(634) Espiritualidad, 12. -Dios quiso la Cruz de Cristo
–Más sobre la Cruz de Cristo…
–¿Estamos estos días en Cuaresma, no? Pues digamos que estos artículos son meditaciones de Cuaresma.
Hace diez años, en 2011, traté este tema en dos artículos: en (137) El Señor quiso la Cruz, y en (138) Por qué Dios quiso la Cruz Sobre estas dos fundamentales verdades de fe, formalmente reveladas, se habían difundido graves herejías. Y como esos dos errores permanecen activos, creo que hoy sigue siendo necesario reafirmar la fe católica contra ellos. Vamos ahora con el tema primero.
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—Dios quiso la Cruz de Cristo
¿Quiso Dios realmente la muerte de Jesús o ésta debe ser atribuida sin más a la cobardía de Pilatos, a la ceguera del Sanedrín, al gregarismo irresponsable del pueblo judío? La Iglesia da una respuesta cierta en su Catecismo: «La muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica San Pedro a los judíos de Jerusalén ya en su primer discurso de Pentecostés» (599). Comprobemos esa doctrina.
–Dios quiso que Cristo muriese en la Cruz. El Hijo divino encarnado entrega en ella su vida en sacrificio de expiación por los pecados de la humanidad, y la reconcilia con Dios, consiguiéndole el perdón y la filiación divina. Las Escrituras antiguas y nuevas «dicen» clara y frecuentemente que Jesús se acerca a la Cruz «para que se cumplan» en todo las Escrituras, es decir, los planes eternos de Dios (Lc 24,25-27; 45-46). Siendo Dios omnipotente, y pudiendo evitar la muerte de Jesucristo en el Calvario, quiso permitirla, y «probó (demostró) el amor que nos tiene en que, siendo pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rm 5,8). «Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos» (Jn 15,13).
*La Sagrada Escritura lo revela y enseña formalmente
Desde el principio mismo de la Iglesia, en Pentecostés, confiesa Simón Pedro esta fe predicando a los judíos: Cristo «fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios» (Hch 2,23); «vosotros pedisteis la muerte para el Autor de la vida… Y Dios ha dado así cumplimiento a lo que había anunciado por boca de todos los profetas, la pasión de su Cristo. Arrepentíos, pues, y convertíos» (3,15-19). «Herodes y Poncio Pilato se aliaron contra tu santo siervo, Jesús, tu Ungido; y realizaron el plan que tu autoridad había de antemano determinado» (Hch 4,27-28; +13,27-30). Conociendo Cristo la Providencia de Dios, por eso fue «obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz» (Flp 2,8): obediente a lo que «quiso» la voluntad del Padre (Jn 14,31), por supuesto, no a la voluntad de Pilatos o a la del Sanedrín. Para obedecer ese maravilloso plan de Dios «se entregó por nosotros, ofreciéndose a Dios en sacrificio de agradable perfume» (Ef 5,2). Así el Hijo fiel, el nuevo Adán obediente, realiza «el plan eterno» que Dios, «conforme a su beneplácito, se propuso realizar en Cristo, en la plenitud de los tiempos» (Ef 1,9-11; 3,8-11; Col 1,26-28).
San Juan Pablo II enseña en la carta apostólica Salvifici doloris (11-II-1984) que «muchos discursos durante la predicación pública de Cristo atestiguan cómo Él acepta ya desde el inicio este sufrimiento, que es la voluntad del Padre para la salvación del mundo» (18).
*La Liturgia antigua y la actual de la Iglesia «dice» que quiso Dios la cruz redentora de Jesús. Solo dos ejemplos:
«Dios todopoderoso y eterno, tú quisiste que nuestro Salvador se hiciese hombre y muriese en la cruz, para mostrar al género humano el ejemplo de una vida sumisa a tu voluntad» (Or. colecta Dom. Ramos). «Oh Dios, que para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la cruz» (Or. colecta Miérc. Santo).
*La Tradición católica de los Padres, del Magisterio y de los grandes maestros espirituales «dice» una y otra vez que Dios quiso en su providencia el sacrificio redentor de Cristo en la Cruz. El Catecismo de Trento (1566, llamado de San Pío V o Catecismo Romano) enseña que
«no fue casualidad que Cristo muriese en la Cruz, sino disposición de Dios. El haber Cristo muerto en el madero de la Cruz, y no de otro modo, se ha de atribuir al consejo y ordenación de Dios, “para que en el árbol de la cruz, donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida” (Pref. Cruz)». Y según eso exhorta:
«Ha de explicarse con frecuencia al pueblo cristiano la historia de la pasión de Cristo… Porque este artículo es como el fundamento en que descansa la fe y la religión cristiana. Y también porque, ciertamente, el misterio de la Cruz es lo más difícil que hay entre las cosas [de la fe] que hacen dificultad al entendimiento humano, en tal grado que apenas podemos acabar de entender cómo nuestra salvación dependa de una cruz, y de uno que fue clavado en ella por nosotros.
«Pero en esto mismo, como advierte el Apóstol, hemos de admirar la suma providencia de Dios: “ya que el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios en las obras que manifiestan su sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación… y predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos” (1Cor 1,21-23)… Y por esto también, viendo el Señor que el misterio de la Cruz era la cosa más extraña, según el modo de entender humano, después del pecado [primero] nunca cesó de manifestar la muerte de su Hijo, así por figuras como por los oráculos de los Profetas» (I p., V,79-81).
–Cristo quiso morir por nosotros en la Cruz
Como dice Juan Pablo II en la encíclica Salvifici doloris, «Cristo va hacia su pasión y muerte con toda la conciencia de la misión que ha de realizar de este modo… Por eso reprende severamente a Pedro, cuando éste quiere hacerle abandonar los pensamientos [divinos] sobre el sufrimiento y sobre la muerte de cruz (Mt 16,23)… Cristo se encamina hacia su propio sufrimiento, consciente de su fuerza salvífica. Va obediente al Padre, pero ante todo está unido al Padre en el amor con el cual Él ha amado al mundo y al hombre en el mundo» (16).
*La Sagrada Escritura, la antigua y la nueva, lo enseña con toda claridad.
«El Siervo doliente se carga con aquellos sufrimientos de un modo completamente voluntario (cf.Is 53,7-9)» (18; cf. Catecismo, 609). Desde el comienzo de su vida pública da Jesús muestras evidentes de que se sabe «hombre muerto», condenado por las autoridades de Israel. Todo lo que dice y hace muestra la libertad omnímoda propia de un hombre que, sabiéndose condenado a la muerte, no tiene para qué «guardar» su propia vida, porque la da desde el principio por «perdida». Sus modos de hablar y de obrar son por eso absolutamente libres, y muchas vecesaparentamente «suicidas», valga la expresión. Su amor al Padre y a los hombres le mueve siempre con fuerza hacia la Cruz redentora.
Jesús es siempre consciente de su vocación martirial, de la que su ciencia humana tiene un conocimiento progresivo, pero siempre cierto. Por eso anuncia a sus discípulos que en este mundo van a ser perseguidos como Él va a serlo. Y cuando les enseña que también ellos han de «dar su vida por perdida», si de verdad quieren «ganarla» (Lc 9,23), lo hace porque quiere que su misma actitud martirial constante sea la de todos los suyos: «yo os he dado el ejemplo, para que vosotros hagáis también como yo he hecho» (Jn 13,15).
*Los Padres y el Magisterio apostólico «dicen» lo mismo. Concretamente, con ocasión de los gravísimos errores de los protestantes sobre el misterio de la Cruz, el Catecismo de Trento enseña que «Cristo murió porque quiso morir por nuestro amor. Cristo Señor murió en aquel mismo tiempo que él dispuso morir, y recibió la muerte no tanto por fuerza ajena, cuanto por su misma voluntad. De suerte que no solamente dispuso Él su muerte, sino también el lugar y tiempo en que había de morir» [cita aquí Jn 10,17-18 y Lc 13,32-33]. «Y así nada hizo él contra su voluntad o forzado, sino que Él mismo se ofreció voluntariamente, y saliendo al encuentro a sus enemigos, dijo: “Yo soy”, y padeció voluntariamente todas aquellas penas con que tan injusta y cruelmente le atormentaron». Y fijémonos en las siguientes palabras de este gran Catecismo.
