Ésta es la obra de Dios: que creáis en quien Él ha enviado

Evangelio del lunes de la tercera semana de Pascua:

Al día siguiente, la multitud que estaba al otro lado del mar vio que no había allí más que una sola barca, y que Jesús no había subido a ella con sus discípulos, sino que éstos se habían marchado solos.
De Tiberíades otras barcas llegaron cerca del lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias al Señor. Cuando la multitud vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún buscando a Jesús. Y al encontrarle en la otra orilla del mar, le preguntaron: -Maestro, ¿cuándo has llegado aquí?
Jesús les respondió: -En verdad, en verdad os digo que vosotros me buscáis no por haber visto los signos, sino porque habéis comido los panes y os habéis saciado. Obrad no por el alimento que se consume sino por el que perdura hasta la vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre, pues a éste lo confirmó Dios Padre con su sello.
Ellos le preguntaron: -¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?
Jesús les respondió: -Ésta es la obra de Dios: que creáis en quien Él ha enviado.
Jn 6,22-29

Creer en Cristo, pan que baja del cielo y se nos da la vida eterna. Esa es la obra que Dios nos pide. Y es la obra que Dios nos concede hacer.

Efectivamente, muchos interpretan que cuando el Señor dice “Esta es la obra de Dios: que creáis en quien Él ha enviado", está señalando a la necesidad de que los hombres crean en Él. Pero resulta que tal hecho es obra de Dios mismo. Es Él quien nos da la fe, es Él quien hace que podamos creer y alimentarnos del pan que baja del cielo. Por tanto, cuando creemos lo hacemos porque Él ha obrado en nosotros.

De igual manera, toda buena obra que acompaña necesariamente a la fe -pues la fe sin obras es fe muerta- tiene a Dios como fuente primaria. Así actúa la gracia. Quien la resiste, es digno de condenación. Quien la acoge no tiene de qué gloriarse, pues es puro don.

Gracias, Dios Padre, por regalarnos la fe en tu Hijo. Envía tu Espíritu Santo para custodiar ese don y para que podamos llevar buen fruto.

Luis Fernando