(275) Normas generales y ley moral universal. Una falsa sinonimia

Presentación del acorde de ideas de este post:

En el contexto de la presente crisis del catolicismo, la confusión teológica reinante abarca conceptos clave en teología moral, como son las nociones de ley y norma.

Por influencia de Kant, Hegel, Kierkegaard, Heidegger y otros autores, la concepción personalista de la ley moral —como en Bernhard Häring o Karl Rahner, por ejemplo— ha suscitado un desenfoque doctrinal considerable.

Uno de los frutos más notables de este desenfoque doctrinal es la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia. La confusión entre norma y ley, sin embargo, no es un invento de la teología católica contemporánea, sino de la Modernidad, formando parte de la esencia misma del Estado positivista surgido de la Reforma. La teología moral personalista, al asimilar elementos del pensamiento moderno, ha introducido este virus en el pensamiento católico.

 

1ª.- La anomia contemporánea, que es nihilista, no es rechazo de la norma sino rechazo de la ley.

 

Es común en la teología moral personalista que la noción de norma ocupe el lugar de la noción de ley: los Mandamientos, la ley natural universal, ya no son presentados como la misma ley eterna, sino como las normas generales. La ley natural deja de identificarse con la ley eterna participada por la criatura, sino con un conjunto de normas creadas por ella de forma convencional.

 

3ª.- Al referirse a la ley eterna como norma, se rebaja de rango la ley y se sube de rango la norma. Pero la ley eterna no es la norma eterna sino la ley eterna, sabiduría misma de Dios. Por lo que manteniendo la falsa sinonimia se genera una tensión en la moral cristiana que pretende desahogarse acudiendo a la esfera de la subjetividad. En ella pretende encontrarse la absolutización necesaria que compense el desequilibrio: rebajando la ley y elevando la norma, se ponen en plano de igualdad la parte divina y la parte humana. La procedencia semipelagiana, voluntarista, del artificio es evidente. 

Una reelaboración de esto lo encontramos en Rahner, que en Peligros en el catolicismo basándose en el principio de implenitud, como hace Amoris laetitia—  habla de una ética particular inasequible a la ley universal.

Esta ética particular pretende ir allende las fronteras de las “normas generales". Sin explícitamente contradecirlas, se propone ir más allá, a una supuesta esfera privada en que ni la Iglesia ni la ley en general tienen jurisdicción: la norma particular pretende así elevarse hasta la ley “general” y equilibrar la balanza norma/ley, o lo que es lo mismo, hombre/Dios. La antropologización horizontalista es evidente.  De esta ética individual, de este equilibrio artificial, se encargaría no la conciencia, según Rahner, sino el discernimiento. Así surge una dicotomía subjetivista: la conciencia se encargaría de las normas generales y el discernimiento se encargaría de las normas particulares, nivelando conciencia y discernimiento.

 

El nihilismo se fortalece con sistemas supernormativos de gobierno. Necesita 1) destruir el orden del ser, para lo cual acude a la anomia como rechazo de la ley eterna (que es el mismo orden del ser) y 2) implantar un nuevo orden normativo que garantice su supervivencia (que es el orden de la norma positiva en sentido positivista).

 

y 5ª.- Se da el caso de Estados intensamente normativos, como el comunista, que son sin embargo profundamente anómicos. Pasa lo mismo con el estado constitucional moderno. Es supernormativo siendo al mismo tiempo anómico. No es más que la paradoja revolucionaria: para afirmar la libertad negativa del hombre, se rechaza la ley al mismo tiempo que se supernormatiza, para reforzarlo, el nuevo estado de cosas. Es la forma en que se abre la puerta al totalitarismo, al fascismo, a la ideología de género, al democratismo global, etc.

La clarificación, por tanto, de este asunto, es urgente. Una vez más, proponemos volver al pensamiento iusnaturalista clásico, a la doctrina antimodernista, a los principios fundamentales de la teología moral católica. Respetemos el legado recibido y no nos apartemos ni un ápice de su numen tradicional.

 
David Glez Alonso Gracián
 

13 comentarios

  
Alonso Gracián
Apreciados amigos, aunque soy consciente de la dificultad conceptual de este artículo, y de los anteriores relacionados con él, quisiera subrayar la importancia de reflexionar y profundizar estas nociones. Estoy convencido de la transcendencia de estas cuestiones. La intoxicación normativista, paradójicamente, es uno de los indicios de la crisis de anomia actual. Explica en parte la aceptación general que ha tenido A.L., o al menos su justificación en clave continuista; explica, también, la dificultad que muchas mentes católicas formadas han tenido y tienen para percibir los principios nocivos, en su ambigüedad, que contiene el capítulo VIII.
23/06/18 11:04 PM
  
Scintilla
Querido Alonso:
Los mandamientos de la ley de Dios no son la ley eterna. Ésta, concepto agustiniano tomado tardíamente por santo Tomás a rebufo de la escuela franciscana, se identifica con la esencia divina. Los diez mandamientos no son la esencia divina. Cristo, como encarnación del Verbo sí.
Abrazos y feliz día de san Juan.

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A.G.:
Los mandamientos son la ley natural y la ley natural es la misma ley eterna en cuanto participada por la criatura.

"De ello se deduce que la ley natural es la misma ley eterna, ínsita en los seres dotados de razón, que los inclina al acto y al fin que les conviene; es la misma razón eterna del Creador y gobernador del universo" (León XIII, Libertas; Veritatis splendor, 44)


Es muy necesario volver a entenderlo de esta manera. Cuando se habla del Decálogo se habla, realmente, de la quintaesencia de la ley natural, y cuando se habla de la ley natural, se habla, al mismo tiempo de la ley eterna y divina siendo participada por el hombre, siendo "vista" por la sindéresis, siendo leída en su corazón, siendo recibida de Dios, también, de forma sobrenatural.
24/06/18 7:20 AM
  
Scintilla
Yo no soy Cristo aunque participe de su vida gracias a su carne y su sangre mientras el pan y el vino debidamente consagrados sí son su carne y su sangre. Pari modo, la ley natural no es por eso "la misma ley eterna", como usted dice en su artículo, pues formaliter sólo está en Dios (lo deja clarísimo santo Tomás en I-II, q.93). La ley divina positiva, que eso son los mandamientos (que no asimilaría formalmente tampoco a la ley natural: eso es tesis de tomistas como Soto, pero no universal ni fundamento de clasicidad), como decían los viejos tomistas, y por ahí va el fragmento de Libertas praestantissimum que trae a colación, es una participación de la ley eterna, pero no se puede confundir con ella, es una suerte de "lex particularis", y no está formalmente en Dios. Eso sí, esta ley particular está por la gracia y el Espíritu en los profetas y en el corazón de los fieles, en los que hay algo más que los diez mandamientos: está, nada menos, que la ley evangélica.

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A.G.:
Creo que se complica ud. demasiado. La ley natural es la misma ley eterna en cuanto conocida por la razón, participada por la criatura. Mire cómo lo dice Veritatis splendor 72:

Esta ley eterna es conocida tanto por medio de la razón natural del hombre (y, de esta manera, es ley natural), cuanto —de modo integral y perfecto— por medio de la revelación sobrenatural de Dios (y por ello es llamada ley divina).


24/06/18 12:36 PM
  
maru
Completamente de acuerdo con su planteamiento. Sta. Teresa, se quejó en su momento, de que estaban sufriendo ''tiempos recios'', pero yo digo que, estos tiempos de hoy, son más que recios.

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A.G.:
Sí, maru, Santa Teresa hablaba de esos tiempos recios que hoy, desde luego, nos parecen más que recios. Pero la gracia abundará. Cristo tiene poder, también social, porque es Nuestro Rey, Nuestro Capitán, Nuestro Señor.
24/06/18 12:55 PM
  
Scintilla
Pero hay ley natural en los seres no racionales. El gato que se come al ratón sigue la ley natural como el hombre que protege a su hijo de una caída fatal. Lo específico en el hombre de la ley natural es que supone un ser dotado de inteligencia y libre arbitrio, además de caído, y, por lo tanto, un ser -y ahí su terribilidad, la suya y la de los ángeles- que puede oponerse a esa ley natural (sólo los ángeles al hacer eso se oponen directamente a la ley eterna, no necesariamente el hombre).
Decir que la ley natural es la ley eterna conocida por la razón puede dar lugar a malos entendidos: la razón no puede alcanzar nunca la ley eterna, le supera.

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A.G.:
Es interesante que introduzca el tema de la libertad, más concretamente, del abuso de la libertad, por el que es una posibilidad el rechazo de la ley natural en su formulación privilegiada (el Decálogo). Es verdad que por el pecado del hombre adámico, hay dificultades para conocer racionalmente la ley eterna que, referida a la criatura racional, es ley natural. Por eso es recordada por la Revelación.

Por eso, en la situación presente del ser humano, la gracia y la revelación son necesarias al hombre pecador para que las verdades morales puedan ser participadas y conocidas “de todos y sin dificultad, con una firme certeza y sin mezcla de error” (Concilio Vaticano I: DS 3005; Pío XII, enc. Humani generis: DS 3876).

Como bien dice ud, la ley eterna, que está en la mente de Dios, por así decir, ordena también al resto de las criaturas. Cuando este orden sabio se refiere a la criatura racional, lo denominamos ley natural, y si es recordado en la revelación sobrenatural, lo denominamos ley positiva.

La ley es eterna porque es sabiduría de Dios, "está en su mente", por así decir, es natural, porque está impresa en el corazón del hombre, es positiva porque está contenida en la revelación sobrenatural. Como dice el Doctor Angélico, es "plan de la divina sabiduría que dirige todas las acciones y movimientos de las criaturas en orden al bien común de todo el universo" (I-II, q93, a1).

Respecto a lo que dice del gato que se come al ratón, me temo que más bien no es obra de la ley eterna sino del desorden que el pecado produce en el mundo, que queda sometido a corrupción y deformación aun sin llegar a perder su bondad originaria.
24/06/18 2:33 PM
  
Scintilla
Dónde está el mal en un gato que se come a un ratón, querido Alonso. Por otra parte, no veo cómo puede escapar la necesidad biológica de comer (y de hacerlo de una determinada manera según la naturaleza -physis- de cada cual) de la ley eterna como instancia última en la que está todo ordenado.
Es el hombre, de nuevo, el que, por don divino puede reducir, moderar el imperio de esa ley natural sobrenaturalizándola, y así ayunar o no comer carne e incluso, como algunos santos, no alimentarse más que del cuerpo de Cristo. Y por su contacto, el del hombre, los animales se hacen de casa, se humanizan. Todavía recuerdo con cariño un gato que se quedó conmigo por un azar y que me traía sus presas antes de comerlas, como pidiéndome permiso. Y satisfecho de su caza. Y yo de él.

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A.G. :
Pues la verdad no sabría decirle, pero me parece que la depredación de unos animales sobre otros es posible que sea un efecto del pecado original del hombre, que deforma el universo. Por eso tal vez haya que esperar a la Tierra Nueva para contemplar el universo restituido a su plan original. Aunque esto es una simple cavilación, pero no me diga que no tiene sentido la idea, jeje
24/06/18 6:01 PM
  
Grifón
La ley natural debe ser eterna porque ella es también voluntad de Dios. Y la voluntad de Dios no cambia. Me parece peligroso que la Iglesia evite hablar o tratar sobre la ley porque se trata de la salvación de las almas. Y para salvarse hay que cumplir toda la ley, también la ley natural. Esto lo dice la Humanae Vitae en el n. 4:

... Ningún fiel querrá negar que corresponda al Magisterio de la Iglesia el interpretar también la ley moral natural. Es, en efecto, incontrovertible —como tantas veces han declarado nuestros predecesores — que Jesucristo, al comunicar a Pedro y a los Apóstoles su autoridad divina y al enviarlos a enseñar a todas las gentes sus mandamientos, los constituía en custodios y en intérpretes auténticos de toda ley moral, es decir, no sólo de la ley evangélica, sino también de la natural, expresión de la voluntad de Dios, cuyo cumplimiento fiel es igualmente necesario para salvarse.

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A.G.:
La ley moral, ciertamente, es eterna, porque es la sabiduría misma de Dios. Y es inmutable y universal. Le agradezco la referencia a la Humanae vitae, porque los hay, muchos, que niegan que la doctrina sobre la anticoncepción apele a la ley natural.
24/06/18 6:05 PM
  
Maribel
Pues, sin poder entender la diferencia entre ley natural y ley eterna, me atrevo a decir , la necesidad de los Mandamientos de Dios , para tener un norte inamovible en un mundo de interpretaciones personales que desorientan a los hombres buenos.
La gran diferencia esta en confiar en Dios o hacer uso de nuestra libertad para cuestionarlo todo .


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A.G.:
Maribel, más que de nuestra libertad, del abuso de ella. Porque la libertad siempre es para la confianza, para el bien, para la buena obra.

