa que tal dignidad no se ve alterada aceptando que haya curas así en su diócesis?
¿Piensa el lector que Unciti se conforma con burlarse de la historicidad del nacimiento de Cristo? Por supuesto que no. También arremete contra el milagro de las Bodas de Caná, Tras negar su veracidad histórica, ya que, "¡SIN DUDA, VÁLGAME DIOS!", lo considera un mito, acaba diciendo:
La buena gente, carente de estas elementales claves de lectura y muy mal enseñada por los predicadores, se pregunta con escepticismo a qué viene este milagrito. ¡Y no digamos nada si esa buena gente es de La Rioja!
Ja, ja ja ja ja, ¡pero qué gracioso es el curita este! ¿No les hizo gracia la última frase? Si yo fuera riojano y ateo sin duda que sí. Si fuera riojano y católico, sin duda no. Sin duda me preguntaría qué hemos hecho en esta Iglesia nuestra, a la que tanto queremos, para que proliferen en su seno sacerdotes de la catadura espiritual de ese señor, que se burla rastreramente de la Escritura, que se permite dudar de la Encarnación, que considera mito todo lo que huela a milagro, que además presume pomposamente de su incredulidad.
Señores obispos, nuevamente tengo que decirles que es de ustedes la responsabilidad de que esto siga ocurriendo. Los laicos fieles a la Iglesia y su magisterio no podemos convertirnos en meros espectadores del espectáculo de incredulidad que dan algunos sacerdotes, y por eso algunos nos quejamos en voz alta, pero corresponde a ustedes poner fin a estas exhibiciones de escandalosa heterodoxia que atenta contra la fe del pueblo de Dios. Yo no soy nadie para exigirles nada, pero creo que la Escritura es clara respecto a lo que deben de hacer. Y creo que en Roma también lo tienen claro. Si no lo hacen, estarán quebrantando su fidelidad a Dios y a su Iglesia. Y darán cuenta de ello. Porque para ser obispo, creo yo, no basta con ser ortodoxo, buena persona, buen administrador y más o menos buen predicador. También deben de guardar celosamente la fe de la Iglesia, protegiéndola de los que, desde dentro, y muy especialmente si son sacerdotes, atentan gravísimamente contra la misma, convirtiéndose así en curas ladrones de la fe del pueblo. Señores obispos, hagan el favor de protegernos de los lobos, aunque éstos se disfracen de "opción preferencial por los pobres". Y si en esa defensa ustedes se llevan algún mordisco, recuerden que algo más que mordiscos se llevó Cristo a la cruz para salvarnos. Y que San Pablo dijo: "ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia" (Col 1,24). No creo que lleguen ustedes a sufrir tanto por proteger a su rebaño del vendaval de heterodoxias varias que le acechan. Así que, por el amor de Dios, sean diligentes en su labor.
Luis Fernando Pérez Bustamante