Lo que el Papa no puede hacer
Como era de esperar, la visita del Papa a Brasil ha provocado una catarata de artículos analizando el discurrir de la misma y las previsibles consecuencias de sus discursos. Pero en realidad, por mucho que Benedicto XVI haya dado discursos de oro y brillantes, por mucho que sus exhortaciones hayan estado llenas de sabiduría espiritual y pastoral, de poco valdrá si el campo sobre el que se ha plantado esa semilla no es reparado, abonado y regado.
Por más que tuviéramos el Papa más grande de la historia, poco podría hacer si el resto de obispos no fueran diligentes en su ministerio pastoral. Es por ello que el futuro de la Iglesia en Latinoamérica no depende tanto de Roma como de los obispos latinoamericanos. Es a ellos a quienes corresponde buscar la manera de lograr que el cada vez más menguante pueblo que está a su cargo sea formado en la fe y sea animado a la conversión constante, que es la única garantía de que sea realmente luz en un continente tan necesitado del testimonio auténtico de los que andan en la verdad.