InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

10.02.20

La fanática

“Señora, comprenda las ideas católicas y no sea fanática, no sea fanática… Si continúa hablando conmigo, no sea fanática. Intente usar la razón". Así concluyó Mons. Marcelo Sánchez Sorondo su intercambio de pareceres con la periodista estadounidense Diane Montagna sobre lo acontecido hace días cuando dio de comulgar al presidente del gobierno argentino, Alberto Fernández, a la sazón proabortista y que viven en una “situación irregular” (adulterio lo llamó Cristo) con su actual pareja.

Según el Canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias y de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, el hecho de que Fernández tenga la intención de legalizar en Argentina el asesinato de los no nacidos en el seno materno no le inhabilita para recibir el Cuerpo de Cristo. Tampoco el que conviva conyugalmente con quien no es su esposa ante Dios y la Iglesia. Según la periodista, ambas circunstancias ameritan que se le niegue la comunión.

Según Mons. Sánchez Sorondo solo se puede negar la comunión a los excomulgados. Es decir, o piensa que el canon 915 del Código de Derecho Canónico está equivocado..:

No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave.

.., o piensa que legalizar el aborto y ser un adúltero no es pecado grave. Es más, lo más probable es que crea que no es heterodoxo afirmar esto:

ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa.
Amoris Laetitia 301

Es decir, según ese texto pretendidamente magisterial, puede que Alberto Fernández conozca bien la doctrina católica sobre el aborto y el adulterio, pero, bajo ciertas circunstancias (pe, cumplir una promesa electoral o la posibilidad de quedarse sin pareja) puede hacer lo contrario de la misma sin culpa alguna. Ante lo cual, de poco vale lo que diga el mencionado canon del derecho canónico, el concilio de Trento o San Pablo.

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3.02.20

Marion Maréchal, católica y laicista

Marion Maréchal es la nieta católica de Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional en Francia, partido que está hoy en manos de Marine, tía de la primera e hija del segundo. En manos paganas, habría que añadir, pues Marine solo ha heredado de su padre el nacionalismo y el antiglobalismo, pero es firme defensora de las tesis abortistas.

De hecho, hace algo más de tres años, la tía desautorizó públicamente a la sobrina al asegurar que de gobernar Francia no tocaría la ley del aborto, que seguiría siendo libre y gratuito.

Marion, que es lo más cercano a Vox que hay en el país galo, ha estado en España por iniciativa de Gabriel Ariza, fundador de InfoVaticana y actual asesor de Vox, y ha sido entrevistada por el diario El Mundo. La presentan así:

En los últimos meses, Marion Maréchal (30 años) se ha convertido en un referente ideológico allende las fronteras de Francia. En un artículo publicado en la revista New York Review of Books el pasado diciembre, Mark Lilla la erigió como líder indiscutible de una nueva derecha europea que toma como marco cultural las raíces cristianas de Europa.

La entrevista empieza precisamente por la cuestión de su cercanía a Vox:

Estoy impresionada por la fuerza con la que sus ideas han penetrado en la sociedad española. Es verdad que España había permanecido al margen del auge de los partidos conservadores en el resto de Europa. Pero es la tendencia. Vox ayudará a preservar España de todo lo que ya sufrimos en Francia por la cuestión migratoria -el 18% de los niños que nacen tienen un nombre árabe-, que nos ha convertido en una sociedad rota, violenta e islamizada. Acaba de salir un informe que refleja que hay 150 ciudades que ya controlan los islamistas. En España eso puede pasar en 15 años.

Como ven ustedes, la cuestión inmigratoria es fundamental para esa Europa neoconservadora de corte nacionalista. Es en lo que coinciden todos, sea el FN en Francia, Vox en España, Orban en Hungría, Salvini en Italia, AfD en Alemania,.. en algunos países suele reivindicar las raíces cristianas del continente, en otros no.

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25.01.20

Don Celso, llega usted unos 40 años tarde

El arzobispo de Mérida-Badajoz está muy apenado por los planes del gobierno social-comunista de España. Está convencido de que lo que pretende es “sacar a Dios totalmente de la vida social".

El prelado español apela a la encíclica Caritas in Veritate de Benedicto XVI, concretamente a su punto 29 en el que se lee:

Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto, habiéndolo creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente y alimenta su anhelo constitutivo de «ser más». El ser humano no es un átomo perdido en un universo casual, sino una criatura de Dios, a quien Él ha querido dar un alma inmortal y al que ha amado desde siempre.

Y:

Cuando el Estado promueve, enseña, o incluso impone formas de ateísmo práctico, priva a sus ciudadanos de la fuerza moral y espiritual indispensable para comprometerse en el desarrollo humano integral

La solución, según don Celso, es esta:

Por todo ello, me parece tan fundamental que el Estado, sobre todo, defienda y promueva siempre el derecho a la libertad religiosa. Cierto que hay que estar muy atentos para que el ejercicio de este derecho no sea una cobertura para la obtención moralmente ilícita de poder y riqueza, mediante la violencia, sea física o moral; pero este fanatismo religioso, que impide el verdadero desarrollo humano, no puede ser tampoco cobertura para que el Estado y sus instituciones no respeten y fomenten el derecho fundamental a la libertad religiosa en su plenitud de contenido.

