(489) De méritos reales por la gracia

Glosas de la idea: uno se salva por gracia no por méritos.

Glosa 1

De dos maneras se dice que uno merece.

Una, por los actos libres y buenos que hace por sí solo.

Otra, por los actos libres y buenos que hace por sí mismo movido por otro. 

-Lo primero es imposible, pues nada bueno meritorio puede hacer el hombre por sí solo, como enseña la Iglesia, por ejemplo en Orange II canon 22, contra pelagianos y semipelagianos. 

-Lo segundo es posible por la gracia, por la cual Dios capacita al hombre para merecer por sí mismo (aunque no por sí solo), aplicándole sacramentalmente los méritos de su Hijo; y haciendo posible que, en verdad, haga el bien meritorio (cualificándole con el estado de gracia santificante y asistiéndole con gracias actuales).

Dado que los méritos de Cristo fueron reales, los méritos del hombre, participación de los de Cristo, son también reales, de lo contrario su aplicación sería sólo una apariencia de participación y no una participación real y personal.

EN CONCLUSIÓN, el hombre en verdad merece realmente con méritos propios por obra de la gracia

 
Glosa 2

Es por gracia no por nuestros méritos.

Por contra: Dios remunera a los buenos y castiga a los malos.

Los buenos se merecen el cielo, los malos el infierno.

No remuneraría a los buenos si éstos, de alguna manera, no se lo mereciesen por gracia.

Es por gracia, cierto.

No es por nuestros méritos, falso.

Es por nuestros méritos en gracia. La gracia nos capacita para merecer verdaderamente.

Si bien es cierto que la gracia de la perseverancia final es inmerecible, esta gracia no se da injustamente sino gratuitamente.

El hombre en gracia puede merecer la vida eterna en un juicio de justicia, de modo condigno. Pues donde hay justicia, que es dar a cada uno lo suyo, hay merecimiento. En este caso no de justicia retributiva absoluta, sino conveniente según el plan divino.

EN CONCLUSIÓN, decir que uno se salva por gracia es lo mismo que decir que uno se salva gratuitamente por méritos, porque en el plan de salvación dispuesto por la divina providencia, la gracia es gracia de merecimiento. La causa primera mueve a la causa segunda a actuar meritoriamente.

 

22 comentarios

  
Luis Fernando
Eso es doctrina católica. Así de simple.
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A.G.:
Así es Luis Fdo. Trento, Orange, Catecismos,...
02/10/21 1:41 PM
  
Federico Ma.
La justificación no se merece.

La perseverancia final no se da por justicia retributiva "conveniente", sino que es otorgada gratuitamente por Dios: "Deus gratis perseverantiae bonum largitur, cuicumque illud largitur".

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A.G.:
La gracia de la perseverancia final es inmerecible, desde luego, como digo en el post, pero eso no impide que la salvación sea dada por Dios según un juicio justo, antes bien lo hace posible; pues según el plan divino, la obra meritoria en gracia sí merece la vida eterna por justicia retributiva de condigno. Es un orden de justicia en el Espíritu Santo, orden que es sin duda conveniente. Que el fundamento de todo el edificio de la salvación sea gratuito conviene a la justicia divina, tal y como lo tiene dispuesto. Lo pondré más claro, gracias.
03/10/21 2:14 AM
  
Scintilla
También le recomendaría ser más claro a la hora de hablar de la bondad del acto, don Alonso, asunto que enlaza con el problema que le plantea don Federico María sobre la perseverancia. Me refiero a la frase "nada bueno meritorio puede hacer el hombre por sí solo". Eso es una obviedad. Pero puede llevar a despiste a quien no esté puesto en la teología de la gracia. Pues como nos dejó también claro san Agustín (De dono perseverantiae, Contra Iulianum), y los documentos que cita al responder a Luis Fernando, aunque no hay mérito (es decir, merecimiento de gloria eterna) sin gracia, sí que puede haber acción buena sin gracia. No toda acción buena está revestida de gracia. Quiero decir que, aunque los méritos de Cristo la hayan hecho posible, todas no están necesariamente acompañadas de la gracia, y mucho menos del hábito gratuito de la justificación. Son actos naturalmente buenos, como los que pueden hacer herejes, apóstatas, ateos o católicos en pecado mortal, cuyas acciones no son todas y de por sí intrínsecamente malas. No obstante lo cual es imposible perseverar en esa bondad natural de manera que se puedan asimilar tales acciones a la perseverancia que da la gracia habitual.
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A.G.:
Ciertamente, para muchos actos, naturalmente honestos, no es necesaria la gracia sobrenatural, pero sí una moción divina creatural o de concurso divino, como he explicado en numerosas ocasiones en este blog. Ni siquiera el bien natural puede el hombre realizar por sí solo. Siendo causa segunda, necesita ser movido, también a nivel natural, por el Primer Motor.
03/10/21 5:36 PM
  
