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24.11.10

Tras la tempestad, llegará la calma

Es conocido por todos que tras una tempestad siempre llega la calma. El Katrina mediático provocado por la publicación de la respuesta del Papa Benedicto XVI al periodista Peter Sewald sobre el uso de los preservativos, empieza a dejar paso a una relativa paz, que quizás no deje de ser preludio de nuevas inestabilidades metereológicas.

Navegar en medio de una gran tormenta no es cosa fácil. En ocasiones, el pasajero de la barca de la fe apenas puede hacer otra cosa que agarrarse a su embarcación y rogar a Dios que no le permita naufragar. No todos podemos permanecer tranquilamente dormidos como el Señor mientras los elementos parecen confabularse contra nosotros. Pero sí podemos confiar en que Él, precisamente Él, es capaz de convertir la peor de las tormentas en una calma chicha con una sola palabra.

Tras lo ocurrido en los últimos días, tengo la certeza de que, como ha sido mi caso, un gran número de fieles católicos se han sentido desconcertados en mayor o menor grado. Hablo de fieles de verdad, no de bautizados. Es decir, de aquellos sacerdotes, religiosos y seglares que, por la gracia de Dios, profesan la fe católica y se adhieren a todo el Magisterio, incluido el relacionado con la moral sexual y conyugal. Es tal la avalancha de información y desinformación sobre este tema, que muchos no sabrán todavía hoy a qué atenerse. A algunos se nos va haciendo la luz sobre el alcance de las palabras del Papa, pero creo que más de uno debe estar perplejo y sumido en la oscuridad y el desánimo.

¿Y qué ha dicho el Papa? La literalidad de las palabras ya la conocemos. Yo las interpreto así: Si alguien, hombre o mujer, se dedica a la prostitución, en cualquiera de sus variantes, y es portador del SIDA, el hecho de que piense en no hacer daño a los demás transmitiéndoles la enfermedad es un avance. Si esa persona piensa que la herramienta ideal para no transmitir la enfermedad es el preservativo, pues entonces el uso del mismo está justificado en ese caso concreto. No porque usar el preservativo sea un acto bueno, que no lo es, sino porque la intención y el objetivo, salvar vidas, sí es buena.

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