¿Qué pueden hacer los padres ante una clase política que pisotea sus derechos?

A pesar de que el sentido común indica que los padres son los principales responsables de la educación de sus hijos, de forma que la escuela es un complemento necesario, pero no superior, en esa tarea, y a pesar de que la constitución española dice, en su artículo 27.3 que “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones“, lo cierto es que la clase política española con representación parlamentaria está empeñada en cargarse ese derecho.
Da igual que esa clase política sea de izquierda, centro o “derecha". Todos se ponen de acuerdo en cargarse la patria potestad en materia de educación en valores. Se da además la circunstancia de que la politización de la justicia convierte en bastante quimérica la idea de que el poder judicial haga algo para evitar ese atropello totalitario.
En San Fernando (Cádiz, Andalucía), se van a impartir a los críos unos talleres de ideología de género. Algunos padres están recogiendo firmas para pedir que no se haga tal cosa. Pero no cabe esperar de la consejería de educación del gobierno andaluz la retirada de dichos talleres. Ante ello, esos padres, supongo que mayormente cristianos y católicos tienen varias opciones:
1- Tragar y pasar del tema.
2- Tragar e intentar contrarrestar en casa lo que se les enseña en el colegio. Se dirá que eso puede provocar que los críos se sientan confundidos, pero siempre será mejor que dejar que acepten como bueno lo que para Dios es malo.
3- Negarse a que sus hijos acudan a esos talleres, dejándoles en casa mientras se celebran. Pero es altamente probable que el estado use medidas coercitivas para impedir esa acción.
Vaya por delante que es legítimo que se eduque a los chavales en el respeto hacia el prójimo, sean cuales sean sus querencias en material sexual. Pero de ahí a imponer que es moralmente aceptable lo que la moral cristiana considerable inasumible y que además se opone a la ley natural, media un mundo.
Uno de los argumentos más peculiares del lobby LGTB consiste en decir que tras siglos de adoctrinamiento cristiano, ahora les toca a ellos. Con lo cual queda claro que lo que les revienta no es que se adoctrine a un crío de una u otra manera, sino que se haga en contra de como ellos quieren. Precisamente ellos que, por razones que saltan a la vista, no son candidatos a formar “familias” con hijos -los “adquieren” vía adopción o métodos artificiales-, pretenden que los que sí tienen hijos asuman, así porque sí, la bondad de sus valores morales.
Existe otro factor muy a tener en cuenta. Las leyes autonómicas van a forzar a los colegios católicos a asumir la ideología de género. Si en este país existiera una auténtica escuela católica, es decir, una escuela confesional no secularizada, la respuesta sería inmediata y contundente. Bastaría con amenazar con un cierre patronal masivo para que los políticos se pensaran dos veces las cosas antes de seguir adelante, ya que la escuela pública no puede atender a los alumnos procedentes de la concertada. Pero no cabe esperar algo así. Ojalá me equivoque, pero la Iglesia Católica en este país no parece tener intención de dar una batalla real y con visos de efectividad para garantizar el derecho de sus fieles a educar a sus hijos conforme a su fe y su moral. A lo sumo se producirán comunicados y declaraciones de obispos quejándose por el atropello contra la libertad religiosa y el derecho de los padres. Pero eso no va a parar el avance del totalitarismo “democrático” que se nos impone por la vía de los hechos.
Más bien creo que la actitud mayoritaria del catolicismo español será la de dejarse llevar. Hay más miedo a recibir la acusación de anti-demócrata que a las consecuencias de un enfrentamiento real contra el príncipe de este mundo. Si se ha dejado que millones de españoles hayan pasado por la escuela católica sin recibir una auténtica formación basada en nuestra fe -por no hablar de que en ocasiones se les ha formado contra dicha fe, de lo cual puedo dar ejemplos-, ¿cómo se va a tener el valor de plantar cara al César que quiere pisotear nuestros derechos?
Siempre quedará un remanente de fieles que merecen el nombre de cristianos. Habrá padres que luchen para evitar que perviertan a sus hijos. Habrá incluso algunos colegios que intenten puentear esas leyes inicuas de mil y una maneras. Humanamente hablando estarán muy solos. Serán una especie de apestados sociales. Incluso puede que apestados eclesiales, acusados de fundamentalismo. Ahora bien, “si Dios es con nosotros, ¿quién estrará contra nosotros?” (Rom 8,32). Si no damos la batalla por lo que más amamos, nuestros hijos, ¿por qué la daremos?
Poned mucha atención a las palabras con que hoy os he dado testimonio, y ordenad a vuestros hijos que cuiden de poner por obra todos los términos de esta ley.
Deut 32,46
Luis Fernando Pérez Bustamante



