La excomunión

Mi compañero de blog en Religión Digital Julián Moreno Mestre ha escrito un post acerca de la excomunión. Lo que le ha motivado a hacerlo es un comentario mío en uno de otro de sus posts. Allá dije:

El Vaticano debería de ser aún más contundente y decretar la excomunión de todo aquel político católico que vote a favor de leyes que van radicalmente contra la fe de la Iglesia.

A nadie se le obliga a ser católico, pero quien lo quiera ser tendrá que entender que no puede servir a dos señores. O se es católico o se es político contrario a la moral católica. Así de simple.

Bien, antes de hablar de la excomunión en sí, quiero matizar mi postura. No es que esté a favor de la excomunión de los políticos católicos que voten a favor de cualquier ley contraria a la moral católica, sino sólo de aquellas que favorecen hechos que, como el aborto, llevan como consecuencia la excomunión del que los comente. Para el resto de leyes creo que bastaría con que se les negara la posibilidad de comulgar hasta que reconocieran públicamente su error.

Julián Moreno es de la opinión de que la excomunión ha traído consecuencias nefastas para el cristianismo. Bien, no negaré que en el pasado se ha abusado de la misma, pero el mal uso de algo no impide su buen eso. Y la Escritura misma da testimonio de que la excomunión puede traer un doble beneficio, tanto para la salud espiritual de la Iglesia como para la salud espiritual del excomulgado. Vamos a verlo.

El propio Señor Jesucristo plantea un caso en el cual debe de apartarse de la comunión eclesial a una persona:
Mateo 18,15-17
Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos. Si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia. Y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.

Como se ve, la línea última que marca la diferencia entre ser o no cristiano es el no hacer caso a la Iglesia. Aunque el caso trata sobre una cuestión de ofensas personales, nada hay que impida pensar que cabe aplicar el mismo criterio a otro tipo de situaciones graves. La Iglesia es instrumento del perdón de Dios y rechazarla es rechazar a Dios.

San Pablo mismo excomulgó y determinó la excomunión de algunas personas. Ese fue el caso de Himeneo, Alejandro y Fileto (1 Tim 1,18-20; 2 Tim 2,17) quienes se habían desviado seriamente de la fe. El apóstol de los gentiles advierte al propio Timoteo de la necesidad de desechar a aquellos que causaran herejías (Tito 3,10-11). Pero lejos de usar la excomunión sólo como herramienta para librar a la Iglesia de elementos indeseables, en 1ª Corintios 5 y 2ª Cor 2 leemos como, al aplicarse en un caso de grave inmoralidad sexual, produjo el arrepentimiento del pecador y su restauración en la Iglesia. Es decir, no sólo se excomulga para evitar daños mayores en la Iglesia sino también para buscar que el pecador, al verse ante la tesitura de ser expulsado de la Iglesia, pueda arrepentirse y volver a la buena senda. En ese sentido, recomiendo vivamente la lectura del artículo "Sentido pastoral de la excomunión" del portal Ius Canonicum.

Una vez establecido que no todo en la excomunión es negativo, cabe hacerse la pregunta de cuáles son los casos en los que debe de aplicarse. Creo que no me aparto mucho del sentir de la Iglesia, si afirmo que todo lo relacionado con la dignidad de la vida humana, desde su concepción hasta su fin, y la familia tradicional son objeto en las últimas décadas del peor ataque en la historia de la humanidad. El holocausto del aborto produce millones de muertes inocentes todos los años. Las legislaciones favorables a la experimentación con embriones, al divorcio fácil, a la equiparación al matrimonio de uniones que por ley natural no puede ser nunca matrimoniales, son auténticos misiles contra las bases de nuestra civilización. Por ello, es inconcebible que nadie que se llame católico pueda apoyar con su voto semejantes leyes. Para mí es más digno de disciplina eclesial aquel político católico que, cómodamente sentado en su escaño o en su sillón de alcalde, favorece el aborto con su voto o con medidas administrativas, que las mujeres que son empujadas a abortar por la presión de su entorno. No puede ser que un alcalde favorezca el aborto masivo regalando píldoras abortivas un viernes, y ese domingo se vaya a misa como si tal cosa. No puede ser que un diputado vote el jueves a favor de una ley que permite el uso de embriones humanos como cobayas, y ese sábado haga de padrino de bautismo de su sobrino.

La Iglesia no tiene potestad espiritual sobre aquellos que voluntariamente quieren permanecer fuera de la misma, pero sí la tiene sobre sus miembros. Y en la batalla contra el aborto y la desintegración de la familia no cabe tener quintacolumnistas dentro de la comunión eclesial. Creo que es una mera cuestión de coherencia. No pueden ser cristianos los que trabajan a favor de los nuevos Herodes que matan niños inocentes. No pueden ser católicos quienes van en contra de las directrices de la Iglesia en temas tan delicados. De ellos cabe volver a decir: "y si no oyeren a la Iglesia, consideradles como gentiles y publicanos".

Luis Fernando Pérez Bustamante.