Scintilla
En ese sentido que dice usted, ni el demonio puede realizar el mal sin el concurso divino.
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A.G.:
Para comprender bien esto, hay que tener en cuenta que el ser humano es sólo causa segunda, no es causa primera, ni primer motor de sus actos, ni siquiera en el orden creatural. Por eso, incluso para realizar físicamente el pecado, necesita de Dios. El hombre pone por sí solo el torcimiento malo de la voluntad, lo pecaminoso; para los actos físicos del pecado necesita de mociones divinas. De suyo, el hombre sólo tiene pecado (Orange II, c 22). Ningún bien, natural ni sobrenatural, puede hacer por sí solo. Necesita o bien de mociones creaturales, bien de mociones sobrenaturales. Y, como digo, para los actos físicos del pecado, el hombre necesita insertarse en el orden causal. Y eso, sin que Dios, de ninguna manera, sea causa directa ni indirecta del pecado. Del bien, sin embargo, Dios es causa primera, siempre, en el orden de la naturaleza y en el orden de la gracia, con auxilios naturales y con auxilios sobrenaturales.
04/10/21 7:53 AM
  
Scintilla
Q.E.D.
Pero ese sentido no es relevante en atención a las palabras del Papa, las cuales tienen una glosa menos capciosa y no menos obvia y ortodoxa que la suya, don Alonso: que Dios no concede de manera infalible los auxilios sobrenaturales necesarios para que el hombre se disponga a justificarse finalmente (a morir en gracia de Dios, vamos) a aquel hombre que hace lo que puede de por sí con las solas fuerzas que le ofrece la naturaleza. Es decir, que no podemos salvarnos al margen de Dios, y que esas obras, aquellas por las que creemos esforzarnos con nuestras solas fuerzas, comprendidas como méritos (el "yo lo valgo o lo merezco" de la publicidad hodierna), no llevan a la salvación (si la hay y, si no, pues nada, he hecho lo que tenía que hacer en plan kantiano), que esta es gratuita y sólo puede deberse a Dios, presente no de modo natural, sino sobrenatural en nuestra vida, de manera conscientemente acogida como tal.
Es un papa con escasa precisión teológica, y hay que ayudar a interpretarlo de acuerdo con la verdad. Al leer este titular, corriendo pensé que se prestaba a la mala interpretación, aunque entendía por dónde iba (en el fondo, contra la línea de flotación del judaísmo moral y del filantropismo, aunque de manera no muy clara, como si temiera que se le viera cristiano). Y lo mismo me pasó con aquellas otras de: "tenemos nuestros pecados personales, pero en la base somos justos: esta es la justificación". Parece dar a entender que el justificado, es decir, en gracia habitual, aun así peca y sigue siendo justo, lo cual no es cierto, es uno de los errores más evidentes de Lutero y sus secuaces (lógico, además, al interpretar estos que la justificación implica mera falta de imputación del pecado, no la transformación del alma del pecador). Entiendo que el papa quiere decir que el justificado, el hombre sanado por la gracia, no deja de haber sido pecador, de llevar ese fardo a cuestas que la gracia también hace más llevadero, pero no quiere decir que sea un pecador actual.
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A.G.:
En realidad, con las solas fuerzas propias de la naturaleza no se puede hacer nada bueno, porque no somos causas primeras, necesitamos ser movidos por el Primer Motor también en un plano natural. Esto es relevante en el sentido siguiente: si dependemos absolutamente de Dios en el orden creatural, cuánto más en el orden sobrenatural. Dependemos también para merecer, y por eso, para darnos capacidad meritoria, nos dota sacramentalmente del organismo sobreanatural. El mérito es real y nuestro precisamente porque Dios lo ha hecho posible a través del Sacrificio meritorio de su Hijo, que al sernos aplicado nos cualifica.
04/10/21 9:26 AM
  
Cos
A.G.:
Para comprender bien esto, hay que tener en cuenta que el ser humano es sólo causa segunda, no es causa primera, ni primer motor de sus actos, ni siquiera en el orden creatural. Por eso, incluso para realizar físicamente el pecado, necesita de Dios. El hombre pone por sí solo el torcimiento malo de la voluntad, lo pecaminoso; para los actos físicos del pecado necesita de mociones divinas.
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¿Qué diferencia hay entre acto de la voluntad y acto físico?¿Por qué el hombre necesita de Dios para el acto físico y no para el acto de la voluntad?



