9.02.10

(62) Voluntarismo semipelagiano –II. versiones actuales. 1

–A estos voluntaristas también deles duro, que me caen muy mal.
–Pues yo tengo gran estima por muchos de ellos, y me da pena que hayan tenido deficiencias en su buena formación.

La doctrina de la Biblia y del Magisterio apostólico es muy clara: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). «Es Dios el que obra en nosotros el querer y el obrar según su beneplácito» (Flp 2,13). «Cuantas veces obramos bien, Dios, para que obremos, obra en nosotros y con nosotros» (Orange II, c. 9)… Cuando se leen estas frases tan claras, parece que la realidad que afirman –otra cosa será la explicación teológica que de ella se dé– es evidente: la gracia mueve la libertad del hombre para que pueda hacer el bien, un bien que no podría hacer ella sola sin la ayuda sobrenatural de Dios.

Sin embargo, son muchos los cristianos que ignoran esta verdad tan absolutamente fundamental, y que incluso se extrañan y eventualmente se escandalizan cuando se afirma de modo explícito. Más adelante, con el favor de Dios, he de exponer con cierta amplitud la doctrina católica. Pero contrapongo ahora, en forma muy abreviada, la fe católica en la primacía y eficacia de la gracia, y el modo semipelagiano de entender estas cuestiones.

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5.02.10

(61) Voluntarismo semipelagiano –I. semipelagianos antiguos

–Seguro que en seguida nos hablará de los semipelagianos actuales.
–No lo dude. Téngalo por cierto, con el favor de Dios.

Expuse las grandes rebajas del cristianismo (56-60), limitándome al arrianismo y al pelagianismo en sus versiones antiguas y actuales. Y aunque el semipelagianismo también implica una rebaja del cristianismo, al negar la plena gratuidad de la gracia, he preferido tratarlo aparte por respeto a sus santos iniciadores, y sobre todo porque voy a considerarlo más bien en sus actuales versiones voluntaristas, bastante alejadas del semipelagianismo puro y duro.

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31.01.10

(60) Grandes rebajas del cristianismo –y IV. pelagianismo actual. y 2

–Siga dándoles duro. No se canse.
–No me cansaré, porque «son todos enemigos de la cruz de Cristo» (Flp 3,18).

El hombre a solas con el hombre. Una vez que la apostasía hizo que gran parte de las antiguas naciones cristianas abandonaran su fe en Cristo, la cultura de Occidente permanece cerrada en el inmanentismo del hombre solo, sin la gracia, sin el auxilio sobre-natural de Dios. Y solo le queda entonces, en la onda de la Ilustración, profesar el mito del progreso necesario, Fichte, Herder, Comte, Hegel, o después de los horrores del siglo XX, hundirse en la náusea de Sartre y compañeros. Pero miremos dentro de la misma Iglesia.

Si buscamos actualizaciones del pelagianismo, vamos a dar en algunos autores de los que ya he tratado: Teilhard de Chardin, S. J. (27), Anthony De Mello, S. J. (47), con su Autoliberación interior, una obra que encabeza cientos de otros títulos semejantes, o topamos con Schillebeeckx y las devaluaciones del pecado original en el Catecismo holandés (57)… Señalo aquí al respecto dos autores más.

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28.01.10

(59) Grandes rebajas del cristianismo –III. pelagianismo actual. 1

–Deles duro a los pelagianos, que a mí me caen muy mal.
–Lo mismo me sucede a mí. Voy a por ellos.

Pelagianismo. Ya caractericé (56) esta herejía de Pelagio, formulada a comienzos del siglo V: la naturaleza humana está sana, no está profundamente herida por un pecado original, y no necesita estrictamente del auxilio sobre-natural de la gracia de Cristo. Nuestro Señor Jesucristo es por tanto para nosotros causa ejemplar de la salvación, pero no causa eficiente. Optimismo antropológico: querer es poder. Devaluación consecuente de la oración de petición, de la necesidad de los sacramentos, etc. Y recordé también la rápida respuesta de la Iglesia a esta herejía, afirmando la primacía de la gracia y su necesidad continua.

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23.01.10

(58) Grandes rebajas del cristianismo –III. arrianismo actual

–Ahora va a resultar que hoy no pocos teólogos católicos son arrianos.
–Más aún: Arrio se escandalizaría mucho de la enseñanza de algunos, ciertamente.

Siglo IV. «Decíamos ayer», en (56), que en el siglo IV, cuando los paganos neo-conversos invaden la Iglesia, muchos de ellos «necesitan» un cristianismo no-sobrenatural, el propio del arrianismo (Cristo es un gran Maestro, pero no es Dios, ni causa la salvación) y del pelagianismo (la naturaleza del hombre está sana, y no necesita de auxilios sobrenaturales para hacer el bien). Surgen, pues, Arrio (246-336) y Pelagio (354-427), como respuesta a la exigencia de estos pseudo-cristianos. Así han surgido casi siempre los herejes. Y en tal situación, unos, los católicos, «perseveran en escuchar la enseñanza de los apóstoles» (Hch 2,42), mientras que otros, los arrianos y pelagianos, «llevados por sus inclinaciones, se procuran maestros que les halaguen los oídos, y se apartan de la verdad para para dar crédito a las fábulas» (2Tim 4,3-4).

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