InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

11.02.15

¡Qué se habrá creído ese cardenal censor!

Allá por el año 2003, concretamente un 20 de enero, la comisión episcopal para la doctrina de la fe de la Conferencia Episcopal Española, publicó una nota sobre el libro “Dios y Jesús. Hacia una nueva comunidad”, del teólogo Juan José Tamayo. En la misma se decía:

La aportación del autor no es sino una versión renovada del antiguo error arriano: negación de la divinidad de Jesucristo, presentación de Jesús como un mero hombre, negación del carácter histórico y real de la resurrección, y de ésta como dato fundamental de la fe cristiana. Las conclusiones a las que llega Don Juan José Tamayo Acosta son incompatibles con la fe católica.

Y además se recordaba: 

Ante la repetida comparecencia de Don Juan José Tamayo Acosta en los Medios de Comunicación, mediante artículos periodísticos, entrevistas y publicaciones, la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, considera, además, necesario informar de que en la actualidad, el citado autor carece de misión canónica para enseñar teología y no ejerce la docencia en ningún Centro Superior de la Iglesia. Advertimos cómo el autor, en los últimos años, ha seguido en sus publicaciones teológicas y manifestaciones públicas una trayectoria que le aparta de la comunión eclesial, lo cual es incompatible con la condición de teólogo católico.

Es por ello que el cardenal Sistach ha prohibido dos veces (1 y 2) el uso de una parroquia católica de su archidiócesis para que el señor Tamayo pronuncie una conferencia. Don Juan José es perfectamente libre de opinar lo que le apetezca sobre cualquier tema, pero la Iglesia no acepta ni su arrianismo ni sus constantes ataques a la fe católica. Así que es lógico que un obispo no quiera que su diócesis colabore en la difusión de las múltiples herejías de ese teólogo arriano.

Ante semejante realidad, resulta sumamente aberrante que Catalunya Cristiana, semanario oficial de la archidiócesis de Barcelona que se distribuye además en el resto de diócesis catalanas, haya tenido el descaro de ir a entrevistar a Tamayo y darle una página entera. No cabe la menor duda de que semejante acto es una provocción directa al cardenal Sistach. Además, pública y notoria. “¿Usted le censura?, ¡Nosotros le ponemos mesa, mantel, focos y espacio en nuestro medio!".

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7.02.15

Indígenas víctimas de delincuentes espirituales

Quaterly Americas es una revista cuatrimestral que publica la Americas Society and Council of Americas, dedicada al análisis de la situación política, económica y de desarrollo social de orientación claramente izquierdista. 

La publicación suele prestar atención a la situación de las comunidades indígenas en el continente americano. En su último número lleva una información sobre el asesinato del líder de una tribu en Brasil a manos de los mafiosos que se dedican a esquilmar el Amazonas. Ivan Theramin fue encontrado el dos de diciembre gravemente herido tras sufrir una paliza que finalmente le produjo la muerte. Este incidente, como tantos otros, viene provocado por el hecho de que la tribu del fallecido vive en una zona que ha sido ilegalmente ocupada por esas mafias. Se puede leer -en inglés- la historia del “confilicto” en este enlace.

El problema es que en el texto de la noticia nos encontramos con este párrafo:

La Hermana Laura Manso, coordinadora de la oficina regional del Conselho Indigenista Missionário (Consejo Misionero para Pueblos Indígenas-CIMI), que defiende los pueblos indígenas en Brasil y que expresamente se abstiene de convertirlos al cristianismo, dijo que cada una de las 57 comunidades indígenas de la región está sufriendo invasiones de madereros, mineros y rancheros-y que el gobierno federal no hace nada para detenerlos.

Sí, lo han leído ustedes bien. Una religiosa franciscana coordinadora de una oficina misionera renuncia expresamente a la conversión a la fe cristiana de las comunidades indígenas que tiene a su cargo.

Pues bien, solo cabe calificar a la Hna. Laura Vicuña Pereria Manso -ese es su nombre completo- de auténtica delincuente espiritual. Los mafiosos agreden físicamente a los indígenas. Ella, y los que siguen sus instrucciones, les roban la salvación del alma, que es algo infinitamente más grave.

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6.02.15

Aconfesionalismo autoimpuesto: ¿Por qué escondemos a Cristo?

Hay algo peor que el intento del laicismo radical de reducir la fe al ámbito de lo privado, a una expresión meralmente cultual -de culto-, de piedad personal, a la que se prohibe que impregne la sociedad. Se trata de esa especie de aconfesionalismo que se autoimponen muchos cristianos, tanto a nivel particular como grupal o institucional.

Lo vemos en instituciones dedicadas a la labor social en la Iglesia. Cuesta mucho encontrar en sus campañas una referencia a Cristo,al Evangelio, a la fe. En poco o nada se diferencia de las campañas de ONGS cívicas.

Ocurre también con algunas revistas “católicas". Sí, defienden valores que emanan del evangelio. Sí, están hechas por gente que profesa la fe de la Iglesia. Pero no se ve directamente la fe y el evangelio por ninguna parte. Ni una cita, ni una referencia directa. Parecen publicaciones hechas para que te las dé una azafata en un viaje en el AVE o en un vuelo de avión trascontinental.

