Quieren robarnos la Catedral de Córdoba
Hay que decir las cosas claras para que todo el mundo sepa a qué atenerse. Nos quieren robar la Catedral de Córdoba, la cual es propiedad de la Iglesia Católica desde hace siglos. Cuando Fernando III el Santo arrebató la ciudad a los musulmanes, una de las primeras cosas que hizo fue retornar el culto cristiano a la antigua basílica visigótica de San Vicente, que los seguidores de Mahoma habían convertido en mezquita.
Efectivamente, el monarca dispuso que en la festividad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo del año 1236 el templo fuera dedicado a Santa María Madre de Dios y consagrado aquel mismo día por el Obispo de Osma, Mons Juan Dominguez, en ausencia del arzobispo de Toledo, Mons Rodrigo Jiménez de Rada, asistido por los Obispos de Cuenca, Baeza, Plasencia y Coria. Según las leyes del momento, el templo era propiedad del rey que conquistó la ciudad, pero finalmente se cedió su titularidad a la Iglesia. Desde ese momento, la Catedral ha sido siempre propiedad de la diócesis cordobesa. Lo que ha ocurrido recientemente es la inmatriculación del templo en el registro de bienes inmuebles. Como quiera que ese es un asunto que ha traído mucha polémica en toda España, les recomiendo este artículo donde se explica perfectamente en qué consisten ese tipo de inmatriculaciones.
Sin embargo, en Andalucía se dan dos circunstancias:
1- Presencia cada vez mayor de musulmanes. Y para ser más exactos, financiación por parte de países islámicos de todo tipo de grupos, algunos mediáticos, para lograr que la Catedral se convierta de nuevo en Mezquita, de forma que se pueda dar un culto religioso compartido.
2- Gobierno socialista en coalición con comunistas, lo cual es prácticamente lo mismo que decir gobierno anticlerical.

Como dos buenos trileros del “arte” de la política, Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba se han enfrascado hoy en un debate sobre la anunciada reforma de la ley del aborto. Los argumentos de ambos apuntan a una realidad evidente. Ni a don Mariano ni a don Alberto les importa un pimiento el derecho a la vida del no nacido. Uno la niega con supuestos. El otro, con plazos.
Al arzobispo de Tánger, Mons. Santiago Agrelo,
En 1492 España se unió a la lista de países que habían decidido expulsar de sus territorios a los judíos. Efectivamente, la medida fue precedida por otras similares en naciones como Inglaterra, Francia o Alemania, pero a diferencia de lo ocurrido en esas naciones, los Reyes Católicos no actuaron movidos por el ánimo de lucro y sí por cuestiones religiosas. Aparte del caso del niño supuestamente asesinado por judíos en una representación blasfema de la Pasión de Cristo -los historiadores dicen que fue un fraude-, lo que sí era cierto es que ciertos sectores del judaísmo en este país intentaban devolver a la fe talmúdica a algunos de los que se habían convertido previamente al catolicismo. Con esto no digo que estuviera justificada su expulsión. En mi opinión fue sumamente injusta y además una desgracia para España. Eso sí, en ningún otro país se dio una medida como la provisión de 18 de julio de 1492, propuesta por la Reina Isabel, que buscaba evitar y castigar los maltratos contra judíos que habían tenido lugar en algunas poblaciones. Desde luego, nada comparado con lo que un tal Martín Lutero, ex-monje agustino alemán, proponía en su obra “Acerca de los judíos y sus mentiras", de 1543:
Lo que ha ocurrido en el