Vamos por partes. 

Don Celso tiene razón en que es lamentable que se quiera sacar a Dios totalmente de la vida social. Pero eso no ocurre ahora en el año 2020. Es lo que viene ocurriendo en España desde que se aprobó la Constitución de 1978. Es decir, se está cumpliendo al pie de la letra aquello de lo que advirtió “Don Marcelo", cardenal primado de España, en su Instrucción pastoral previa al referéndum sobre dicha Constitución. Cito:

Estimamos muy grave proponer una Constitución agnóstica –que se sitúa en una posición de neutralidad ante los valores cristianos- a una nación de bautizados, de cuya inmensa mayoría no consta que haya renunciado a su fe. No vemos cómo se concilia esto con el “deber moral de las sociedades para con la verdadera religión”, reafirmado por el Concilio Vaticano II en su declaración sobre libertad religiosa (DH, 1). No se trata de un puro nominalismo. El nombre de Dios, es cierto, puede ser invocado en vano. Pero su exclusión puede ser también un olvido demasiado significativo.

Consecuencia lógica de lo anterior es algo que toca a los cimientos de la misma sociedad civil: la falta de referencia a los principios supremos de ley natural o divina. La orientación moral de las leyes y actos de gobierno queda a merced de los poderes públicos turnantes. Esto, combinado con las ambigüedades introducidas en el texto constitucional, puede convertirlo fácilmente, en manos de los sucesivos poderes públicos, en salvoconducto para agresiones legalizadas contra derechos inalienables del hombre, como lo demuestran los propósitos de algunas fuerzas parlamentarias en relación con la vida de las personas en edad prenatal y en relación con la enseñanza.

Como ve usted, don Celso, don Marcelo dijo que iba a pasar lo que ha venido pasando en estos últimos 41 años, de forma que lo de ahora es solo un paso más en esa dirección.

La cuestión es muy fácil. Si se asume, se defiende, se alienta y se hace apologética favorable a un sistema, el democrático liberal, por el cual se aparta a Dios y su ley al ámbito de la intimidad de cada cual, y todo depende del sentido del voto a la hora de decidir cuáles han de ser la leyes y cuál la orientación de la sociedad, luego no nos podemos rasgar las vestiduras.

No se puede defender la democracia que “retira” la soberanía de Dios para entregarla en manos del pueblo -o sea, de la masa adoctrinada por élites partitocráticas- y luego lamentarse del divorcio, el aborto, todo positivismo jurídico contrario a la ley natural, etc. Como dijo un buen sacerdote extremeño en una conferencia reciente, recogiendo el pensamiento de Mons. Guerra Campos, “la incoherencia consiste en que se aprueba el árbol y después se rechazan los frutos” y “con los votos de los fieles católicos se han implantado los mismos males que luego se critican".

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30.11.19

El perverso consenso

Cuando Benedicto XVI decidió renunciar al papado dijo que su intención era retirarse por completo de la vida pública para dedicarse a la oración. Se ve que luego cambió de opinión y aunque no se ha caracterizado por una actividad pública desaforada, de vez en cuando nos obsequia con intervenciones públicas, no de viva voz sino por escrito. Y, como cabe esperar, cada vez que escribe algo, se monta un gran revuelo mediático. 

Su última aparición ha sido con ocasión del 50 aniversario de la creación de la Comisión Teológica Internacional. Su mensaje es realmente interesante, porque nos describe los inicios y posterior evolución de dicho organismo. Pero lo que más me llama la atención es lo que cuenta sobre la imposibilidad de lograr un consenso sobre la doctrina moral de la Iglesia. Dice:

«…una de las principales áreas de trabajo de la Comisión Teológica siempre ha sido el problema de la teología moral».

Lógico que así haya sido. Lo que ya no es lógico es cómo se ha desarrollado ese trabajo. Sigo citando:

«La oposición entre diversos frentes y la falta de una orientación básica común, que todavía sufrimos hoy como entonces, me quedó claro en ese momento de una manera sin precedentes».

¿Falta de orientación básica común? ¿en material moral? ¿cómo puede darse eso? ¿acaso no corresponde al Magisterio marcar, en base a la Tradición, dicha orientación?. Sigo:

«…por un lado, el profesor de teología moral estadounidense. William May, padre de muchos hijos, que siempre vino a nosotros con su esposa y apoyó la concepción antigua más rigurosa. Dos veces tuvo que experimentar el rechazo de su propuesta por unanimidad, algo que nunca antes había sucedido. Ella se echó a llorar, y yo mismo no pude consolarlo de manera efectiva».

No sé a ustedes, pero a mí se me ponen los pelos de punta. Un teólogo seglar plantea la “concepción antigua más rigurosa” en materia moral y recibe el rechazo unánime. Tanto que su mujer se echa a llorar y no hay manera de darles consuelo.

