3.02.14

Aborto. De oponerse frontalmente a oponerse un poco

Antes de aprobarse la primera ley del aborto en España, en 1985, buena parte del catolicismo de este país salió a la calle para oponerse. Antes de aprobarse la segunda ley del aborto, en el 2010, los movimientos cívicos salieron conjuntamente a la calle para oponerse. Ahora que un gobierno de “centro-derecha” amaga con reformar la ley, para dejarla peor que en 1985 -se podrá abortar por supuestos hasta la semana 22 y no solo hasta la 12-, gran parte de los que se opusieron a las dos primeras leyes aplauden. Sí, mantienen el discurso de que todo aborto es malo, pero la sensación que dan es que les va bien con lo que nos ha ofrecido ese “titán” del derecho a la vida llamado Alberto Ruiz-Gallardón.

¿Y la Iglesia qué? Pues, quedando claro que la enseñanza ha sido siempre la misma -todo aborto es malo-, las actitudes también han variado. Si tomamos como partida la Transición, momento histórico en el que el papel del catolicismo en España todavía tenía un peso considerable, basta recordar que el cardenal Tarancón, en un libro-entrevista autobiográfico, afirmó que los obispos eran conscientes de que el cambio político traería, entre otros males, la aprobación del aborto, pero que no les quedaba otra opción que apoyar tal cambio por respeto al pluralismo político. Dos millones de abortados legalmente llevamos desde entonces. Ustedes dirán si ha merecido la pena. Y con esto no digo que la Iglesia debiera haberse opuesto a la llegada de la democracia, pero sí que pudo haber presionado mucho más para que el derecho a la vida en la Constitución incluyera una simple cláusula que dijera “desde la concepción hasta la muerte natural”. No digo lo mismo respecto al matrimonio como unión entre un hombre y una mujer, porque hace 40 años muy pocas mentes depravadas habrían creído en la posibilidad de que se aprobara ese engendro antinatura del “matrimonio” homosexual.

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1.02.14

El cardenal Eijk, Trento y el sentido común

La secularizada Holanda, la liberal Holanda, la paganizada Holanda, la Holanda del “Catecismo” heterodoxo, ha “parido” un cardenal de esos que no se arrodillan ante el ídolo de lo político y eclesialmente correcto. Se trata de S.E.R Willem Jacobus Eijk, arzobispo de Utrech.

En plena Semana de Oración por la unidad de los cristianos, el prelado ha concedido una entrevista a una revista calvinista de su país. ¿Y qué creen que ha dicho? Pues que Trento, con sus dogmas y anatemas, sigue plenamente vigente. Y que eso de rehabilitar al heresiarca Lutero es implanteable.

Estamos ante unas declaraciones que indican dos cosas:

1- Que hay gente que cree que Trento es una rémora del pasado y conviene que sepan que sigue siendo un concilio ecuménico fundamental para la Iglesia Católica.

2- Que hay gente que opina que lo de Lutero tiene solución. Y como bien dice el arzobispo de Utrech, “él se desvió de la doctrina de la Iglesia. Y esa doctrina permanece tal cual. Por esta razón, las diferencias permanecen sin cambio y la rehabilitación es imposible“.

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31.01.14

Los principios no negociables que casi todos negocian

Se cuentan con los dedos de una mano - y sobran unos cuantos- los medios de comunicación españoles que saben que para los católicos fieles al magisterio de la Iglesia, existen una serie de valores que no son negociables. Ayer, el papa Francisco señaló como uno de los pilares fundamentales de la vida cristiana la “fidelidad a la Iglesia; fidelidad a su enseñanza; fidelidad al Credo; fidelidad a la doctrina, custodiar esa doctrina“. Y hoy mismo, en su discurso a la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Santo Padre ha indicado que “la doctrina tiene como único objetivo servir a la vida del Pueblo de Dios y asegurar a la fe un fundamento cierto” y que “efectivamente, es grande la tentación de apropiarnos de los dones de la salvación que procede de Dios para domesticarlos -incluso con buena intención- a los puntos de vista y al espíritu del mundo“.

