28.02.18

Te adoramos, Oh Constitución

Creo en la Constitución española, fuente de todo bienestar habido y por haber en este país.

Creo en las sentencias del Tribunal Constitucional, que nos garantizan la estabilidad necesaria para que las mujeres puedan abortar y los homosexuales “casarse".

Creo en las leyes que emanan de las Cortes, especialmente las que conceden derechos contrarios a la ley natural.

Creo en el estado de la autonomías, que ha conseguido que abandonemos para siempre el lema fascista “una, grande y libre".

Creo en el sistema partitocrático, que hace creer al poblacho que cada cuatro años tiene la opción de cambiar las cosas.

Creo en el poder judicial, que sabe obedecer como nadie a la voz de su amo.

Creo en la Conferencia Episcopal Española, faro en medio de la borrasca, luz en medio de las tinieblas.

Creo en la CONFER, que abona y riega la primavera de la vida consagrada cuyos frutos vocacionales son tan espectaculares.

Y creo en la FERE-CEECA, que ha conseguido que la aconfesionalidad de nuestra amada Constitución sea un hecho en los colegios que hace décadas eran católicos.

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23.02.18

¿Qué queda del catolicismo a día de hoy?

De siempre se nos ha dicho, porque era cierto, que una de las características del catolicismo era su unidad en la fe, en la doctrina, en la moral, en los sacramentos.

Pues bien, hoy es el día en que se puede observar como una cosa es el catolicismo en Alemania y otra muy distinta en Polonia. Uno el catolicismo en la archidiócesis de Chicago y otro en la de Filadelfia. Y por no salir de España, uno es el catolicismo en la archidiócesis de Granada, donde el arzobispo permite a comunión de quienes viven en adulterio, y otro en la diócesis de Alcalá de Henares, donde el obispo no para de recordar la vigencia del magisterio bimilenario de la Iglesia.

Los obispos alemanes vuelven a demostrar que se creen absolutamente independientes del resto de la Iglesia y han decidido, sin pedir permiso a Roma, que los protestantes que estén casados con católicos pueden comulgar. Dicen que para ello han de creer lo mismo que la Iglesia cree sobre la Eucaristía. Pero, ¿de qué tipo de fe eucarística estamos hablando si uno puede profesarla y seguir siendo protestante? No, desde luego, de la fe católica. Y pretender que es legítimo separar la fe eucarística del resto de la fe de la Iglesia es no profesar la fe de la Iglesia.

Lo que están haciendo los obispos “católicos” alemanes es como si en tiempos de la crisis arriana se hubiera admitido que arrianos, seminarrianos y católicos pudieran comulgar bajo la excusa de que todos creían lo mismo sobre la Eucaristía. Semejante barbaridad habría sido rechazada por todos. Hoy, la tenemos delante de nuestras narices sin que parezca que nadie va a mover un dedo para impedirlo.

Cuando el Beato Newman se convirtió a la fe católica,descartó por completo la legitimidad del anglicanismo como vìa media entre el protestantismo y el catolicismo. Sin embargo, hoy la Iglesia Católica se parece mucho más al anglicanismo que Newman abandonó que al catolicismo de los veinte siglos precedentes. Por supuesto, se trata de mera apariencia humana, porque la Iglesia siempre sigue siendo la misma: una, santa, católica y apostólica. Los miembros muertos y alejados de su fe, sin embargo, hacen tanto ruido que oscurecen a la vista del mundo la esencia indestructible del Cuerpo de Cristo.

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20.02.18

El verdadero ecumenismo del odio

Hace unos meses, La Civiltà Cattolica publicaba un artículo firmado por su director, el jesuita Antonio Spadaro y por el pastor presbiteriano Marcelo Figueroa, responsable de la edición argentina de L´Osservatore Romano (sic), en el que se acusaba a los católicos tradicionales y los protestantes evangélicos estadounidenses de practicar un “ecumenismo del odio” por defender el derecho a la vida y la enseñanza bíblica sobre la naturaleza del matrimonio como unión entre un hombre y una mujer. Cito de dicho artículo:

«Apelando a los valores del fundamentalismo, se está desarrollando una extraña forma de ecumenismo sorprendente entre fundamentalistas evangélicos e integristas católicos unidos por la ambición de obtener influencia religiosa en la esfera política»

«Algunos que profesan ser católicos se expresan de maneras que hasta hace poco eran desconocidas en su tradición y usan tonos mucho más cercanos a los evangélicos».

