Súplica a la Estrella del cielo contra la peste: un antiguo canto gregoriano

Los versos de esta hermosa oración del Siglo XIV para tiempos de epidemia están tomados de una homilía de la Natividad, de san Pedro Damasceno, obispo de Damasco en el siglo VIII. Según la tradición, este texto fue entregado por san Bartolomé, que se apareció a las Clarisas de Coimbra, Portugal, cuando la ciudad era arrasada por la peste en 1317, para que fuera recitado por ellas. Así, el convento fue salvado. Este monasterio había sido refundado en 1314 por la reina Isabel de Aragón (1217-1336), esposa de Dionisio Iº, rey de Portugal. Allí, ella recibió el hábito y murió, siendo más conocida por su nombre de religión, Isabel de Portugal. En este lugar es venerada desde su canonización en 1625, por el Papa Urbano VIII.

Desde Coimbra, la prosa se expandió ampliamente por todo el Occidente (por ejemplo, los Canónigos de la Colegiata Santa Cruz de Poligny deciden en 1575 cantar esta oración a perpetuidad todos los días antes de la Misa, las Ursulinas de Nîmes la cantan todos los días después de la Misa, con ocasión de la peste de 1640).

Normalmente era cantada con su versículo y su oración, seguida de antífonas, versos y oraciones a san Roque y san Sebastián, los dos principales santos intercesores en tiempos de contagio.

En el Monasterio Nuestra Señora de Aysén, desde el confín austral de la tierra, estamos cantando esta oración cada día al terminar la Santa Misa, pidiendo especialmente la misericordia de Dios y el consuelo del Corazón de María para todos los que sufren.

Texto en latín:

Stella caeli exstirpavit

Quae lactavit Dominum

Mortis pestem quam plantavit

Primus parens hominum.

Ipsa Stella nunc dignetur

Sidera compescere,

Quorum bella plebem caedunt

Dirae mortis ulcere.

O piisima Stella Maris

A peste succurre nobis;

Audi nos, Domina;

Nam Filius tuus nihil negans Te honorat.

Salva nos Jesu pro quibus

Virgo mater te orat!

In omne tribulatione et angustia nostra

Sucurre nobis, piísima Virgo María

Oremus

Deus misericordiae, Deus pietatis, Deus indulgentiae, qui misertus es super afflictione Populi tui, et dixisti Angelo percutienti Populum tuum: contine manum tuam ob amorem illius Stellae gloriosae, cujus ubera pretiosa contra venenum nostrorum delictorum quam dulciter suxisti: praesta auxilium gratiae tuae, ab omni peste, et improvisa morte secure liberemur, et a totius perditionis incursu misericorditer liberemur. Per te Jesu Christe Rex Gloriae, Salvator Mundi: Qui vivis, et regnas in secula seculorum. Amen.

Traducción:

La Estrella del cielo,

que amamantó al Señor,

extirpa la peste de la muerte,

que plantó el primer padre de los hombres.

Que esa misma Estrella

se digne ahora detener los cielos,

que airados destruyen al pueblo,

con heridas de cruel muerte.

Oh piadosísima Estrella del mar,

socorrenos de la peste.

Escuchanos, oh Señora,

pues tu Hijo no te niega nada que te honre.

Salvanos, oh Jesús,

que por nosotros te ruega tu Madre Virgen.

En todas nuestras angustias y tribulaciones.

Socorrenos oh piadosisima Virgen María

Oremos.

Dios de misericordia, Dios de piedad, Dios de indulgencia, que te apiadaste de la aflicción de tu pueblo y dijiste al Ángel que lo azotaba: Detén tu mano; por amor de esa gloriosa Estrella, a cuyos pechos preciosos mamaste tan dulcemente, contra el veneno de nuestros delitos; concede el auxilio de tu gracia, para que seamos firmemente librados de toda peste e imprevista muerte, y seamos salvados misericordiosamente de todo asalto de perdición. Te lo pedimos a Ti, Jesucristo, Rey de la Gloria, Salvador del mundo, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén