Hay fronteras que jamás deben cruzarse
Llevamos varios días con un cirio montado de dimensiones considerables a costa de la Cope y lo que rodea a la Cope. Mi opinión sobre lo que está ocurriendo ya la he dado en varios artículos y no me voy a repetir. Ahora bien, creo que aunque se sea un anti-Losantos radical, hay fronteras que no se deben cruzar. En el Diario de León se publica hoy el artículo de un personaje llamado José Luis Gavilanes Laso crítico con el director de La Mañana de Cope. En dicho escrito, titulado “El Pico de Federico” encontramos lo siguiente:
Federico, Federico, oye rico, templa el pico, descansa un poco, no más, que ese pico, Federico, se te puede lastimar. Por picar en Cataluña, te quebraron la pezuña, que por ello cojo vas. Y si picas sin parar, ese pico, Federico, pronto muy romo será. De tal modo que, mañico, puedes quedarte sin pico, y ya no podrás echar a la siniestra el hocico, ni tampoco a la derecha, si ella a tu gusto no está.
Por si alguno no lo sabe, Jiménez Losantos es víctima del terrorismo de Terra Lliure. Unos terroristas de esa banda criminal, algunos de cuyos miembros forman parte de uno de los partidos que componen el tripartito en Cataluña, secuestraron por unas horas a Federico. Le “soltaron” tras pegarle un tiro en la pierna.
Es decir, este sujeto llamado Gavilanes hace befa y mofa de una víctima del terrorismo. Y no sólo eso. Le advierte de que si sigue hablando, le puede ocurrir lo mismo o peor. En otras palabras: O te callas o te callan.
Aparte de que lo más probable es que eso sea un delito, lo que no tiene el más mínimo sentido es que desde un medio de comunicación nacional como Religión Digital -Periodista Digital-, se reproduzca sin más semejante salvajada. Hay fronteras que jamás deben cruzarse. Y si se cruzan, hay que dar marcha atrás inmediatamente a menos que queramos que esto se convierta en una guerra abierta de la que luego no sabremos bien cómo salir.
Luis Fernando Pérez Bustamante.

Si hace veinte años nos dicen que al cabo de un par de décadas un policía musulmán prohibiría predicar el evangelio en plena calle de una ciudad británica, lo más probable es que no nos lo habríamos creído. La realidad, una vez más, supera la ficción y la peor de las pesadillas. Dos predicadores protestantes evangélicos fueron abordados por un policía de la comunidad islámica que les requirió que dejaran de repartir material de evangelización. No contento con eso, les amenazó muy claramente sugiriéndoles que la próxima vez podrían recibir una paliza. Y lo peor de todo es que no estamos ante un caso aislado. El fundamentalismo islámico se ha aprovechado de nuestras leyes permisivas para instalarse en nuestras ciudades y está imponiendo, lenta pero firmemente, su ley.