«Existe un mundo bien definido de convergencia ecuménica entre sectores que paradójicamente son competidores en lo que respecta a la pertenencia confesional. Esta unión sobre los objetivos compartidos se produce en torno a temas como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la educación religiosa en las escuelas y otros asuntos generalmente considerados morales o ligados a los valores. Los integristas evangélicos y católicos condenan el ecumenismo tradicional y, sin embargo, promueven un ecumenismo de conflicto que los une en el sueño nostálgico de un tipo de Estado teocrático».

Desde entonces, se ha producido una cascada de noticias que parecen indicar que la cuestión de la homosexualidad es objeto de discusión tanto dentro del catolicismo como del protestantismo. Digo “parece” porque no cabe discusión alguna.

Lo que está en juego no es si el cristianismo debe aceptar o no las relaciones homosexuales. Lo que se dilucida es si el cristianismo sigue existiendo como tal o se arrodilla ante el Nuevo Orden Mundial que, entre otras imposiciones, busca dar carta de naturaleza a unas relaciones que la Biblia señala, de forma inequívoca, como aberración ante los ojos de Dios.

Existe un verdadero campo de batalla en el que los dos bandos están muy bien delimitados. Por una parte, los que creen que la Biblia es normativa a la hora de discernir la condición pecaminosa de las relaciones entre personas del mismo sexo. Por otra, los que abogan por dejar de lado la Escritura en esa materia -y en otras, dicho sea de paso-. 

En realidad, estamos ante un episodio más del gran conflicto espiritual (Ef 6) del último siglo y medio entre el cristianismo tradicional y la apostasía, que en el catolicismo recibe el nombre de modernismo y en el protestantismo se llama liberalismo teológico.

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8.02.18

Cuando se retira la anilla a una granada, explota

Revisión de la Humanae Vitae, bendición de uniones homosexuales, comunión de adúlteros y lo que se les ocurra de aquí en adelante. Es todo lo mismo. Y todo nace de la misma fuente. A saber, la idea  que subyace en el punto 301 de Amoris Laetitia. Cito:

Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa.

La “situación irregular” puede ser la del adulterio, la de la práctica de la sodomía o el lesbianismo, la del uso de anticonceptivos, la del no cumplimiento del precepto dominical, la que se quiera. Según ese texto se puede conocer el mandamiento de Dios y, dependiendo de las circunstancias, no cumplirlo sin caer en pecado.

En realidad, todo parte de la falta de fe. Sin fe, es imposible agradar a Dios. Sin fe, no se pueden cumplir sus mandamientos. Sin fe, cualquier barbaridad puede ser justificada. Quienes no creen en el poder de la gracia de Dios para que el cristiano se libere del pecado de verdad, no solo de modo forense, buscan la manera de burlarse de la ley de Dios. 

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2.02.18

Hacia la dictadura del pensamiento único en España

Afirmar que la II Republica fue un instrumento de opresión de la Iglesia en España, que la izquierda de entonces era, como poco, tan golpista como los que finalmente se levantaron contra dicho régimen, y que dicho levantamiento evitó la práctica aniquilación del catolicismo en este país, va a ser un delito penado con cárcel si se aprueba el nuevo proyecto de ley de Memoria Histórica que ha presentado el PSOE. Un PSOE que es precisamente hijo político de aquella izquierda asesina que llenó este país de mártires.

A la izquierda, y a la derecha parlamentaria cómplice, no le basta con adoctrinar a nuestros hijos en materia moral, robando el derecho de los padres en esa materia. No le basta con atentar contra la libertad religiosa con leyes de ideología de género que atentan contra el ideario de los pocos colegios auténticamente católicos qe quedan. No le basta con reabrir heridas que se supone que quedaron cerradas en la Transición. Ahora quiere también imponer el silencio a todos aquellos que osan contradecir las mentiras que ellos sostienen sobre la historia de este país en el siglo pasado.

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