«Cuando uno padece por nosotros todo género de dolores, si no los padece por su voluntad, sino porque no los puede evitar, no estimamos esto por grande beneficio [ni por gran declaración de amor]; pero si por solo nuestro bien recibe gustosamente la muerte, pudiéndola evitar, esto es una altura de beneficio tan grande» que suscita el más alto agradecimiento. «En esto, pues, se manifiesta bien la suma e inmensa caridad de Jesucristo, y su divino e inmenso mérito para con nosotros» (I p., cp.V,82).
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—Si así «dicen» la Escritura y el Magisterio, los Padres y la Liturgia ¿cuál será el atrevimiento insensato de quienes «contra-dicen» una Palabra de Dios tan clara y cierta?…
Cristo quiso la Cruz porque ésta era la eterna voluntad salvífica de Dios providente. Y los cristianos católicos están familiarizados desde niños con estas realidades de la fe y con los modos bíblicos y tradicionales de expresarlas –voluntad de Dios, plan de la Providencia divina, obediencia de Cristo, sacrificio, expiación, ofrenda y entrega de su propia vida, etc.–, y no les producen, obviamente, ninguna confusión, ningún rechazo, sino solamente amor al Señor, gratitud total, devoción y estímulo espiritual. Ellos han respirado siempre el espíritu de la Madre Iglesia. Y ella les ha enseñado no solo a hablar de los misterios de la fe, sino también a entenderlos rectamente a la luz de una Tradición luminosa y viviente. Por eso para los fieles que «permanecen atentos a la enseñanza de los apóstoles» (Hch 2,42), las limitaciones inevitables del lenguaje humano religioso jamás podrán inducirles a error.
Por tanto, aquellos exegetas y teólogos que niegan en Cristo el preconocimiento de la Cruz y explican principalmente su muerte como el resultado de unas libertades y decisiones humanas, sin afirmar al mismo tiempo que ellas realizan sin saberlo la Providencia eterna, ocultan la epifanía plena del amor de Dios, que en Belén y en el Calvario «manifestó (epefane) la bondad y el amor de Dios hacia los hombres» (Tit 3,4).
El lenguaje de la fe católica debe ser siempre fiel al lenguaje de la sagrada Escritura… El escriturista y el teólogo pervierten su propia misión si contra-dicen lo que la Palabra divina dice. En mi artículo (137), antes citado, expongo más ampliamente esta obvia verdad de fe.
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Quiso Dios, quiso Cristo, salvar a la humanidad pecadora por la sangre de la Cruz. Ésta es Palabra de Dios, como hemos visto. Pero podemos preguntarnos, como lo hice ya en mi segundo artículo (138): ¿Por qué quiso Dios en su providencia disponer la salvación del mundo por un medio tan sangriento y doloroso? Es la clásica cuestión teológica, Cur Christus tam doluit? Trataré de responder esta quæstio misteriosa, Dios mediante, en el próximo artículo.
José María Iraburu, sacerdote
Post post.– En este artículo he reafirmado la verdad de su título con argumentos puramente positivos: palabras divinas de Escritura y Tradición, de Liturgia y Magisterio apostólico. Estamos viviendo estos días en el campo florido de la meditación cuaresmal, para acrecentar la caridad por la verdad. Pero no he querido refutar directamente a quienes han enseñado que la muerte del Crucificado no fue voluntad providente y permisiva de Dios, un «sacrificio de expiación» exigido por Dios… O que al menos consideran que son palabras inconvenientes para hablar del misterio de la Cruz de Cristo.
Comentando en este blog (52) la Cristología de Olegario González de Cardedal (1934-), citaba yo en 2009 este párrafo suyo (subrayados míos): «Sacrificio. Esta palabra suscita en muchos [¿en muchos católicos?] el mismo rechazo que las anteriores [sustitución, expiación, satisfacción]. Afirmar que Dios necesita sacrificios o que Dios exigió el sacrificio de su Hijo sería ignorar la condición divina de Dios, aplicarle una comprensión antropomorfa y pensar que padece hambre material o que tiene sentimientos de crueldad. La idea de sacrificio llevaría consigo inconscientemente la idea de venganza, linchamiento… […] Ese Dios no necesita de sus criaturas: no es un ídolo que en la noche se alimenta de las carnes preparadas por sus servidores» (pgs 540-541).
