De Madrid se va un buen pastor y llega otro buen pastor
Empezaré diciendo que no me ha gustado nada la manera en que se hizo pública la aceptación de la renuncia del cardenal Rouco por parte del Papa ni la forma en que se ha dado a conocer el nombre del sucesor de los apóstoles -que no del purpurado gallego- para la archidiócesis de Madrid. Lo del secreto pontificio puede que tenga mucho de pontificio, pero en estas circunstancias de secreto no ha tenido ni el primer trazo de la letra “s”. Soy parte de este negociado del mundo de la comunicación y se supone que debería estar encantado de que se den este tipo de primicias, pero como antes de nada soy bautizado y miembro de la Iglesia, todo me parece una falta de respeto hacia los pastores y en cierta manera hacia el resto del pueblo de Dios. Es más, me aseguran que al papa Francisco este tipo de cosas le sientan muy mal. Veremos si no hay consecuencias a corto-medio plazo.
Madrid ha contado con un obispo al frente de la diócesis, S.E.R Antonio María Rouco Varela, durante casi 20 años. En octubre los habría cumplido. Dado que yo llevo 14 años en tierras aragonesas y en octubre se cumplirán 15 desde mi regreso a la Iglesia, apenas le tuve como pastor durante un año. Así que en vez de opinar sobre lo que apenas conozco, dejaré que lo haga un sacerdote madrileño, el P. Jorge González, que entre sus muchos frutos pastorales figura el de tener uno de los blogs más leídos en InfoCatólica. Cito de uno de sus posts:

De la entrevista que el Papa concedió a la prensa en el avión que le llevaba de vuelta a Italia tras su histórica y magnífica visita a Corea, me ha llamado la atención la respuesta que da a un periodista sobre su próxima encíclica acerca de la custodia de la Creación. Concretamente de la creación en la tierra, porque poco podemos hacer para cuidar el resto. Cito:
Anda bastante movidito el mundo de la blogosfera católica de EE.UU (
Son varias las ocasiones en las que la Escritura nos indica que en nuestra vida espiritual no conviene mirar hacia lo que dejamos atrás, sobre todo si ese pasado está lleno de pecado. Cuando la mujer de Lot desobedeció la orden de no mirar hacia atrás, quedó convertida en estatua de sal. Cuando un hombre quiso seguir a Cristo y le pidió permiso para despedirse de los suyos, el Señor le respondió con contundencia: “Nadie que, después de haber puesto la mano sobre el arado, mire atrás, es apto para el Reino de Dios” (Lc 9,62). Dios no exigiría radicalidad sino la concediera por su gracia, así que si nos pide que no miremos atrás, es porque nos concede mirar solo hacia adelante.
¿Estudias la Biblia? ¿meditas en ella a la luz del Espíritu Santo y bajo la autoridad del Magisterio? Haces bien.








