La confrontación es inevitable
Estos días se está hablando mucho sobre la misa que va a tener lugar en la madrileña plaza de Colón, el próximo 28 de diciembre. No pienso hablar sobre la asistencia y no asistencia de obispos. Allá cada cual con su conciencia y su parecer pastoral. Lo que me interesa es señalar la imposibilidad de que un acto de esa naturaleza no suponga un enfrentamiento contra los que atacan la vida y la familia.
Cuando uno está en una habitación totalmente a oscuras, el simple hecho de encender un mechero o una cerilla hace que dicha oscuridad pase a mejor vida. Si lo que se hace es abrir la ventana para que entre el sol a raudales, las tinieblas de la habitación pasan a ser historia. La luz y la tiniebla no pueden coexistir en el mismo espacio. La primera siempre derrota a la segunda. Ocurre lo mismo con la verdad y la mentira. Allá donde la verdad gana terreno, lo hace siempre a expensas de la mentira, a la que siempre derrota.

A diferencia de lo que ocurre en España, el sistema democrático estadounidense permite tanto a los legisladores de los diversos estados como a los ciudadanos, por medio de la recogida de firmas, someter a plebiscito propuestas sobre lo humano y lo divino en la papeleta electoral. Y así, el mismo día en que los norteamericanos eligieron a Barack Obama para ser su próximo presidente, en el estado de California se produjo una inesperada victoria electoral de aquellos que querían ilegalizar el matrimonio entre homosexuales. El 52% de los californianos aprobaron la “Propuesta 8″, en la que se pedía modificar la Constitución del Estado para definir el matrimonio sólo como la unión entre hombre y mujer, lo que supondría derogar la decisión del Tribunal Superior de Justicia de California que legalizó el pasado mayo las uniones homosexuales.