Lo mismo ha de decirse en referencia a la predicación y la catequesis. Quien piensa que así evangeliza, suele partir del error de que a través de la buena moral y los buenos principios se puede llegar a la fe. Más bien es al revés. Solo la fe y la gracia capacitan al hombre caído para andar en la verdad y en la virtud.

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4.02.15

Polonia, semper fidelis

A decir verdad, ayer me quedé casi en estado de shock cuando leí el titular de una entrevista del portal Niedziela al arzobispo de Varsovia-Praga, Mons. Henryk Hoser: La Iglesia ha traicionado a Juan Pablo II“. Me dije “no, esto tiene que ser una exageración. Puede que algunos obispos y cardenales estén traicionando al papa santo polaco e incluso al mismísimo Jesucristo, pero la Iglesia como tal no hace tal cosa". Y entonces leí todas las palabras del prelado:

“Lo diré brutalmente: la Iglesia ha traicionado a Juan Pablo II. No la Iglesia como la Esposa de Cristo, no la Iglesia de nuestro credo, porque Juan Pablo II era la expresión, la voz auténtica de la Iglesia, sino que es la práctica pastoral la que ha traicionado a Juan Pablo II".

El matiz es importante. Lo que Mons. Hoser viene a decir es que aunque la doctrina sigue siendo la misma, la realidad es que con frecuencia no se aplica. Dado que el contexto de sus palabras es analizar lo ocurrido en el pasado sínodo, y lo que está ocurriendo en el periodo inter-sinodal, se entiende que el arzobispo está hablando sobre todo de la pastoral familiar y la pastoral sacramental en relación a la familia, y en general de la moral católica acerca de la vida sexual. Y entonces solo queda darle la razón.

Hay que darle la razón porque, en multitud de diócesis, estas palabras del magisterio de San Juan Pablo II han sido durante décadas papel mojado:

La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.

La reconciliación en el sacramento de la penitencia —que les abriría el camino al sacramento eucarístico— puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, —como, por ejemplo, la educación de los hijos— no pueden cumplir la obligación de la separación, «asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos»

Familiaris consortio 84

La gran mayoría de los obispos alemanes, sin ir más lejos, están ya permitiendo la comunión de adúlteros. Intentaron quebrar el brazo de la Iglesia y cuando en 1994 la Congregación de la Doctrina de la Fe se negó a aceptar sus tesis, ellos decidieron que aceptarían el dictamen de la Iglesia pero permitirían que quedara en nada por la vía de los hechos. Salvando las distancias, es como si los obispos se adhirieran formalmente a los dogmas trinitarios y cristológicos pero permitieran que casi todos sus sacerdotes predicaran la herejía arriana. La complicidad real, no manifiesta, con la herejía es en muchas ocasiones aún peor que la propia herejía. Sobre todo cuando el cómplice tiene el deber de defender la fe.

Esos mismos que han traicionado la fe de la Iglesia permitiendo una pastoral contraria a la misma, son los que ahora pretenden que la traición se consume del todo cambiando el contenido de dicha fe en lo referente a la comunión de los adúlteros. Son también los que han aceptado la anticoncepción como práctica inevitable, y en cierto modo positiva, en la mayoría de los matrimonios cristianos.

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1.02.15

La Iglesia, hospital del alma, no cementerio

Hay dos frases que pueden parecer lo mismo pero no lo son:

1- Ser católico no es una simple adhesión intelectual a una serie de artículos de fe expresados en el credo o en el catecismo. 

2- Ser cristiano no es una adhesión intelectual a una serie de artículos de fe expresados en el credo o en el catecismo. 

La única diferencia entre ambas afirmaciones es la palabra “simple". Que podría ser también “solo". Pero esa diferencia es fundamental para comprender lo que lleva viviendo la Iglesia desde hace décadas. Son multitud los bautizados que creen que la frase correcta es la segunda y no la primera. Craso error. Momumental error. Peligrosísimo error. Ellos piensan que se puede ser católico y no aceptar puntos esenciales de la fe y la moral católica. Es más, creen que la Iglesia debe renunciar a esos puntos, o modificarlos radicalmente, para ponerse más a tono con la sociedad, con el mundo, para atraer a los jóvenes, para ser un verdadero hospital de campaña.

Esa mentalidad es más propia de quien no ha entendido no solo en qué consiste ser católico, sino qué es ser cristiano. Desconocen algo tan elemental como el hecho de que Cristo vino a salvarnos precisamente del pecado, del error, de todo aquello que nos separa de Dios. Y que tal cosa solo puede hacerse desde la raíz del corazón de los hombres.

De poco vale que uno no adultere si tiene el corazón lleno de deseos adúlteros. De poco vale que uno no mate al prójimo si tiene el corazón podrido de odio hacia el vecino. De poco vale ser como el joven rico, que no adulteraba, no mataba, no robaba, no decía falso testimonio y además honraba a su padre y a su madre, si el Señor no ocupa el primer lugar en nuestro corazón, de forma que estemos dispuestos a dejarlo todo en caso de que Dios nos lo pida. La letra no da vida. El Espíritu santo sí.

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