Para impugnar el lenguaje de la fe católica –es decir, el lenguaje de Escritura mantenido en todos los siglos por la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente–, y rechazar su verdad o su conveniencia, echa mano de un terrorismo verbal que suscita alergia a palabras sagradas, y que consigue en la práctica su eliminación (sacrificio, sacerdote, expiación, etc.). Ya casi nunca se usan. Y el mismo camino siniestro han andado otros autores, por ejemplo, Pagola (1937-), como puede verse en este mismo blog (79).
14 comentarios
Tengo una pregunta, padre. Cuando Jesús dijo: «el que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga.», ¿qué se supone que debían entender, quienes Le escuchaban en esa época, por aquello de tomar la cruz cada día? Digo, ellos todavía no habían visto lo que realmente significa la Cruz, cosa que recién se vería tiempo después durante una celebración de la Pascua en Jerusalén, y entonces me parece que habrán entendido algo distinto a lo que entendemos hoy por tomar la cruz. ¿Qué entendía un israelita antes del año 33 por la expresión "tome su cruz cada día"?
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JMI.-Ni idea.
Imagínate qué idea tendrían si cuando Jesús les "anuncia claramente" su pasión ya próxima "ellos no entendieron nada. Pero tenían miedo y no se atrevían a preguntarle".
Quizá Jesús empleaba unas palabras muy recordables, que después de su cruz, resurrección, ascensión y pentecostés llegaron a entender PERFECTAMENTE, haciendo de ellas un San Pablo el centro de su predicación, "Cristo, y Cristo crucificado".
Bendición +
"El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,y entregar su vida como expiación"
Gracias por sus valiosas reflexiones en este tiempo propicio, querido padre!
Me hacen mucho bien.
Muchas bendiciones para usted.
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JMI.-Muchas gracias por sus buenas palabras. Y aún mayores gracias a Dios.
El Señor me da luz para decir esta verdad fundamentalísima. Y a usted se la da para acogerla en mente y corazón. Todo es gracia.
Bendición +
Esto hace, que sea el acto de Amor más grande inimaginable.
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JMI.-Así es. Palabra de Cristo.
Bendición +
"Y los cristianos católicos están familiarizados desde niños con estas realidades de la fe y con los modos bíblicos y tradicionales de expresarlas": me temo que esto no se ha cumplido cabalmente en estos últimos tiempos, dada la apostasía implícita o explícita. En todo caso, "seguir la Cruz" con sacrificio es el tema capital que renegará el venidero Anticristo, a tono con aquellos que pidieron al Nazareno bajarse de la Cruz.
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JMI.-Los niños entienden bastante más de lo que suponemos, y sobre todo si se forman en una familia bien cristiana, y aún mejor si el Señor les da un buen catequista (clérito o laico) tienen ya desde chiquitos el "sensus fidei" sobre los entendimientos cristianos de la fe católica. Por decirlo así: no saben solfeo ni han estudiado música, pero oyendo buena música han forma un buen "oído musical", que capta un desafinamiento cuando se produce en una composición que nunca habían oído. Distinguen. Tienen buen oído musical.
Bendición + JMI
Si Jesús enseñó, como Isaías, "misericordia quiero, no sacrificios" para no condenar a los inocentes; y por las palabras de Jesús después de la última cena a Felipe, "quien me ha visto a mí, ha visto al Padre", deduzco de ambas frases que el Padre no quiere el sacrificio del Hijo por ser éste inocente, sino que quiere que seamos misericordiosos, como enseñó en la bienaventuranza para alcanzar misericordia.
Es mi modesto punto de vista sobre este asunto. Muchas gracias.
Otra prueba en la Sagrada Escritura: Isaías 53: Pro Eo quod laboravit anima eius, videbit et saturabitur; literalmente: por aquello que operó con su vida, (Dios) lo verá y se saciará. Deduzco: Dios Padre mira con infinito Amor a su hijo sentado a su derecha libre de los trabajos de su alma, con las señales santísimas de su pasión, y se sacia con gozo inefable. Y ello eternamente, pues está en futuro imperfecto el verbo: saturabitur.
Le queremos Padre. Persevero por Gracia exclusiva de Dios.
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JMI.-Todo es gracia...
Bendición +
En cuanto a las herejías con respecto a la Cruz de Cristo, considero que hay otras dos herejías que preparan abundantemente el terreno para todo tipo de herejías sobre el crucificado. Estas son:
1. Dios no castiga
2. Es razonable esperar que al final el infierno esté vacío
En cuanto a la primera, gravísima, hay que ser un imbécil para tener un conocimiento mínimo de la Sagrada Escritura, y afirmar que Dios no castiga. Esta herejía distorsiona todo el conocimiento que tenemos de Dios, de su actuar como Padre Providente, misericordioso y justiciero. Lamentablemente un gran apologeta en muchos temas, como Alejandro Bermúdez de Aciprensa, vive defendiendo a capa y espada esta terrible herejía.
En cuanto a la segunda, es un poco más sutil, pero no menos grave, en primer lugar porque va en contra de la Sagrada Escritura, que en más de un lugar nos habla de las almas que sufren el castigo eterno como realidad actual, no hipotética (y así lo vieron los pastorcitos de Fátima cuando la Santísima Virgen les mostró el infierno, ciertamente no estaba vacío), y en segundo lugar porque licúa el drama de la salvación, reduciéndola a una mera hipótesis, que nunca llegará a cumplirse en la realidad. Si se licúa el drama de la salvación, se licúa el drama de la Cruz, se licúa la real posibilidad de la condenación eterna para cada uno de los que estamos aquí, y eso tiene consecuencias catastróficas en un mundo caído, en el que el demonio ronda como león rugiente.
«Si el juicio comienza por nosotros, ¿cuál será la suerte de los que se niegan a creer en la Buena Noticia de Dios? Si el justo apenas se salva, ¿qué pasará con el impío y el pecador?»
Pero quién se va a tomar en serio esta exhortación del Príncipe de los Apóstoles, si al mismo tiempo escucha enseñar a ministros de la Iglesia que es razonable esperar que el infierno esté vacío. Lamentablemente un obispo que predica con gran maestría muchos temas sobre la fe, como lo es monseñor Robert Barron, defiende a capa y espada esa estupidez inventada por Hans Urs von Balthasar.
Lamentablemente muchos fieles siguen a Bermúdez y a Barron, pensando que transmiten fielmente la doctrina católica, y son extraviados en esas herejías.
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JMI.-La Iglesia siempre y en todo lugar, Oriente y Occidente, ha entendido y predicado lo que usted ha dicho. Es Tradición constante, es Escritura revelada, es Magisterio apostólico reiterado... Los que enseñan que no es así, sino como ellos lo entienden, es como si estuvieran locos: han perdido el uso de la razón y de la fe juntamente. Oremos, oremos, oremos.
Bendición +
Jesús al decir que "nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus amigos" indica la perfección en el amor a los que le obedecen en sus mandatos, el amor perfecto de Jesús, como es el amor del Padre, que tuvo a sus apóstoles y discípulos aceptando voluntariamente la cruz.
Creo ni siquiera imaginamos el dolor de Jesucristo, El Señor, lo que padeció, como para decir que Dios su Padre quiso, eso.
Muy diferente es decir, que por causa de nuestra salvación tuvo que realizarse el sacrificio, lo que es muy diferente a querer, a desear.
Pero en fin, es mi punto de vista, puedo estar equivocado.
Pienso que la cruz no es por que Cristo le deseara, sino que debido a su misión no había otro camino.
Pero, repito es mi opinión, y puedo estar equivocado.
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JMI.-La fe, y lo mismo la teología, ha de fundamentarse siempre en Escritura, Tradición (Padres, doctores, liturgia) y Magisterio apostólico, que ahora es de XX siglos (Vaticano II, Dei Verbum 10). Lo que no beba de esa triple fuente no puede ser más que una "opinión" sin valor, sobre todo si "dice" lo contrario de lo que "dicen" esas tres voces, que vienen a ser una sola. Lo que podamos opinar los hombres por nosotros mismos, tratando en pensamiento autónomo cosas de Dios, no vale nada. Más aún, resulta necesariamente equivocado. Como en este caso.
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JMI.-
... como para "decir que Dios su Padre quiso", eso.