Benedicto XVI indicó esos valores no negociables en su exhortación apostólica post-sinodal Sacramentum Caritatis. El punto 83 reza así:

Es importante notar lo que los Padres sinodales han denominado coherencia eucarística, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana. Esto tiene además una relación objetiva con la Eucaristía (cf. 1 Co 11,27-29). Los Obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que se les ha confiado.

En España hay unos cuantos políticos que dicen ser católicos. Pero desde luego, no hay un solo partido con representación parlamentaria que defienda esos principios no negociables. Todos, absolutamente todos, apoyan la legitimidad del aborto, con las limitaciones que se quieran, y el matrimonio homosexual. Y no pocos pretenden que el Estado intervenga en la educación de los niños y adolescentes pisoteando el derecho de los padres a oponerse a que sus hijos reciban una formación contraria a sus creencias religiosas y morales -eso ocurría con Educación para la Ciudadanía-.

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29.01.14

Don Blas Piñar, católico y español

En la madrugada de ayer, 28 de enero, falleció don Blas Piñar, fundador del partido Fuerza Nueva -previamente fue una editorial-. Miembro de Acción Católica y de la Asociación Católica de Propagandistas, desempeñó algunos cargos durante el régimen de Francisco Franco. Fue procurador en las Cortes Españolas y consejero nacional del Movimiento. También fue nombrado director general del Instituto de Cultura Hispánica en 1957.

Los medios de comunicación le presentan como el líder histórico de la ultraderecha en España durante la Transición. Llegó a ser diputado, por la circunscripción de Madrid, en la legislatura de 1979 a 1982. Dado que yo entonces era apenas un adolescente, no tengo un recuerdo personal claro de lo que don Blas y su partido representaba en ese momento de la historia de este país. Obviamente luego he leído mucho, pero con una figura de esta condición es complicado encontrar material “imparcial".

Sí diré que me parece muy simplista presentarle como el rescoldo de la ideología franquista en la democracia, más que nada porque la práctica totalidad de la clase política española de derechas venía de dicho régimen y FN Fuerza Nueva podría considerarse como representante solo de un sector del franquismo. Ello se demuestra por el hecho de que a pesar de ser un magnífico orador con una capacidad “apologética” de sus ideas muy contundente, nunca llegó a ser ministro de Franco, cosa que sí fue Manuel Fraga, fundador de Alianza Popular, hoy Partido Popular.

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27.01.14

En Alemania apenas quedan católicos

Si lo que publica Dier Spiegel es cierto, y no parece improbable que lo sea, solo cabe sacar una conclusión en relación a la situación del catolicismo en Alemania. A saber, que apenas existe. Es una especie en extinción. Hablamos de una nación en la que más o menos la mitad de sus ciudadanos han sido bautizados en la fe católica. La otra mitad son luteranos. Aunque dada la inmigración turca, cada vez son más los nacidos en el país que profesan la religión musulmana.

A nadie extraña que estén así las cosa. El cardenal Lehman ha reconocido que los obispos alemanes se imaginaban que ese sería el resultado de las respuestas al cuestionario con motivo del próximo sínodo. Y eso a pesar de que los prelados evitaron que los fieles respondieran a algunas preguntas. Concretamente a las relacionadas con el aborto y el “matrimonio homosexual". Pero, seamos sinceros, si casi el 70% de los encuestados dicen no tener en cuenta los dogmas de la Iglesia, podemos deducir lo que opinan sobre esos temas.

Llama la atención que la mayoría de los que se pasan las enseñanzas de la Iglesia por el forro, decidan acudir a Misa y comulgar. Si lo que se encontraran en los púlpitos fuera la predicación de la fe y moral católica, seguramente desistirían de hacerlo. Ni irían a Misa ni, desde luego, osarían profanar la Eucaristía. Y ese es el gran drama de la Iglesia en Alemania: un número ingente de fieles llevan seguramente décadas sin ser educados y formados en la fe católica. Mucho me temo que si la encuesta se realizara solo entre los sacerdotes germanos, los resultados no serían muy diferentes.

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