Lógico. lo que ese buen hombre pretendía es que la Iglesia siguiera enseñando lo que siempre había enseñado. Y se encuentra con que todos, sin excepción, le dicen que “por ahí no vamos". ¿Cómo no recordar las palabras del Señor por boca del profeta Jeremías?":

Esto dice el Señor. «Haced un alto en los caminos y mirad, preguntad por las antiguas rutas cuál es el camino del bien, y seguidlo, y hallaréis descanso para vuestras almas». Pero dijeron. «No lo seguiremos». Yo os había puesto centinelas. «Prestad atención al toque de trompeta». Pero respondieron. «No la prestaremos».
Jer 6,16-17

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29.11.19

Don Antonio, le da usted la razón a Vázquez de Mella

El cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia, asegura en su carta semanal que España va a entrar poco menos que en una situación apocalíptica por la coalición de gobierno entre el PSOE y Podemos. Coalición, dicho sea de paso, que necesita el apoyo directo o indirecto -vía abstención- de los que quieren acabar con la unidad de España, algo que a los votantes socialistas y podemitas les importa un pimiento, señal de lo mucho que quieren a este país. El militante socialista prefiere poner España en manos de los sediciosos antes que poner en peligro un gobierno de su partido.

Dice don Antonio que ese gobierno de extrema izquierda -Pedro Sánchez no tiene nada que envidiar a Pablo Iglesias- impondrá en este país «un pensamiento único, con una visión del hombre que pretende generalizarse a todos, la aprobación de la eutanasia, la extensión a nuevos derechos, la ideología de género, el feminismo radical, y la ampliación de la memoria histórica».

Estamos hablando del mismo cardenal que alaba la Constitución de 1978, en la que Dios fue desechado por completo, en la que no quedó ni rastro de cualquier referencia al Reinado Social de Cristo. Esa Constitución, que llegó tras un régimen dirigido por aquel de quien San Juan XXIII dijo que “da leyes católicas, ayuda a la Iglesia, es un buen católico.. ¿Qué más quieren?”, fue, es y seguramente será apoyada por la jerarquía de la Iglesia en este país, o en lo que quede de este país.

Conviene recordar, llegados a este punto, cómo explicó el cardenal Cañizares las circunstancias históricas en las que se aprobó el texto constitucional. Se puede ver en esta conferencia que dio en el Ateneo Mercantil de Valencia:

El cardenal puso el acento en la postura de «concordia y coherencia» de los obispos ante la redacción del texto en unos años de «influjo renovador para la Iglesia» tras el Concilio Vaticano II. Y dijo:

«No fue sencilla la redacción del tema religioso, como dijo el historiador Juan María Laboa, y su proceso fue objeto de controversias, miedos y suspicacias. No quería el Episcopado, siguiendo el Vaticano II, que el Estado fuese confesional y no pedía privilegios pero consideraba que no se cumplía con el mero reconocimiento en la Constitución de la genérica libertad religiosa»

En otras palabras, don Antonio vino a decir que la Constitución, y el consiguiente fin del catolicismo como fe que debía regir los destinos de España, era poco menos que hija del Concilio Vaticano II. Lejos quedaba ya la condena en el Syllabus de Pío IX a las siguiente afirmaciones:

LV. Es bien que la Iglesia sea separada del Estado y el Estado de la Iglesia.

LXXVII. En esta nuestra edad no conviene ya que la Religión católica sea tenida como la única religión del Estado, con exclusión de otros cualesquiera cultos.

Efectivamente, lo que el magisterio pontificio había condenado, pasaba ahora a ser deseado por los obispos gracias a la influencia del CVII. Pero no vayamos a pensar que esto es cosa solo de don Antonio. Ya hubo otro cardenal que tuvo a bien dejar por escrito que el CVII fue en realidad un anti-syllabus y un intento de reconciliación de la Iglesia con el mundo tras la Ilustración

“…Si se busca un diagnóstico global del texto, se puede decir que es (junto con los textos sobre la libertad religiosa y sobre las religiones del mundo) una revisión del Syllabus de Pío IX, una especie de contra-Syllabus (…) Es suficiente que nos contentemos con comprobar que el texto juega el papel de un contra-Syllabus en la medida que representa una tentativa para la reconciliación oficial de la Iglesia con el mundo tal como ha llegado a ser después de 1789 (…) Ya nadie contesta más hoy que los concordatos español e italiano buscaron conservar demasiadas cosas de una concepción del mundo que desde largo tiempo no correspondía más a las circunstancias reales (…) De igual manera, casi nadie puede negar que a este apego a una concepción perimida de las relaciones entre la Iglesia y el Estado correspondían anacronismos semejantes en el dominio de la educación (…) El deber, entonces, no es la supresión del Concilio, sino el descubrimiento del Concilio real y la profundización de su verdadera voluntad. Esto implica que no puede haber retorno al Syllabus, el cual bien pudo ser un primer jalón en la confrontación con el liberalismo y el marxismo naciente, pero no puede ser la última palabra”

(Los Principios de la Teología Católica, Joseph Ratzinger, Téqui, Paris, 1985, páginas 426-437).

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