El libro de Pagola, regalo envenenado de Uriarte a Munilla
Monseñor Uriarte ha prestado su último “servicio” a la Iglesia en Guipúzcoa. El mismo ha consistido en desobedecer las instrucciones claras, precisas y hasta contundentes que recibió de Roma en el sentido de no permitir que saliera a la luz la edición “corregida” del Jesús de Pagola, al menos no sin haber sido antes revisada por la Comisión para la Doctrina de la Fe de la CEE. Pues nada, ni repajolero caso. Dicha edición va con su “imprimatur". Un imprimatur que de poco va a servir si, como todo parece indicar, la Congregación para la Doctrina de la Fe toma cartas en el asunto y abre expediente al teólogo vasco. De hecho, según mis fuentes, y puedo asegurar que son absolutamente fiables, las correcciones llevadas a cabo por Pagola no alteran apenas en nada los errores teológicos que fueron mostrados por la comisión de la CEE.
Pero eso ya a monseñor Uriarte le importa un pimiento. Él dejará de ser obispo de San Sebastián el próximo 9 de enero. E incluso si, como posiblemente se esté intentando desde España, se produce una reacción “urgente” de Roma pidiendo la retirada del libro, lo más seguro es que el prelado vasco se haga el sordo y mire para otro lado. De tal manera que el marrón le caerá a monseñor Munilla. Es más, estoy convencido de que esa, y no otra, era la intención de Uriarte. La jugada es clara: si Munilla se carga el libro, aparecerá ante los enemigos internos y externos de la Iglesia como el obispo inquisidor que se enfrenta al teólogo más destacado de su nueva diócesis. Y si no hace tal cosa, habrá quien diga que tiene miedo a hacer lo que tiene que hacer.
Pero yo creo que, precisamente, monseñor Munilla no tiene que encargarse de este asunto, aunque también es cierto que si lo hace, sería la forma más contundente de dejar bien claro que a él nadie le marca el paso. En todo caso, el que ha dado el imprimatur al libro no es él sino Uriarte. Y si se tiene que censurar a Pagola y al obispo que le apoyó, esa es tarea de la Santa Sede. Lo que un obispo rebelde hace, no lo tiene que deshacer su sucesor sino la Sede Apostólica, que para eso está. Roma debe facilitar las cosas al nuevo obispo de San Sebastián, quien debería encontrarse con el asunto resuelto incluso antes de tomar posesión.
Me dicen también que Pagola anda muy deprimido. Que intuye que la que se le viene encima es gorda. Pues lo tenía bien fácil. Si hubiera retirado el libro, si hubiera dado orden expresa de que no se tradujera a otros idiomas, quizás todo habría quedado encerrado bajo siete llaves en el baúl del olvido. Ahora ya es tarde. Han querido echar un pulso a la CEE y se encuentran con que la misma retira el brazo y en su lugar aparece el de la Santa Sede. Que sin duda es más lenta pero más contundente. Una nota de una comisión episcopal tiene bastante relevancia mediática pero a nivel magisterial es casi un chiste comparado con la importancia de una nota del dicasterio responsable de guardar la ortodoxia en el seno de la Iglesia Católica. Lo que publica la Congregación para la Doctrina de la Fe, está aprobado previamente por el Papa. Y el actual ha llegado al papado tras haber sido durante largos años el Prefecto de ese dicasterio romano.
Monseñor Uriarte ha querido pasar a la historia no sólo como el continuador de la nefasta línea de Setién sino como el obispo que, al final de sus días de ministerio episcopal, se chuleó de la Santa Sede. Allá él con su conciencia. Yo sólo puedo decir que, a Dios gracias, ese tipo de episcopado es ya cosa del pasado. Como dijo el Señor, dejad que los muertos entierren a sus muertos. Ese muerto -me refiero a una modelo concreto de “hacer Iglesia"- ya hiede y no habrá voz de Cristo que le pida salir de la tumba. Que se lo coman los gusanos.
Luis Fernando Pérez