Lo que el mundo (ONU) quiere que aceptemos y nunca aceptaremos
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, la ONU le ha mandado un recado a la Iglesia Católica para que cambie sus enseñanzas y se adapte a las premisas de una moral mundial que la organización quiere imponer a todos los países. Es decir, con motivo del informe sobre la cuestión de los abusos sexuales contra menores cometidos por miembros del clero católico en décadas pasadas y la, esto no admite duda, nefasta gestión que se hizo desde la propia Iglesia en ese asunto, se pretende que el catolicismo acepte:
- El aborto. Como siempre, se ponen ejemplos extremos, como es el caso de una niña brasileña embarazada tras ser violada por su padrastro. La ONU se queja de que se excomulgara a los médicos que practicaron el aborto. Y pide a la Iglesia que revise su postura sobre el aborto.
- Homosexualidad. Más de lo mismo. La ONU pretende que la Iglesia asuma las tesis del lobyy gay. No hace falta que las explique. Llama la atención que pretendan apoyar su petición en las famosas palabras del papa Francisco sobre el juicio a las personas homosexuales que quieren seguir a Dios. Habrá que explicarles que una cosa es el juicio final de las personas -que queda en manos de Dios- y otra la consideración como pecado de determinados comportamientos, que la Iglesia no puede dejar de señalar.
- Educación de los niños y adolescentes. La ONU quiere que la Iglesia admita que los jóvenes sean educados en las “bondades” de la contracepción, que es prima hermana del abortismo y parte de la cultura de la muerte. Pero también pide que se excluya el castigo físico en la educación. El informe llega a solicitar que el magisterio de la Iglesia no interprete la Biblia de manera que se pueda admitir ese tipo de castigos. Es evidente que la Iglesia no está a favor de que se peguen palizas tremendas a los pequeños, pero de ahí a excluir por sistema cualquier tipo de castigo corporal -p,e, un cachete o un tirón de orejas- media un mundo.
- Ideología de género. Se pide que la Iglesia retire de los libros de texto católicos los estereotipos que impiden la igualdad entre niños y niñas. Como no se dan ejemplos concretos, no sé exactamente a qué pueden referirse, pero conociendo el percal de los que mandan en la ONU, cabe imaginarse por dónde va la cosa.

Antes de aprobarse la primera ley del aborto en España, en 1985, buena parte del catolicismo de este país salió a la calle para oponerse. Antes de aprobarse la segunda ley del aborto, en el 2010, los movimientos cívicos salieron conjuntamente a la calle para oponerse. Ahora que un gobierno de “centro-derecha” amaga con reformar la ley, para dejarla peor que en 1985 -se podrá abortar por supuestos hasta la semana 22 y no solo hasta la 12-, gran parte de los que se opusieron a las dos primeras leyes aplauden. Sí, mantienen el discurso de que todo aborto es malo, pero la sensación que dan es que les va bien con lo que nos ha ofrecido ese “titán” del derecho a la vida llamado Alberto Ruiz-Gallardón.
Llevamos unas cuantas semanas asistiendo a un verdadero espectáculo de declaraciones, artículos, entrevistas, etc, sobre el anteproyecto de ley para reformar la situación legal del aborto en España. Políticos de uno y otro signo, periodistas, tertulianos, proabortistas, provida, seglares, religiosos, curas, obispos y cardenales han dicho de todo.
Ante los embajadores del mundo entero acreditados ante la Santa Sede, el Papa ha pronunciado hoy un discurso en el que ha abordado muchas cuestiones. Una de ellas, el aborto. Y ha sido contundente:








