Don Leopoldo, se hablará de lo que se tenga que hablar
Hay un refrán que dice que “el que da primero, da dos veces". Al poco de que el Vaticano anunciara que el Papa ha ordenado una Visitación Apostólica para los Legionarios de Cristo, los obispos mexicanos, país de procedencia del fundador de los legionarios, el padre Marcial Maciel, se apresuraron a declarar, por medio de su portavoz, lo felicísimos que están por la medida, lo agradecidos que están al Papa y la necesidad de transparencia. Eso sí, aviso a navegantes, ojito con estigmatizar al padre Maciel. El portavoz de los obispos de aquella gran nación americana lo pudo decir más alto pero no más claro: “…de la persona del muy estimado y querido padre Maciel, pues ya no hay que hablar“.
Hombre, don Leopoldo, pues usted nos dirá de qué se ha de hablar entonces. ¿Acaso la Visitación no tiene nada que ver con todo lo que ha girado alrededor del fundador de los Legionarios de Cristo? No seré yo quien diga que hay que someter a la figura del padre Maciel, una vez muerto, a una especie de juicio sumarísimo en el que salgan a la luz con pelos y señales todas sus vergüenzas. No sería justo hacer tal cosa con quien ya no puede defenderse. Pero, hablando claro, si hay víctimas a las que reparar -y eso incluye a la totalidad de los LC y RC que tomaron como ejemplo a quien llevaba una vida de pecado-, es de justicia que así se haga. Y si para eso hay que decir que don Marcial hizo tal y cual cosa, pues se dice. Y si hay cómplices que taparon lo que no se podía tapar, pues se les aplica la disciplina que sea pertinente y a seguir adelante.