(382) Contra las aguas corruptas
13.- Conocimiento viciado.— El movilismo pone en movimiento la doctrina y la sumerge en la trituradora del Maelstrom, para que sufra mutaciones y se adapte al siglo. Su objetivo es claro: que no haya certezas, que se disipen las seguridades, que queden anegados de 1789 los conceptos. El mutacionismo ha penetrado la Nueva Teología y el personalismo, descuajándolos del orden de las esencias. Ha puesto fecha de caducidad al derecho natural. Ha sometido al hombre al estro moderno y sus afanes de autodeterminación. Ha criminalizado la sagrada escolástica, con grave daño. —Contra esto, la romanitas católica: contemplarlo todo sub specie aeternitatis. Fundir en bronce la doctrina cristiana para que sea para siempre.
14.- Entre dos aguas.— Hay un movimiento bueno y otro malo. El primero es perfectivo, de vida y gracia, de virtud; del agua viva, que salta hasta la eternidad (Cf. Jn 4, 14); del crecimiento que sólo Dios concede (Cf. 1 Cor 3, 6) y nunca el hombre. Pero el segundo es de la corrupción, de la disipación de la verdad en anfibologías, en el espíritu perverso de la ambigüedad; en el ardid con que el pecado ha sometido al mundo (Cf. Rom. 8, 21). —Contra esto, la precisión escolástica y la estabilidad sacramental, la armonizacion jerárquica de los saberes contra todo sinfonismo, contra todo situacionismo pastoral, contra toda destemplada relacionalidad.
15.- Agua estancada, agua envenenada.— Al movimiento bueno le aplicamos el refrán y el lema: capiunt vitium, ni moveantur, aquae, se corrompen las aguas si no se mueven. Justiniano, en Digesto, 1, 8, 2, enseña que el agua buena es de justicia: aqua profluens iure naturali communis, agua que corre es común a todos por derecho natural. La recta doctrina ha de ser común a todos. Dar agua mala es acto de injusticia.