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A.G.:
Para un acto de voluntad malo y perverso el hombre no necesita de Dios. Para un acto de voluntad bueno sí
05/10/21 3:01 PM
  
Cos
A.G.:
Para un acto de voluntad malo y perverso el hombre no necesita de Dios. Para un acto de voluntad bueno sí .
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¿El hombre es causa primera para un acto de voluntad malo?
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A.G.:
El hombre no es causa primera, sino causa segunda. Lo que pasa es que tuerce su voluntad, desviando la moción divina. Malogra la moción divina. El mal es una falta de bien, una privación. Para rechazar la gracia el hombre no necesita a Dios, lo que hace es torcerse.
05/10/21 7:59 PM
  
Scintilla
La diferencia, Cos, en vieja terminología escolar, es la que hay entre el acto elícito y el acto imperado: el primero es puro querer, el segundo, es dominio de la voluntad de las otras facultades para producir un efecto físico. Quiero a Dios, ergo le doy el culto que él desea. Pero esa distinción, trazada de una manera demasiado afilada, como en la respuesta de don Alonso, es poco aseada: también cuando odio a Dios odia quien es, aun en una manera no subsistente por sí (como causa segunda), y es por el sostenimiento de todo por Dios (como causa primera); ergo, cuando odio a Dios, como no puedo separar mi ser voluntario de mi ser físico y creado, Dios se está odiando en parte a sí mismo. Lo que es absurdo. El tomismo de cuño bañeciano tiene estas derivas metafísicas poco deseables, tal como lo entiendo desde mi pobre caletre.
Mira que me gusta meterme en líos que me superan. Así que perdón por anticipado.
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A.G.:
"El tomismo de cuño bañeciano tiene estas derivas metafísicas poco deseables, tal como lo entiendo desde mi pobre caletre"

Juzga Ud temerariamente. Lo que he expuesto es una muy sana metafísica clásica. Aquí no hay ninguna deriva, sino la explicación, sintética, del orden causal. Todo se reduce a que el hombre, como causa segunda que es, depende absolutamente de Dios.

También, incluso, para los actos físicos con los que peca, porque el hombre no es un dios, sino una criatura creada, no es un primer motor, sino un agente creado. No depende de un auxilio de Dios para torcer su voluntad, para el mal, lo cual es una impiedad. Depende de que Dios se lo permita, claro. Porque Dios podría no permitir el mal.

Dios, por eso, jamás es causa directa ni indirecta del pecado. Pero el pecado no anula a Dios, que sigue siendo Primer Motor de todo lo que es bueno. Y esto no es ninguna deriva metafísica sino lo que ocurre en el orden de las causas segundas.
05/10/21 8:07 PM
  
Federico Ma.
Gracias, Alonso, por las aclaraciones y por recordar la tan antigua y olvidada verdad. Permítame algún comentario más.

El acto moralmente malo, en todo lo que tiene de entidad, depende de Dios. Eso es lo que se denomina acto "físico" del pecado, que en cuanto tal, metafísicamente, es algo bueno. Pues el mal (pues es privación) no puede sino "fundarse" o "ser" en el bien, que depende siempre primeramente de Dios. En cuanto al desorden, en cuanto al mal, el acto moralmente malo depende sólo de la voluntad creada, que en sólo este caso tiene la primacía y es causa primera: del desorden. Pues es intrínsecamente imposible que Dios pueda causar el pecado en lo que tiene de desorden, en cuanto pecado.

Aquí no hace directamente al caso la distinicón entre lo elícito y lo imperado, toda vez que el pecado se fragua antes, en los distintos momentos del acto humano.

Decir eso del odio de Dios a sí mismo, sí que es un absurdo. Pero el tomismo está tan lejos de decir eso, que es igualmente absurdo atribuírselo.

