InfoCatólica / Reforma o apostasía / Categoría: Santidad perfección

14.04.15

(316) La alegría pascual cristiana (II), pedirla y procurarla

hombre sonriente

–O sea que los cristianos tenemos que estar siempre alegres… ¿Y nuestro Señor Jesucristo, que en Getsemaní dice «me muero de tristeza», qué?

–Buena pregunta. Siga leyendo.

 En el artículo anterior decía que los cristianos, por la oración y la ascesis, hemos mantener siempre encendida en el altar de nuestro corazón la llama de la alegría, sin permitir que nada ni nadie la apague. El Magisterio apostólico de Pablo Vi en la exhortación apostólica Gaudete in Domino (9-V-1975) enseña maravillosamente esta doctrina. También en la liturgia de la Iglesia se expresa muchas veces con gran lucidez y profundidad el misterio de la alegría evangélica; por ejemplo, en la Misa del III domingo de Adviento, Dominica lætare.

Vamos con ello.

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9.04.15

(315) La alegría pascual cristiana (I), la que falta al mundo

Passignano -1600–A mí no acaba de convencerme eso de que tengamos que alegrarnos a fecha fija, porque lo manda el calendario.

–Hace años un párroco rural regañaba un domingo a un feligrés por estar trabajando con la mula en el campo. Y el aldeano repuso: «¿Qué sabe la mula cuando es día de fiesta?»… Pues eso.

El tiempo de la Iglesia no es homogéneo, siempre igual. Tampoco son siempre iguales en el ciclo vital de la naturaleza los tiempos sucesivos del año: primavera, verano, otoño e invierno. Cada uno tiene su forma de vida y su fisonomía propia. De modo semejante en el Año de la Iglesia los ciclos vitales de la Iglesia van cambiando, y si la gracia propia de la Cuaresma, por ejemplo, es ser tiempo de conversión y penitencia, la gracia propia del tiempo pascual es la alegría, la anticipación de la vida celestial.

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19.01.14

(255) Información y formación personal –y 5. Televisión, internet, redes sociales

–Yo creo que ya está bien ¿no?

–Yo creo que no, que habría que decir más verdades, y con más orden y concisión. Pero.

En nuestro tiempo se ha acrecentado enormemente la tentación de la curiosidad vana o mala. Durante casi toda la historia el hombre común ha tenido un acceso muy limitado a noticias y publicaciones. Normalmente el común de los hombres vivían clausurados en las noticias y comentarios de familiares y vecinos, de bodas y niños, enfermedades y muertes, de las cosas del campo. No tenían diario ni radio. Sus libros eran la Biblia y el catecismo, las vidas de santos y los libros de piedad, y quizá algún libro profano de leyendas o aventuras. A todo lo cual se añadían también algunas veces noticias, recibidas normalmente en modo confuso, que salían de lo ordinario: proyectos políticos o sociales, obras de caminos y construcciones, guerras y paces, nuevos impuestos, etc. El hombre vivía ensimismado en sí mismo y su familia, en su municipio y sus trabajos. Y si era religioso, centrado en Dios.

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11.01.14

(254) Información y formación personal –4. Consumo cristiano del mundo de la información

–Al final del artículo anterior anunció que en éste hablaría de las redes sociales.

–Todo lo que hoy escribo recuerda los principios cristianos que deben regular nuestro uso de las redes sociales, publicaciones, internet, televisión y, en general, nuestro consumo del mundo informativo. De su aplicación concreta trataré en el próximo artículo. Dios mediante.

La dietética espiritual, es decir, la alimentación de la mente y del corazón por las lecturas y otros medios de comunicación debe ser considerada con una atención máxima en la ascesis cristiana, y de modo muy especial en nuestro tiempo. Nunca el hombre había tenido acceso a una tal inmensidad de noticias, textos e imágenes del mundo visible, que están solicitándole en todo lugar –casa, oficina, taller, campo, viajes– y por tantos medios diversos –teléfono, radio y televisión, periódico y revista, internet, vídeos, ordenadores grandes y chicos, y en tantos terminales informáticos hoy en uso–. El asunto es muy grave y complejo, y en este artículo trataré de recordar algunos principios espirituales más importantes que deben gobernar el consumo cristiano del mundo de la información.

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5.01.14

(253) Información y formación personal –3. La oración continua

–No me diga que hemos de vivir rezando continuamente…

–Hemos de vivir en oración continua, tal como la sagrada Escritura enseña y manda.

La dietética espiritual, es decir, la alimentación de la mente y del corazón por las lecturas y otros medios de comunicación debe ser considerada con una atención máxima. En mi anterior artículo (252) me preguntaba:

«¿Qué palabras llegarán hoy a nuestros hermanos?… En casa, calle, trabajo, metro, oficina, teléfono, por radio y televisión, periódico y revista, en noticias, imágenes y vídeos recibidos por internet en ordenadores y en tantos terminales informáticos hoy en uso, se ve el hombre informado, asediado, entretenido y deformado por una inmensidad de palabras, datos e imágenes… La Palabra divina se ve silenciada por un clamor continuo de palabrería humana. Hay en ese cúmulo de noticias –cientos y cientos cada día–, un predominio habitual de lo que es más trivial y negativo, de lo que está más afectado por una habitual sordidez que parece insuperable».

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