La ley eterna es el orden con que Dios dispone la creación. La ley natural, esta misma ley eterna pero referida al ser humano. Es la sabiduría divina, que estructura la realidad.
25/06/18 10:22 AM
  
Raquel D. Catequista
Les participo una manera para colaborar en el momento actual de confusiones. Orar un Padrenuestro, por cada uno de los X Mandamientos, en reparación por las ofensas del mundo a La Ley Eterna, Divina, natural, como quieras...
Pues el cambio de paradigma nos trae una nueva civilización donde van : abortos, matrimonios gay, y todas las aberraciones a la ley que se quieran colar, como la que se pretende en España.
Así será no solo en España, sino en toda esta nueva civilización. y no dentro de 20, 10, sino a 5 años, en opinión del Padre exorcista FORTEA en su vídeo :
www.youtube.com/results?search_query=P.+FORTEA+y+el+Apocalipsishttps
25/06/18 11:04 PM
  
Néstor
¿Qué cosa sería una "norma particular"? ¿Una que valiese para un solo instante en un determinado punto del espacio? Pero entonces no se la podría ni formular, porque una vez formulada, ese momento ya ha pasado, y si es para un momento futuro, entonces habría que tener una para cada instante futuro, y nos vamos al infinito.

La norma es general por definición, lo otro es la pura y simple ausencia de normas.

Saludos cordiales.
27/06/18 5:40 PM
  
Néstor
La ley eterna es la misma sabiduría de Dios, o como dice San Agustín, la razón o la voluntad divinas, que mandan observar el orden natural y prohíben perturbarlo.

La ley natural es la participación de la ley eterna en la creatura racional, según Santo Tomás, y ahí se ve que se está refiriendo solamente a esa parte de la ley natural que llamamos "ley moral".

Así entendida, sólo hay "ley natural" en las creaturas racionales.

Los diez mandamientos son de ley natural en el tomismo, y también, según entiendo, en el escotismo, sólo que para este último la ley natural puede ser cambiada a voluntad por Dios, al menos en lo que respecta a las relaciones con lo creado.

La ley natural se distingue de la ley eterna al menos en el hecho de que hay preceptos secundarios de ley natural que pueden variar, según Santo Tomás, cosa que evidentemente no puede decirse de la ley eterna misma.

Saludos cordiales.
27/06/18 6:53 PM
  
Alonso Gracián
Néstor,

lo de las normas particulares viene de esa ética particular, individual, inasible a la ley moral universal, que defendía Rahner. Son normas que, supuestamente, valen para un individuo único e irrepetible, como es tópico decir en la jerga personalista.
28/06/18 1:42 PM
  
Néstor
Claro, pero es que con el mismo argumento, deberían valer para un solo acto de ese individuo, pues sus actos son tan individuales como el individuo mismo, y las circunstancias sin duda que cambian de un acto al otro.

Al final, quedaría solamente, en todo caso, un mandato divino singular para cada individuo en cada situación diferente en que se encuentre, y las situaciones cambian aunque sea con el solo paso del tiempo.

Así las cosas, no se ve el sentido de que haya normas, en general, porque es de la esencia de la norma el valer para muchos casos posibles.

Un mandato concreto que da un general a un soldado en un ejército no es una norma, propiamente hablando.

Saludos cordiales.

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A.G.:
Néstor, muy de acuerdo, sobre todo con esto que has escrito:

Al final, quedaría solamente, en todo caso, un mandato divino singular para cada individuo en cada situación diferente en que se encuentre, y las situaciones cambian aunque sea con el solo paso del tiempo.


Es lo que se me vino a la cabeza tras la primera lectura de Problemas en el catolicismo de Rahner, donde propone esa ética individual supra-universal que, luego, Häring sistematizaría en su teología situacionista.

Respecto a esta otra observación tuya:

Así las cosas, no se ve el sentido de que haya normas


Creo que la clave para entender esto es la anomia. El nihilismo moderno es anómico, pero no respecto de las normas, sino respecto de la ley. El rechazo de la ley universal crea un vacío, que para que no degenere en anarquía debe ser rellenado con normas. Porque el nihilismo es compatible con el orden (positivista), de hecho lo necesita para construir su ciudad terrena orientada al hombre. Para eso se arma de normativismo, se autoedifica como una superadministración. La ética individualista, precisamente, debe ser supernormativa para garantizar el equilibrio del sistema. ¿Cómo? Pues delegando en el estado, que se vuelve garante de derechos (pretensiones) subjetivas. El estado moderno, de esta forma, es el principal garante de las éticas individualistas, para equilibrar la balanza de lo que Turgot llamaba "reclamaciones y contrarreclamaciones".
29/06/18 6:47 PM

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