Y sin duda que es la metafísica clásica y la pura verdad, por más que los neomolinistas sigan pretendiendo descalificarla tildándola de "bañecianismo", para separarla injustamente del pensamiento de santo Tomás (que es en esto el de san Agustín, que es la pura verdad).
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A.G.:
Muchas gracias por sus precisas matizaciones, que vienen muy bien al tema. Lo dice Ud claro: es la pura verdad.
05/10/21 8:49 PM
  
Scintilla
A ver si se ponen ustedes, don Alonso y don Federico, de acuerdo en "la olvidada verdad", "la pura verdad" (en cuyo fondo estoy de acuerdo, no en la exposición, ni mucho menos en el origen de todo, sacarle los colores al Papa sobre cuya intención, con buena voluntad, no torcida, se podría haber interpretado en el sentido recto que tiene):
Cos: ¿El hombre es causa primera para un acto de voluntad malo?
A.G.: El hombre no es causa primera, sino causa segunda. Lo que pasa es que tuerce su voluntad, desviando la moción divina. Malogra la moción divina.
Federico Ma.: En cuanto al desorden, en cuanto al mal, el acto moralmente malo depende sólo de la voluntad creada, que en sólo este caso tiene la primacía y es causa primera: del desorden. Pues es intrínsecamente imposible que Dios pueda causar el pecado en lo que tiene de desorden, en cuanto pecado.
Yo admito que soy muy mal metafísico. Pero la lógica me dice que aquí hay contradicción. Y donde hay contradicción no hay pura verdad.
Un saludo.
06/10/21 11:03 AM
  
Federico Ma.
La realidad es compleja, don Scintilla. Y el mal es algo que es en sí mismo ininteligible (y por eso ni Dios lo entiende en sí mismo).

Por supuesto que el hombre y toda creatura no es causa primera de ningún acto. Eso es la metafísica clásica y la pura verdad.

Pero la voluntad libre creada tiene el triste "privilegio" de "poder" ser causa primera de un no-acto, de un des-orden, de una privación. La cual no puede sino "ser" adjunta a un ente, a un acto, del cual (del acto o entidad) no es causa primera ni puede serlo. De modo que incluso para pecar tiene necesidad de, en el mismo acto, pero en otro aspecto del mismo (su desorden), ser causa segunda.

Es comprensible que en breves comentarios no se llegue a aclarar absolutamente una espinosa cuestión metafísica: pues ni tratados enteros pueden hacerlo cabalmente, toda vez que es un misterio. Tampoco, pienso, es exigible para una presentación de difusión un absoluto rigor terminológico: basta que se entienda. A no ser que, como Ud. hace, se pidan más explicaciones.

Alonso decía: el hombre pone por sí solo el torcimiento, lo pecaminoso, de lo cual Dios no es causa ni directa ni indirectamente, y por eso en sólo ese aspecto no depende de Dios. Eso es lo mismo que decir que es causa primera de lo pecaminoso. Pero ninguna creatura es simpliciter causa primera: incluso en ese aspecto pecaminoso de que sí es causa primera, incluso para "causarlo", necesita de la causa primera en cuanto que dicho aspecto pecaminoso no puede sino ser un des-orden de un acto, acto que siendo entitativamente positivo, se reduce a Dios como a causa primera.
06/10/21 3:47 PM
  
Federico Ma.
Aquí tiene, Scintilla, la tan antigua y pura verdad, expuesta por el Angélico (y con esto termino):

"El efecto de la causa segunda deficiente se reduce a la causa primera no deficiente, por lo que tiene de entidad y de perfección, no en lo que tiene de defecto. Ejemplo: Todo lo que hay de movimiento en la cojera es causado por la fuerza motriz, pero lo que hay de defecto en ella no proviene de dicha fuerza, sino por estar contrahecha la pierna. De forma parecida, todo cuanto hay de entidad y de acción en la acción mala se reduce a Dios como a su causa. Pero lo que hay allí de defecto no es causado por Dios, sino que proviene de la causa segunda deficiente" (I, q. 49, a. 2, ad 2).

"...la primera causa del pecado está en la voluntad [creada]..." (I-II, q. 71, a. 6, ad 2). Cf. I, q. 49, a. 1, ad 1 y a. 3, ad 6. No he encontrado, fuera de este testimonio, la denominación de "causa primera" por parte de santo Tomás a la voluntad creada causante del mal moral en cuanto tal, pero el sentido es claro.
06/10/21 4:58 PM
  
Cos
Federico Ma.
[...] De forma parecida, todo cuanto hay de entidad y de acción en la acción mala se reduce a Dios como a su causa. Pero lo que hay allí de defecto no es causado por Dios, sino que proviene de la causa segunda deficiente" (I, q. 49, a. 2, ad 2).

"...la primera causa del pecado está en la voluntad [creada]..." (I-II, q. 71, a. 6, ad 2). Cf. I, q. 49, a. 1, ad 1 y a. 3, ad 6. [...] pero el sentido es claro.
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Muchas gracias por las respuestas previas a todos. A mi lo que me preocupa de todo esto es que la criatura que es condenada a las penas del infierno eterno lo sea en función de un juicio de culpabilidad y según que esta criatura sea objeto de imputabilidad.

Yo no veo esa claridad. Y según entiendo:

- O Dios mueve la voluntad hacia el pecado.
- O la criatura no tiene voluntad y sus actos derivan solamente de la condición de su naturaleza -como parece indicar Sto Tomás en la primera cita-.
- O la criatura tiene capacidad de mover su voluntad hacia el pecado dentro del orden del libre albedrío y sin la participación de Dios -parece la opción de Sto Tomás en la segunda cita-.

El primer caso está descartado y en el segundo sería inimputable. No se me ocurre otra opción.


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A.G.:
Es claro que la criatura racional puede, abusando de su libertad, desviar con su voluntad la moción divina y torcerse maliciosamente. Dios lo permite. Y esto no es propiamente una capacidad de la libertad humana, sino una posibilidad, un defecto, un indicio de albedrío, como dice León XIII, como la enfermedad es indicio de vida. Si la criatura racional se obstina hasta el final en abusar gravemente de su libertad, entonces es castigada con el infierno.
06/10/21 8:52 PM
  
Scintilla
Es que no hay una criatura racional in abstracto, querido Cos, como puede parecer de lo anterior. Todos, salvo nuestra Señora, y Cristo que es Dios, que benditos sean, estamos cojos, por poner el ejemplo que ha traído Federico María de santo Tomás. Partimos de una naturaleza viciada por el pecado original. Éste, perdonado por el bautismo, no deja de actuar bajo la forma de fomes, con lo que tenemos que luchar con los medios naturales que Dios nos ha dado purificados por la gracia. Sin esa gracia, el fomes, y no digamos ya el pecado original directamente en los no bautizados, nos hace caer a menudo, que es como si dijéramos nuestra tendencia al mal, inscrita en nuestra naturaleza torcida, que compartimos con nuestro primer padre (su opción segunda). Con gracia, la elección por el mal es una elección que implica elegir el mal conscientemente que se elige el mal (su opción tercera). Nuestra historia personal reproduce así la historia de nuestros primeros padres: esta elección consciente de que se elige un mal mortal, un pecado mortal, trae tras de sí aquellos otros pecados en los que las fuerzas de nuestra voluntad, por nosotros mismos, han sido debilitadas al apartarnos de Dios primeramente. No obstante lo cual, aun en pecado mortal, porque somos naturaleza creada por Dios que no han perdido del todo su condición, no se ha aniquilado del todo, podemos hacer alguna cosa buena, honesta, aunque de por sí, si Dios no la acompaña de un auxilio especial, no será merecedora de vida eterna ni dispondrá a ello.

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A.G.:
Mediante la abstracción extraemos de los seres concretos la esencia común que los caracteriza, y nos permite alcanzar conocimimiento verdadero, contra la opinión de los personalistas, y en general del escepticismo moderno, que condena el conocimiento de las esencias y de verdadades universales. Así que, sí que podemos decir con propiedad qué ocurre, en general, con el hombre, tras la caída, como hace la iglesia y la tradición escolástica tomista.

Más que con medios naturales, luchamos con medios naturales y sobrenaturales. No sólo hay una restauración de lo natural, sino también una cualificación sobrenatural, un nuevo nacimiento; somos dotados de un organismo sobrenatural que inhiere accidentalmente en el alma, que se puede perder por el pecado mortal, y que nos capacita para merecer. No es suficiente que Dios acompañe la obra honesta con auxilios especiales, es necesaria la gracia santificante para merecer. Como tampoco son suficientes las obras meramente naturales. Y hay que insistir en que las obras buenas naturales necesitan de un auxilio creatural, porque la criatura racional no es un dios, no actúa por sí sola, necesita para hacer el bien natural o sobrenatural ser movida, bien por concurso divino natural, bien por gracia sobrenatural, por la Causa Primera que es Dios.


