7.01.10

(55) José Román Flecha –y II. moral

–Perdone, pero a mí esas esas enseñanzas morales me quedan muy oscuras.
–Es normal. Aparte de que usted tiene pocas luces, de suyo son exposiciones muy obscuras.

Confusiones y contradicciones. Hay en esta obra una cierta ambigüedad congénita. La posición subjetivista del profesor Flecha, aunque él se esfuerza en no declararla abiertamente e incluso en combatirla, se capta inevitablemente en sus exposiciones confusas y desconcertantes. No es fácil, por ejemplo, entender cómo pueda conciliarse lo que el autor enseña sobre la autonomía de la conciencia y lo que la Iglesia enseña sobre los «actos intrínsecamente malos», doctrina que él mismo se ve obligado a recordar en otro lugar (198-200).

Tampoco podríamos asegurar qué es lo que realmente enseña sobre «la especificidad de la ética cristiana» (135-138), es decir, cómo entiende «la relación entre la ética cristiana y las éticas seculares» (145). Pues, por una parte, dice que «afirmar que el cristianismo no aporta un contenido moral categorial distinto del que ellas ofrecen –o pueden ofrecer–… es afirmar la sana autonomía de lo creado y la posibilidad de la razón natural para acceder a la bondad» (145).

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3.01.10

(54) José Román Flecha –I. moral

–¿Y no se cansa y se entristece denunciando tantos errores que corren en la Iglesia?.
–Limpiar las ventanas sucias de una iglesia, y ver que se llena de la luz del Sol, es una gran alegría para mí y para muchos. El trabajo sí es un tanto penoso, y es incluso peligroso, sobre todo cuando se limpian las ventanas que están más altas.

El doctor José Román Flecha Andrés (León, 1941-), catedrático de Teología Moral, especializado en Bioética, fue vicerrector de la Universidad Pontificia de Salamanca (1989-1990) y decano de la Facultad de Teología (1990-1993), (2002-2005). Ha publicado un gran número de obras.

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30.12.09

(53) Dionisio Borobio –eucaristía

–¿Al menos respetará la presencia real eucarística, no?
–No, hijo, no. La explica de modo inconciliable con la doctrina de la Iglesia.

Comento ahora el libro de Dionisio Borobio, Eucaristía, publicado en la BAC, en la colección de manuales de teología Sapientia Fidei, nº 23, Madrid 2000, 425 páginas, promovida por la Conferencia Episcopal Española. Yo denuncié esta obra –y creo que también otros antes y después–, en la Comisión Episcopal de la Doctrina de la Fe primero, en la Congregación romana correspondiente después, y finalmente en el Arzobispado de Madrid, pero sin resultado alguno.

El profesor Dionisio Borobio nace en Soria el año 1938. Formado en el Seminario de Bilbao, es sacerdote diocesano de Bilbao desde su ordenación en 1965.

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27.12.09

(52) Olegario González de Cardedal –y II. cristología

–Después de lo que me dijo en el anterior post, ya no me atrevo ni a hablar.
–Mejor así. El Señor le hará pasar de un silencio penitente a un hablar prudente.

Continúo comentando la Cristología del profesor Olegario González de Cardedal, publicada en la BAC, en la colección de manuales de teología Sapientia Fidei, nº 24, Madrid 2001, 601 págs.

La perversión del lenguaje teológico causa graves daños a la fe. Ese terrorismo verbal –la humanidad de Jesús se hace «fantasmagórica» sin la persona humana; la muerte de Cristo «no la quiso Dios», no era «inherente a su misión», pues no es Dios «un Dios violento y masoquista», etc.– indica una teología de calidad intelectual y verbal sumamente precaria. Es una «teología» que oscurece esa ratio fide illustrata, que ha de investigar y expresar, con mucha paz y exactitud, los grandes misterios de la fe. Como hemos visto, González de Cardedal lamenta que «en los últimos tiempos ha tenido lugar una perversión del lenguaje en la soteriología cristiana» al hablar de sacrificio, expiación, etc.; pero no advierte que es él quien, por sí mismo o por la presentación del pensamiento de otros, produce en buena parte esa perversión sin pretenderla.

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24.12.09

(51) Olegario González de Cardedal –I. cristología

–¿Y ahora contra quién se va a meter?
–Por favor, modere un poco más sus expresiones, porque de lo contrario, con perdón, voy a tener que eliminarlo. Del blog, se entiende. Y me daría pena.

Hay en la Iglesia una disidencia moderada en realidad no tan moderada, según veremos–, que con cierta frecuencia una parte de la Autoridad apostólica tolera, y que incluso en algunos casos promueve, lo que resulta todavía más llamativo. Pensando únicamente en la salud del pueblo católico, creo que esa disidencia debe ser denunciada con fuerza y claridad. En cierto modo, por su aparente respetabilidad, es más peligrosa que la disidencia abierta, la de un González Faus, Torres-Queiruga, Castillo, Tamayo, Forcano, Marciano Vidal, Sobrino y otros, por citar solo autores españoles. Algunos de éstos, incluso, han sido objeto en la Iglesia de reprobaciones públicas. Comienzo, pues, mi análisis crítico sobre algunas obras no reprobadas de dudosa o errónea teología.

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