Como para decir, cosa que le parece a Ud. inadmisible, que "Dios quiso" etc. Lo dice miles de veces Escritura, Tradición, etc. pero a Ud. le parece mal. Vaya por4 Dios. Aviso a Roma, para que cambie todo.
Muy diferente es decir, que "por causa de nuestra salvación tuvo que realizarse el sacrificio". Por lo que dice Ud., no obró libremente Dios, por ejemplo, anunciando ya en Isaías la profecía del Siervo doliente, que entrega su vida en sacrificio, como cordero, para salvación de la humanidad pecadora, etc... No. Es que el pobre Dios se vio obligado por las circunstancias. Vaya por Dios. Esto de tener un Dios no omnipotente es una lata.
Consejo: no publique Ud. más reflexiones de "su" teología. Estudie más la de la Iglesia. Y no se conforme con "basándome en el titulo, solamente, no he leído la nota"...
Fue un sacrificio, algo difícil.
Otro pasajes dicen "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito".
"Pero Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros".
Y el mismo Señor Jesucristo "Pero de un bautismo tengo que ser bautizado, y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla! "
Por esos pasajes entiendo algo difícil, un sacrificio por nosotros, a la palabra querer le entiendo otro significado. Querer salvarnos si, pero no querer sufrir por el hecho de sufrir nada mas por que si.
Para mis comentarios me baso en las Sagradas Escrituras, y cuando digo puedo estar equivocado me refiero a la interpretación.
Muéstreme por favor en que dije lo contrario respecto a las Sagradas Escrituras.
Si lo que estoy diciendo es que La Cruz de Nuestro Señor Jesucristo que El Padre permitió que El llevara y que el acepto por nuestra Salvación no fue un gusto de querer por si misma sino un sacrificio por nosotros, ahora si, por querer salvarnos.
Ese es mi punto.
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MARIO: ... como para "decir que Dios su Padre quiso", eso.
JMI: Como para decir, cosa que le parece a Ud. inadmisible, que "Dios quiso" etc. Lo dice miles de veces Escritura, Tradición, etc. pero a Ud. le parece mal. Vaya por Dios. Aviso a Roma, para que lo cambie todo. Llevará muchísimo tiempo, pero hay que cambiarlo.
MARIO: Muy diferente es decir, que "por causa de nuestra salvación tuvo que realizarse el sacrificio".
JMI: Por lo que dice Ud., no obró libremente Dios, por ejemplo, anunciando ya en Isaías la profecía del Siervo doliente, que entrega su vida en sacrificio, como cordero, para la salvación de la humanidad pecadora, etc... No. Es que el pobre Dios se vio obligado por las circunstancias. Por ellas "tuvo que realizarse el sacrificio". Vaya por Dios. Esto de tener un Dios no omnipotente es una lata.
Consejo: no publique Ud. más reflexiones de "su" teología. Estudie más la de la Iglesia. Y no se conforme con "basándome en el titulo, solamente, no he leído la nota"... Pero "opino".
En base a este texto, cambio mi postura a una mas reflexiva antes de opinar.
Pido una disculpa por comentar, no habia reflexionado este texto, pero si otros, y perdon a Dios si dije algo equivocado.
Y a otros si mis comentarios los confunden.
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JMI.-Bendición.
Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, Viernes Santo 2020:
"¿Acaso Dios Padre ha querido la muerte de su Hijo, para sacar un bien de ella? No, simplemente ha permitido que la libertad humana siguiera su curso, haciendo, sin embargo, que sirviera a su plan, no al de los hombres."
¿Por qué confunden así desde los púlpitos más escuchados por los católicos?
Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.
Un saludo desde Argentina.
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JMI.-Cuando alguien se distancia del modo de expresar los misterios de la fe en los términos que la Iglesia ha empleado en XX siglos de Tradición, unánime en Oriente y Occidente, aunque diga la verdad (en el mejor de los casos), siempre confunde y puede inducir al error. Por eso Papas y Concilios tantas veces han exhortado a mantener la fe expresándola con humilde fidelidad verbal a las fórmulas vigentes en la Tradición.
Que Nuestro Señor Jesucristo le bendiga
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JMI.-Amén. Gracias.
Bendición +
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