La religión en la escuela, por Monseñor Sanz Montes
Educar a los hijos no es cosa fácil. Son tantos los factores, personales y "ambientales", que intervienen en algunas de nuestras decisiones sobre ellos, que no siempre acertamos. Pero donde no cabe duda que acertaremos siempre es si proveemos para ellos una educación religiosa seria, profunda y asentada en el evangelio. Por tanto, mientras el poder siga haciendo como que respeta nuestro derecho constitucional a que elijamos para nuestros hijos una educación escolar conforme a nuestros valores, tenemos la obligación de pedir que cursen la asignatura de religión. Incluso aunque a veces el temario nos parezca flojo. Incluso aunque los críos te vengan un día a casa contándote que el maestro o la profesora de religión les ha soltado un rollo heterodoxo. Si vemos, no es mi caso hoy pero lo fue hace años, que esto último ocurre con frecuencia y que la cosa es grave, pues informamos a la Iglesia del asunto y ya se encargará el obispo de corrregir lo que tenga que ser corregido.
Hablando de obispos, el mío nos escribe este domingo una carta a los padres para que elijamos la opción de que nuestros hijos reciban la clase de religión. Aunque no sirva para el currículum académico, sí sirve para su formación como personas libres y responsables. Y es que, como dice don Jesús, los que no estudian religión tienen menos "posibilidades para ver la realidad con todos los factores que la componen".
LA RELIGIÓN EN LA ESCUELA
Queridos Hermanos y amigos: paz y bien.
¿En qué órgano de nuestro cuerpo se esconde la alegría? No lo supo decir, porque recordaba que tantas veces todo su cuerpo cantaba de gozo. ¿Y podrías decirme de qué color es el amor? Del todo ruborizado por tan insólita pregunta, tampoco supo responder. Entonces… no existen ni la alegría ni el amor, si no sabes dónde anidan, qué color tienen, ni quién les da cobijo o se atreve a dibujarlos. Y se quedó así, como mudo, sin respuesta, totalmente pensativo.
Aquel maestro lleno de sabiduría que conocí en Italia, hablaba así a los jóvenes, a sus padres, planteándoles el sentido religioso de la vida. Y citaba autores que no siendo públicamente creyentes, sin embargo dejaban en sus poemas la evidencia más veraz de que en nuestro corazón hay siempre un reclamo, que si no lo censuramos o nadie nos lo censura, nos lleva hasta la misma pregunta por Dios. Mucho antes lo dijo el gran San Agustín en sus célebres Confesiones: "nos hiciste, Señor, para ti, e inquieto estará nuestro corazón hasta que descanse en ti".
Sí, somos un corazón inquieto. Lo decía el poeta Cesare Pavese "¿alguien nos ha prometido nunca nada? Entonces, ¿por qué esperamos?". Aparentemente nadie nos promete nada, pero nuestro corazón no cesa de esperar: todos esperamos tantas cosas, que luego no coinciden con lo que nos brindan los paraísos del poder, el dinero y el placer (T.S. Eliot). Y a pesar de ser una y otra vez burlados, chantajeados, engañados, hay un reducto de nuestra alma que no se rinde y vuelve a soñar, y se atreve a seguir esperando lo que su corazón inquieto le canta como el pálpito de la belleza, de la bondad y de la verdad para la que hemos nacido, esas que coinciden con la entraña de Dios.
De todo esto habla la asignatura de Religión Católica: educar esta inquietud, acompañar esa espera, ayudar a descubrir que la promesa de Dios es lo más correspondiente con las exigencias más nobles de nuestro corazón.
Un niño o un joven que no ha tenido esta educación, tendrá menos posibilidades para ver la realidad con todos los factores que la componen. Y habrá que suplir esa terrible carencia con cuanto pueda embotar su mirada y okupar como un okupa su corazón: demasiadas cosas superfluas, inútiles o incluso nocivas. La asignatura de Religión es una oportunidad para crecer en humanidad, para ser más y mejor persona, porque nos pone delante esas exigencias de belleza, bondad y verdad que realmente nos hacen libres y nos permiten amar. Por este motivo, un año más, animo a los padres que tienen hijos en edad escolar, y a los mismos jóvenes, a que escojan la asignatura de Religión.
En otro momento me referiré a algunas dificultades que tenemos por las alternativas laicistas contra la Religión, que pretenden desenraizar a Dios y al cristianismo con otras materias abusivas que pueden terminar siendo una manipulación de la ciudadanía. Ellos saben por qué, con sus objetivos y sus calendas. Todo esto es cierto y mucho más. Hoy tan sólo quiero animar a padres y a los mismos jóvenes: no privéis a vuestros hijos, no os privéis vosotros mismos, de una materia que con respeto, belleza, bondad y verdad, ayudará a que las personas sean formadas integralmente, sin ninguna mutilación ideológica. Sólo ellos serán más libres. Sólo ellos sabrán dónde está el gozo y qué color tiene el amor, porque Dios es el discreto cómplice de los latires mejores de su inquieto corazón.
Recibid mi afecto y mi bendición.
+ Jesús Sanz Montes, ofm
Obispo de Huesca y de Jaca
6 comentarios
El Obispo Sanz, el de la teología serena y la pastoral agresiva, es de esos obispos que todavía están en el "lado oscuro". Es buena gente, pero parece que se debe más a sus mentores que a su pueblo. Yo le animo a que suelte amarras y a que se deje llevar por lo más bello y profundo que tiene en su corazón. A nada que se suelte un poco, lo conseguirá. Eso sí, mientras no lo haga, seguirá defraudando a la Iglesia.
En esa condición profética que de alguna manera ha de formar parte del carácter episcopal, sabemos que no encontrará los aplausos y parabienes del mundo. A mí no me escandaliza nada que un obispo sea duro al hablar de políticas y políticos, siempre que al hacerlo use argumentos que estén enraizados en el evangelio.....
sigo
El obispo Sanz, como te digo, no está maduro. No es que diga al pan pan y al vino, vino. Lo que le ocurre a este señor es que no le cabe la menor duda..en casi nada (¿Será que tiene la cabeza demasiado pequeña?). Y, a mí, como a tantos otros, esta gente que no duda de nada, a la cual más que admirar, se le teme, nos parece que es gente osada, temeraria...y que tiene más peligro que un mono con una ballesta. Es mi opinión. A este señor, le faltan bastantes hervores. Y eso de que si se equivoca no pasa nada...vamos...¿y los daños colaterales?
¿Sobre qué se supone que tiene que dudar Monseñor Sanz? ¿sobre la moralidad de la legislación laicista? ¿sobre la moralidad de la oportunidad de desenterrar muertos de la Guerra Civil? ¿sobre qué?
Y bueno, Dios sabrá si da frutos o no la carta. Esperemos que así sea.
Abrazos!!
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