06/10/21 9:28 PM
  
Juan Manuel
¿Pero cómo mueve Dios a la creatura? Hasta donde yo llego a ver:

1) Como causa final. Dado que Dios es el bien universal, y lo único que colma al ser humano es poseer tal bien, cuando el hombre busca algún bien, busca, sabiéndolo o no, a Dios, el único que puede colmar sus ansias.

2) Como causa eficiente. Y en este sentido queda más claro lo de causa primera y causa segunda, creo yo, porque no significamos que necesariamente* Dios nos hace actuar de tal o cual manera particular, sino más bien, él nos da existencia y nos sostiene en ella, y sin su acto creador y sustentador no existiríamos, y por lo tanto, no podríamos hacer tal o cual acción. Es como el viento que hace girar las aspas del molino y este muele el trigo. Sin viento no podría moverse el molino, y en ese sentido, lo llamaríamos causa primera de la molienda.

3) Como causa formal. En tanto dota y sostiene las naturalezas de todas las cosas, que existen en él como Ideas Divinas, donde existen todavía más realmente que en nuestro mundo.

A mi me parece que a veces al hablar de estas cosas, pareciera que efectivamente, la creatura necesitara singularmente una moción divina para hacer cualquier acción, y entonces, pasaría como dice Scintilla y haríamos a Dios causa del pecado, que es claro, está muy lejos de ser lo que dicen ustedes.

*Obviamente, en cuanto a gracia sobrenatural se refiere, Dios sí da mociones particulares. Y sin la gracia sobrenatural (sin esas mociones particulares) la creatura no puede salvarse. Pero sí puede, sin esas mociones particulares (sin la gracia sobrenatural) hacer alguna que otra acción buena, o evitar cierta acción pecaminosa.

Saludos
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A G.:
Dios también da mociones en el orden natural por concurso divino, como Primer Motor que es y conservador de todo.
06/10/21 11:42 PM
  
Juan Manuel
¿Para cualquier acto particular humano necesito de una moción particular divina? Yo no lo llego a ver así, ni en los textos de Tomás ni a fuerza de razón... porque tal vez no nos ponemos de acuerdo en esto, pero yo esto que me dice me suena a que Dios me da una moción particular para hacer este comentario o no hacerlo.

Y lo de Primer Motor y sustentador de la creación lo di por hecho en mi comentario.
07/10/21 12:54 AM
  
Federico Ma.
Cos: No logro ver cómo podría fundarse en el texto de santo Tomás que la creatura personal no tenga voluntad o que no actúe (e incluso libremente), porque Dios haga que actúe (y libremente). Esto es absolutamente ajeno al tomismo, por ser completamente erróneo.

La defectibilidad de la voluntad humana se aplica a su misma naturaleza (in via), don Scintilla, se encuentre la misma caída o no. De lo contrario, no hubiera sido posible el pecado de Adán y Eva.

Y por lo que dice, Juan Manuel, más bien la moción de Dios en cuanto causa eficiente se extiende a todo, absolutamente todo cuanto de entidad hay en las acciones de las creaturas: hasta lo más particular y mínimo. Nada puede ser actualizado sin la actualización del Acto Puro (contra Suárez...). Lo único que se excluye es el mal moral en cuanto tal. De modo que sí que nos hace actuar: y libremente. Y cuanto más actúe Dios, más libre es la creatura; y cuanta más gracia (y cuanto más eficaz), más libertad. Y si no nos hiciera actuar no podríamos hacer nada. Los ejemplos o imágenes que se tomen de lo creado jamás expresarán perfectamente una verdad metafísica que se aplica sólo a Dios, en cuanto que todo ser depende de Él. Así, la molienda (y todo) también la haría el viento. Todos nuestros actos son causados por Dios: incluso el modo libre de ellos, toda vez que el mismo es algo. Más que "pareciera"..., necesariamente se necesita la moción de Dios, sea natural o sobrenatural, para actuar. Decir que esto implica que Dios sea causa del pecado, la objeción que los molinistas les ponían a los tomistas, es incorrecto. Pues se habla de moción respecto de lo que es y el mal "es" privación. Finalmente, la gracia por la que se salvan los que se salvan no son las mociones sobrenaturales (gracias actuales), sino la gracia habitual o santificante (en la medida en que se muera poseyéndola, claro está).
07/10/21 3:17 AM
  
