InfoCatólica / La Mirada en Perspectiva / Archivos para: Julio 2020

27.07.20

(433) Necesidad personal y social de Cristo

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La doctrina católica enseña que el hombre «es una criatura racional compuesta de alma y cuerpo» (Catecismo de San Pío X, núm. 50), la «más noble que Dios ha puesto sobre la tierra» (n. 49), «libre en sus acciones» (n. 54), «creado a imagen y semejanza de Dios» (n. 56).

El hombre fue creado en el orden natural elevado al orden sobrenatural, y con ello ordenado a la visión beatífica, que es su fin último.

La parte más noble del hombre es su alma, «porque es sustancia espiritual dotada de entendimiento y de voluntad, capaz de conocer a Dios y de poseerle eternamente» (Ibid., núm. 51), y porque «el alma humana no muere jamás; la fe y la misma razón prueban que es inmortal.» (n. 53).

 

2

El hombre, tras su Caída de la gracia, se encuentra en estado de enemistad personal y social con Dios; esto repercute en su relación con la sociedad, con la familia y con su prójimo; privado del orden sobrenatural al que fue elevado gratuitamente al ser creado (se dice gratuitamente, pues Dios no estaba obligado a elevarle, ni la naturaleza creada del hombre lo demandaba como exigencia para completarse), vive acuciado por las fuerzas del mal, y aunque su libertad sobrevive, no estando extinguida su bondad original, está a merced, también, de las sombras del pecado, necesitado del auxilio de un Salvador sin el cual no puede hacer nada (Cf. Jn, 15, 5).

PÍO XII, en Humani generis, núm. 20, del 12 de agosto de 1950, condena las doctrinas personalistas y neoteológicas que, modernamente, «desvirtúan el concepto del carácter gratuito del orden sobrenatural, pues defienden que Dios no puede crear seres inteligentes sin ordenarlos y llevarlos a la visión beatífica».

Estas doctrinas se basan en la filosofía de la acción de Blondel, en hibridaciones del orden natural y sobrenatural, en las conclusiones subjetivistas de la filosofía moderna, (que pretenden compaginarse con los principios católicos, como si ello fuera posible); son tesis “anticosistas” y “antiextrinsecistas”, como las del existencialismo personalista de De Lubac, Maritain, Rahner y otros, cuyo fin es amalgamar lo que el hombre tiene de creado con lo que tiene de elevado.

El resultado es un sobrenaturalismo que suprime lo natural, y que, lógicamente, conduce a naturalizar lo sobrenatural, por ser éste considerado parte integrante de lo natural.

Esta perspectiva sobrenaturalista, que en el fondo procede del pensamiento moderno, sirve a doctrinas políticas liberales para suprimir el orden sobrenatural explícito, e introducirlo en el orden natural, secularizando al hombre y la sociedad.

 

3

Y es que, como explica Trento, ses. VI, cap I, con precisión,

«habiendo perdido todos los hombres la inocencia en la prevaricación de Adán, hechos inmundos, y como el Apóstol dice, hijos de ira por naturaleza, según se expuso en el decreto del pecado original; en tanto grado eran esclavos del pecado, y estaban bajo el imperio del demonio, y de la muerte, que no sólo los gentiles por las fuerzas de la naturaleza, pero ni aun los Judíos por la misma letra de la ley de Moisés, podrían levantarse, o lograr su libertad; no obstante que el libre albedrío no estaba extinguido en ellos, aunque sí debilitadas sus fuerzas, e inclinado al mal

 

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El estado de enemistad, es decir, el estado caído o adámico, afecta no sólo a los individuos, sino también a las sociedades y las familias, por ser la sociedad un conjunto de éstas.

Las personas viven en familias, y las familias constituyen la sociedad. Consiguientemente, el estado de enemistad personal es también familiar y social, pues el estado de los miembros repercute en el estado del cuerpo, el estado de cada parte en el estado del todo.

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16.07.20

(432) Modernidad mitigada

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La Nueva Teología y el Personalismo han “oficializado” en multitud de diócesis, movimientos e instituciones docentes católicas, el neomodernismo liberal católico, en sus tesis ideológicas principales. Ha divulgado las tesis que eran denunciadas con detalle y precisión por Pío XII en Humani generis, y en sus conceptos originales por San Pío X en las vigorosas letras de la Pascendi, aunque reformuladas y recontextualizadas para que parezcan tesis piadosas.

Sin duda, el prestigio y autoridad concedidos temerariamente a los autores personalistas y neoteológicos, ha producido como efecto catastrófico que sus ideas adquieran su mismo prestigio y autoridad, llegando incluso a mezclarse con la doctrina de la Iglesia en multitud de textos de la Iglesia docente. 

 

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En esta serie de artículos, que hemos reunido bajo el título de La clavadura, analizamos cómo los principios y conceptos neomodernistas han deformado profundísimamente el concepto de fe, dando lugar a un nuevo modelo, el paradigma existencialista. (Personalistas y neoteólogos prefieren el término existencial, para distinguirlo del existencialismo nihilista de un Sartre, por ejemplo; pero por mucho que intenten justificar el matiz, no se sostiene la corrección, porque los principios intelectuales son los mismos, aunque disminuidos y moderados por el deseo de permanecer católicos).

Lo hemos expuesto a lo largo de estas reflexiones. El neomodernismo personalista y neoteológico es un moderantismo, quiere la mutación pero salvando el orden interno; quiere la cosmovisión moderna pero también la católica, quiere ambas. Y así, por mantenerse en la equidistancia y en el adulterio moderado, no completo, sino parcial, de la luz con las tinieblas, quiere suavizar y asimilar en pequeñas dosis el principio revolucionario; y para ello no duda en fragmentar la inteligencia católica e introducir dos almas en el creyente. 

 

y 50

Kant servirá a los neomodernistas para escindir individuo y persona; Heidegger para desvincular a Dios del ser. Kierkegaard para espiritualizar el individualismo y romper la relación entre la ley moral y la conciencia singular. Hegel, para entronizar el devenir y destronar el ser. Mounier, para introducir un comunitarismo izquierdoso que mitigue el individualismo liberal y sustituir la Comunión de los Santos por la “comunidad". El concepto liberal de libertad será domesticado (sin éxito) por un pietismo de inspiración luterana. La gracia será instrumentalizada y puesta al servicio del hombre, sobre todo de su corporalidad (en sintonía con la Modernidad, que sobrevalora el cuerpo); y no tanto de su alma, término que, incluso, se quiere hacer desaparecer del pensamiento católico. Etc, etc.

 

Todo este proceso de transmutación ha comenzado desfigurando el concepto de fe. No habría sido posible si, primero, no se hubiera desplazado la virtud del plano de lo teologal al plano de lo existencial. Y para esto había que echar mano del Método de Inmanencia blondeliano, tal y como de Lubac lo rehabilitó para la teología posconciliar. Para justificar una suave y democrática laicidad a la americana, nada mejor que hibridar lo natural con lo sobrenatural. Lo que se va a intentar, con aparente éxito, es que el católico crea que sólo el amor es digno de fe. De esta forma será posible minimizar el impacto de la verdad y minusvalorar la doctrina.

El neomodernismo pretende, en definitiva, mitigar la Modernidad para poder asumirla, y así no tener que renunciar a la revolución. Y para ello, lo primero que tiene que hacer es transformar el concepto de fe.

 
 
 

LA CLAVADURA, Primera Parte: Cuando la fe ya no consiste en creer.

 
FIN DE LA PRIMERA PARTE DE LA CLAVADURA