InfoCatólica / Reforma o apostasía / Archivos para: Mayo 2020

30.05.20

(597) El Espíritu Santo- 2. el Amor entre el Padre y el Hijo

 Fray Juan Bautista Maíno, 1619

–Los cristianos corrientes ignoramos casi todo lo que dice usted en este articulo.

–Es una pena… Se interesan –los que se interesan– por las cuestiones morales. Estos otros misterios de la fe les traen generalmente sin cuidado. Y por eso los ignoran. Gran pena.

En el artículo anterior traté del Padre sin principio y de la generación eterna de su único Hijo. Y dejé para este articulo exponer la fe en el Espiritu Santo. Vamos con ello.

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28.05.20

(596) El Espíritu Santo- 1. Revelación de la Trinidad

 

 –¿Y usted cree que los lectores se van a interesar por este tema?

–Le respondo, como los gallegos, con otra pregunta. ¿Y usted ve normal que los cristianos no se interesen por conocer más el misterio de la Santísima Trinidad?

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo inicio una serie de articulos sobre el Espíritu Santo, sus preciosos dones y su acción continua en la vida espiritual. Pero antes es necesarrio que recuerde y confiese la fe católica en la Santísima Trinidad.

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25.05.20

(595) Ascesis del entendimiento

 –Yo conozco bien la doctrina cristiana, y distingo con facilidad lo bueno y lo malo, lo que tengo que hacer o evitar. Lo que me falla no es el entendimiento, sino la voluntad.

–Está usted muy herrado (perdón, quítele la h). Eso que me dice me confirma en la necesidad de la ascesis del entendimiento. Usted falla en entendimiento, memoria y voluntad. Tres facultades, en una sola persona, que están muy vinculadas entre sí.

Ya traté de la (537) ascesis de la memoria y (594) de la voluntad. Veamos ahora (595) la del entendimiento.

 

–Estado lamentable del entendimiento (la razón)

La mente del hombre es un oscuro caos, ambiguo, desordenado, confuso, contradictorio muchas veces, cerrado para la captación de ciertas verdades y abierto a los diversos influjos erróneos imperantes en el mundo. La máxima oscuridad del entendimiento se da en los apóstatas: perdida la fe, se extravía la razón. Queda peor que en los paganos. Corruptio optimi pessima. (Véase la imagen superior).

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18.05.20

(594) La ascesis de la voluntad

 

–Reconózcame, si es tan amable, que «querer es poder».

–No puedo. Soy católico. No soy pelagiano, con perdón.

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Las tres potencias del alma son la razón-entendimiento, la memoria y la voluntad. Las tres potencias, las tres facultades, los tres hábitos operativos propios del hombre. Ya traté de la ascesis de la memoria; estudio ahora la ascesis de la voluntad. Y sigo en mi exposición especialmente a San Juan de la Cruz, doctor de la Iglesia.

–La voluntad del hombre está cautiva

La voluntad del hombre carnal está gravemente enferma; lo suyo es el amor y la libertad. Es la voluntad la que ama, sea acompañada del sentimiento o incluso con el sentimiento ausente o contrario. Es la voluntad la que quiere libremente; no está predeterminada; ha de seguir al entendimiento, que le muestra la acción concreta como buena o como mala, pero puede degradarse cuando sigue a un sentimiento contrario a la razón; puede querer el bien con mérito, o el mal con culpa. Por eso dice San Juan de la Cruz, vinculando las tres facultades del hombre con las tres virtudes teologales:

«no hubiéramos hecho nada en purificar el entendimiento para fundarle en la virtud de la fe, y a la memoria en la de la esperanza, si no purificásemos la voluntad acerca de la tercera virtud, que es la caridad» (3Subida 16,1).

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12.05.20

(593) ¿Todos hermanos? ¿Todos hijos de Dios?

 Santa María la Mayor, 1170, Toro, España

–¡Todos somos hijos de Dios y por eso todos somos hermanos!… Todos.

–No grite, por favor. Y examinemos esas afirmaciones con calma, verdad y precisión.

«Todos somos hermanos», «Todos somos hijos de Dios»… son frases que suenan bien, y que se repiten entre cristianos en el ambiente ideológico de una cultura igualitaria y democrática. ¿Pero son verdaderas? Sí y no, según el sentido que se les dé. Comencemos por confirmar algunas premisas fundamentales de la fe, y ellas nos llevarán a conclusiones verdaderas.

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