Scintilla
Si hubiera querido darme del don, don Federico María, no me habría puesto Scintilla, ¿no cree? Le agradecería por eso que se ahorrara conmigo los títulos.
Y le contesto diciendo que no podemos conocer la naturaleza humana sin respecto de Dios, y no sólo como creador y primer motor como dicen ustedes defendiendo cierta lectura de santo Tomás. Puesto que Adán fue dotado de la justicia original, a continuación la perdió y vivió en culpa, aunque llamado a cumplir con el ser sobrenatural al que estaba llamado (en esto declaro ser escotista sin vergüenza) que se hizo realidad en Cristo. Es decir, ni conocemos ni podemos conocer cómo sería el hombre constituido como pura naturaleza porque Dios no ha querido hacernos así: fuimos creados a su imagen. No hay un hombre constituido al margen de la naturaleza caída o en gracia (justicia original o gracia justificante). Y, a poco que lo piense, en términos morales, es la propia tesis que defiende usted defendiendo, como es debido, a san Agustín, quien llamaba nada en contra Iulianum a toda acción que pudiera considerarse naturalmente buena porque la falta de merecimiento para la vida eterna, es decir, la falta de gracia, la convierte en nada. Vivimos en un mundo humano que se desvanece porque, a pesar de que haya muchas obras que parecen buenas y que se sostienen en la consistencia creada, su falta de gracia hace que no sirvan para nada más que para perdición y que haya que andar cada vez con más cuidado entre ellas. Lo que nos recomendaba san PAblo de probarlo todo y quedarse con lo bueno cada vez es más peligroso.
____________
A G.:
Está Ud. confundido y es una pena, porque veo cosas buenas en sus comentarios, pero la mala filosofía le oscurece.
07/10/21 9:27 AM
  
Juan Manuel
¿Y qué es lo que me falta para poder, digamos, mover el brazo? ¿En qué me actualiza Dios ahí? No lo llego a ver claro.
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A G.:
Sí Dios se retira de una criatura, y deja de conservarla mediante su acción causal, la criatura se hunde en la nada.
07/10/21 4:13 PM
  
Juan Manuel
Por supuesto, Alonso, y yo mismo sostuve eso. Si es lo único que hay que decir, suscribo.

Pero siento que se quiere decir otra cosa... será culpa mía...
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A G :
Qué otra cosa? No entiendo.
07/10/21 4:23 PM
  
Federico Ma.
Un texto clarísimo de santo Tomás, para Juan Manuel:
"...omnes motus tam corporales quam spirituales reducuntur in primum movens simpliciter, quod est Deus. Et ideo quantumcumque natura aliqua corporalis vel spiritualis ponatur perfecta, non potest in suum actum procedere nisi moveatur a Deo" (I-II, q. 109, a. 1, c.).
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A.G.:
La respuesta entera, o casi entera, es de una enorme claridad:

"Pues bien, de la misma manera que todos los movimientos corporales se reducen al movimiento del cuerpo celeste como a su primer motor en este orden, así todos los movimientos, tanto corporales como espirituales, se reducen al primer motor universal, que es Dios. De modo que, por perfecta que se suponga una naturaleza corporal o espiritual, no logrará producir su acto si no es movida por Dios; aunque esta moción responde a los designios providenciales de Dios y no a la necesidad natural, como la moción del cuerpo celeste. Por otra parte, no sólo proviene de Dios toda moción por ser él el primer motor, sino también toda perfección formal, porque él es el acto primero. De donde se sigue que la acción del entendimiento, como la de cualquier otra criatura, depende de Dios doblemente: porque recibe de él la forma por la que obra, y porque de él recibe además el impulso para obrar."
07/10/21 5:14 PM
  
Juan Manuel
Y sigo sin darle la interpretación que creo que ustedes le dan. En ese mismo artículo Tomás compara a Dios con el primer motor del cielo (a quien se retrotrae todo movimiento físico). ¿Influye directamente el movimiento del primer motor del cielo en los movimientos físicos del mundo? ¿O se retrotrae a través de la serie causal?

La cuestión 105 de esa parte de la Suma también me parece muy orientativa en interpretar que Dios obra en todos lo que obran como causa final, como causa eficiente en el orden de causas eficientes y como creador y sustentador y como causa formal.

Saludos
_________
A.G.:
La interpretación es sencilla: dependemos absolutamente de Dios para hacer el bien, porque no somos creadores sino criaturas, ni somos redentores sino redimidos.
07/10/21 8:53 PM

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