Luchemos contra esa basura que tanto atrae a esta sociedad enferma
Lo último parece que ha sido el relato pormenorizado, en Interviú, de las relaciones sexuales compulsivas entre un "señor" periodista deportivo y su "ex", la cual a su vez ya había sido "ex" de otro u otros señores. Mañana puede ser la decimocuarta versión de la muerte de una señora cuyo principal mérito era ir de juerga en juerga, de cama en cama y de exclusiva en exclusiva. Y al otro será la ruptura de la pareja que se "conoció" en una casa llenita de cámaras de televisión. O quizás la resurrección amorosa caribeña de Matusalenas con más arrugas por centímetro cuadrado de piel que años en el carnet de identidad. Todo ello aderezado por presentadores que lucen orgullosamente su plumífera personalidad y que, de vez en cuando, se permiten el lujazo de darnos lecciones de dignidad moral. Por no hablar de esa colección de insignes tertulianos y comentaristas de vidas ajenas, que hacen el papel de hooligans o detractores del ganado previamente descrito.
Da lo mismo. Lo cierto es que toda esa basura inmunda lleva siendo consumida durante años por buena parte de la sociedad española. En la televisión nada dura si no hay audiencia que lo sostenga. Y aunque parece que estamos ante una momentáneo hartazgo de dicha audiencia ante determinado tipo de telebasura, no me cabe duda de que las "crónicas de sociedad" seguirán llenando las horas de ocio de millones de españoles. Quizás cambien algo los formatos, posiblemente el modelo tombolero se extinga, pero ya se inventarán algo. Faltaría más.