¿Hay algo demasiado difícil para el Señor?

Primera lectura del sábado de la duocécima semana del Tiempo Ordinario:

El Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. 
Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo: «Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo».
Contestaron: «Bien, haz lo que dices».
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: «Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas».
Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían.
Después le dijeron: «¿Dónde está Sara, tu mujer?».
Contestó: «Aquí, en la tienda».
Y uno añadió: «Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo».
Sara estaba escuchando detrás de la entrada de la tienda. Abrahán y Sara eran ancianos, de edad muy avanzada, y Sara ya no tenía sus períodos. Sara se rió para sus adentros, pensando: «Cuando ya estoy agotada, ¿voy a tener placer, con un marido tan viejo?».
Entonces el Señor dijo a Abrahán: «¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: «De verdad que voy a tener un hijo, yo tan vieja»? ¿Hay algo demasiado difícil para el Señor? Cuando vuelva a visitarte por esta época, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo».
Pero Sara lo negó: «No me he reído», dijo, pues estaba asustada. Él replicó: «No lo niegues, te has reído»
Gen 1,1,15

Los modernistas que se regodean negando los milagros de la Escritura comparten algo en común con la esposa de Abrahán. No creen que Dios pueda obrar maravillas. Todo les parece alegórico. Su dios es un dios incapaz, limitado, falso. Pero Sara apenas tenía referentes para creer la promesa del Señor. No procedía de un pueblo que hubiera visto actuar a Dios. Los apóstatas recibieron el don de la fe y lo despreciaron.

Pasado el tiempo, se cumplió lo prometido por el Señor:

El Señor visitó a Sara, como había dicho. El Señor cumplió con Sara lo que le había prometido. Sara concibió y dio a Abrahán un hijo en su vejez, en el plazo que Dios le había anunciado.
Abrahán llamó Isaac al hijo que le había nacido, el que le había dado Sara.
Abrahán circuncidó a su hijo Isaac el octavo día, como le había mandado Dios. Abrahán tenía cien años cuando le nació su hijo Isaac.
Sara dijo: «Dios me hizo reír; todo el que lo oiga, reirá conmigo».Y añadió: «¿Quién le habría dicho a Abrahán que Sara iba a amamantar hijos?, pues le he dado un hijo en su vejez».
Gen 21,1-7

No es la única vez en que la Escritura nos relata algo parecido. Los padres de San Juan Bautista también eran ancianos:

Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan.
Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
Zacarías replicó al ángel: «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada».
Respondiendo el ángel, le dijo: «Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno».
Luc 1,11-20

Nuevamente asaltan las dudas a un hombre de Dios. Zacarías no era mal hombre. Al contrario. De él y de su mujer leemos que “los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor” (Luc 1,6). Y sin embargo, duda.

Solo la llena de gracia, María, responde con un Fiat confiado a la palabra que el Señor le dio por medio de su ángel. Ella es modelo de fe.

Si vemos que Dios puede abrir el seno de mujeres ancianas y estériles, ¿qué no podrá hacer con las almas enfangadas por el pecado? ¿qué será más difícil para el Señor? ¿que una anciana o una virgen conciban o convertir nuestros corazones?

Nada hay imposible para Dios. Sin Él, nada somos. En Él somos recreados a imagen de Cristo por la obra del Espíritu Santo.

Señor, renueva el don de la fe que nos regalaste en el bautismo y no permitas que perezcamos en nuestras dudas.

Luis Fernando

4 comentarios

  
Curro Estévez
No perecemos por nuestras dudas, Luis Fernando, querrán hacernos perecer por nuestras certezas, insoportables para ellos.

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LF:
Sí.
02/07/17 1:29 AM
  
Hector R
Hermoso mensaje, pues entonces no callemos e invitemos a la conversion
02/07/17 2:12 AM
  
Eclessiam
Me vino a la mente el episodio donde dos curas, muy piadosos por cierto, resolvieron en llevar a san Juan Bosco al hospital psiquiátrico, porque creían que se había vuelto loco. Estos curas sin duda lo hicieron con toda la buena intención. ¡Cuantas almas, si se atrevieran a subir los escales de santidad, llegarían a las altísimas alturas donde Dios les quiera llevar! Pienso, es un llamado a todos nosotros, para que no dudemos en saltar hacia las alturas de la santidad a la que Dios quiera llevarnos, no vaya a ser que, justamente, como Sara o Zacarías pongamos trabas el plan de Dios por creer que basta llevar una vida de piedad y devoción, y no pasar de allí.
02/07/17 2:37 AM
  
Juan
Excelente artículo, Luis Fernando, la ceguera es impresionante, hasta los mismos pastores están ciegos, ¿quíen nos va a guiar?
Los laicos tenemos que dar un paso al frente y diseminar semillas aunque el campo no este preparado; es duro, pero es posible, felicito a todos los articulistas de este foro, estan haciendo una gran labor, no importa si algunas semillas caen entre las piedras. En la medida que reguemos más semillas es más probable que se recupere el pueblo de Dios.

Me llegó un excelente vídeo sobre lo que está aconteciendo en Venezuela, es una verdadera catástrofe, este pobre pueblo está sufriendo hasta el punto del martírio y nos preguntamos muchos, ¿Porqué Dios nos castiga de esa manera? y comentaba en ese blog: ¡DIOS no castiga!, sólo nos deja a nuestra suerte cuando voluntariamente, nosotros lo abandonamos, lo ofendemos, blasfemamos, hacemos brujerías o simplemente creemos en cualquier cosa, menos en la Ley y la Doctrina que Él nos enseñó, y por eso nos deja solos y el enemigo (el diablo) hace fiesta y mesa limpia con todos nosotros, del diablo se puede decir cualquier cosa, pero de que trabaja, ¡trabaja!...

Mientras no volvamos a nuestras raices y no dejemos de pecar, Dios no va a intervenir, hasta que la desesperación sea tan grande que nos obligue a pedir perdon de rodilla y con el rostro en tierra como ha sucedido muchas veces en la historia; el pueblo judio es un excelente ejemplo de ello.

Lo que me preocupa aún más es lo que está sucediendo con España y el resto de Europa y el mundo, que practicamente están abandonando al Señor y esto tiene consecuencias y muy graves, sólo cuando las circunstancias sean tan graves que nos lleven a todos a sufrir lo que está sucediendo en Venezuela, o en Cuba o en cualquier otro lugar del mundo donde se ha abandonado a Dios, es cuando tendremos que reaccionar y pedir perdón, y volver a Dios con la esperanza que nos perdone y nos ponga pastores que no sean ciegos, para que nos conduzcan a los prados hermosos que Dios tiene destinados para nosotros. Me pregunto:
¿Porqué tenemos que esperar a llegar a esas condiciones tan desastrosas para arrepentirnos y retomar la senda adecuada?...
Dios nos ha dando muchos momentos de su intervención divina, lo que refieres en tu artículo es ejemplo de ello, las apariciones de la Santíasima Virgen María, son otros, pero no queremos creer, nos resistimos de lo tozudos que somos.

¿Qué tenemos que hacer para que Dios no nos abandone? ¡Las consecuencias me dan mucho miedo, pero: Jesus en Ti confío!
02/07/17 3:35 AM

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