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13.09.10

La charca pestilente sale en defensa del agua sucia

Este fin de semana se ha celebrado en Madrid el congreso anual de la Asociación de Teólogos Juan XXII -alguien debería rescatar al Papa beato de esas garras- en medio de los típicos tópicos de los “progre-eclesiales". Y, como cabía esperar, el ex-franciscano José Arregi ha sido objeto de “defensa” por parte de sus heréticos camaradas. Este es el comunicado de dicha asociación de nombre equívoco.

1. Queremos expresar nuestra solidaridad con José Arregi en un momento doloroso de su vida en que se ha visto obligado a abandonar la Orden Franciscana, que ha dado enteramente forma a su ser, para recuperar su libertad y seguir viviendo el verdadero espíritu de San Francisco de Asís. ¡Qué contradicción!

2. José Arregi aceptó con humildad el silencio impuesto por la autoridad eclesiástica, pero se rebeló frente a la humillación de que fue objeto al ser acusado por el obispo de San Sebastián de ser “agua sucia”. Fue entonces cuando rompió el silencio para defender su dignidad, que había sido pisoteada.

3. Nos parece antievangélico el comportamiento inmisericorde del poder eclesiástico contra creyentes sinceros testigos de Jesús de Nazaret con su vida y sus enseñanzas, como es el caso de José Arregi.

4. Lejos de aplicar el bálsamo de la misericordia, de practicar el método del diálogo y de respetar el legítimo pluralismo, la jerarquía recurre a las sanciones y condenas, impone el pensamiento único, exige obediencia ciega, no permite el disenso ni la crítica y se comporta autoritariamente. Estas actitudes represivas demuestran la falta de libertad de expresión, reunión y asociación y la conculcación sistemática de los derechos humanos por parte de la jerarquía.

5. Rechazamos enérgicamente este modo de proceder autoritario y anti-democrático que lamentablemente viene siendo habitual en la jerarquía católica.

5. Coincidimos con Arregi en que “los dogmas y el magisterio no los puso Jesús”, que la Iglesia se ha tomado muchas libertades para contradecir a Jesús, que la idolatría de la doctrina nos amordaza y resulta anacrónica y contraria al evangelio.

6. Valoramos muy positivamente la actitud respetuosa, e incluso la generosidad, que ha demostrado Arregi ante el comportamiento represivo del actual obispo de San Sebastián, a quien llama hermano y le desea lo mejor y su compromiso de “seguir siendo franciscano, un simple franciscano sin hábito”.

7. Apoyamos el derecho a la insumisión en el seno de la Iglesia siempre que se transgreda el espíritu del evangelio, se ejerza la represión, se aleje de los pobres.

Primero de todo, cabe decir que Monseñor Munilla no llamó jamás públicamente “agua sucia” a Arregi. Se supone que se lo dijo a los superiores de éste, pero tampoco hay certeza absoluta de que usara dicha frase. Es más, me inclino a pensar que no la dijo. Y en todo caso, vista la actuación de Arregi desde que se produjo el nombramiento de don José Ignacio como obispo de San Sebastián, no cabe la más mínima duda de que, efectivamente, el ex-franciscano era y es agua sucia para la Iglesia Católica.

Ahora bien, si Arregi es agua sucia, los del congreso son como poco charca pestilente que envenena el alma de los que beban de ella. Son la anti-iglesia que quiere permanecer en la Iglesia de quintacolumna de la teología liberal trufada de politiquería de izquierdas, todo trufado de un discurso demagógico en el que prostituyen el nombre de Cristo y la caridad cristiana. Cabe parafrasear un dicho famoso y afirmar que “Satanás los cría y ellos se juntan". Actúan como una secta. Se animan y se apoyan unos a otros. Posiblemente no estén de acuerdo en todas sus herejías, pero sí que van de la mano a la hora de atacar al Magisterio de la Iglesia, el Papa y a los obispos españoles.

Y, por supuesto, tienen el eco mediático que siempre encuentra en este país todo aquello que pueda hacer daño a la Iglesia Católica.

No sé si merece mucho la pena comentar todos los puntos de ese comunicado. Valga como ejemplo que el número cuatro es pura mentira. Dicen que no se ha practicado el diálogo cuando el propio Arregi reconoció que Monseñor Munilla le recibió en su casa. Fue el propio Arregi quien dijo que él era un hereje en relación al Catecismo y su obispo.

Además, hablar de respeto de Arregi hacia don José Ignacio es ya rizar el rizo. Me confirma que gran parte de ellos no sólo son herejes. Es que son mala gente. Y con la mala gente no se va a ningún sitio.

A ver si la Iglesia en España se conciencia de una vez de que hay que acabar con ese sector anticatólico que pretende medrar todavía desde la comunión eclesial. Aquí no hay punto medio de encuentro. O la fe adúltera de ellos, o la fe católica. O con ellos o con los obispos y aquellos que estamos en comunión con nuestros pastores. Si están dispuestos a la conversión a la fe de la Iglesia, con mucho gusto les acogeremos y ayudaremos en el proceso. Pero si quieren insumisión, que sean insumisos hasta las últimas consecuencias. Que cojan la puerta y se larguen. Que nos dejen en paz a los que simple y llanamente queremos ser católicos fieles al Magisterio.

Luis Fernando Pérez

Hilarion explica dónde está el verdadero cisma de nuestra era

Sinceramente, me resulta la mar de gratificante ver a la mano derecha del Patriarca de Moscú en cuestiones ecuménicas -y sospecho que no sólo ecuménicas-, tener las cosas tan claras. La semana pasada se fue a ver a Rowan Williams, arzobispo de Canterbury y primado anglicano. El ortodoxo ruso le dijo lo siguiente tanto al anglicano como a los que le escucharon en la conferencia que dio:

“Todas las versiones actuales del cristianismo pueden ser divididas en dos grandes grupos principales: tradicional y liberal. Hoy la distancia no es tanto entre los ortodoxos y los católicos, o entre los católicos y los protestantes, sino, más bien, entre los tradicionalistas y los liberales".

Por si alguien no tiene claro a qué se refiere el metropolita ruso, lo voy a resumir: “El cristianismo se divide en dos grandes grupos principales: conservadores y progres”. Y es evidente que son dos grupos irreconciliables.

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