InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Evangelio

11.03.07

Si no nos convertimos, morimos.

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera." Y les dijo esta parábola: - "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: `Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?´ Pero el viñador contestó: `Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas´".
(Luc 13,1 y ss)

O conversión o perdición. No hay opción. No hay una tercera vía. No hay un gris que medie entre el negro y el blanco, ni una tibieza que pacte con talante entre el frío y el calor. O hacemos de nuestra vida un camino de conversión continua, o hemos equivocado el camino hacia la salvación.

Como el enfermo que se aferra a la vida medicándose, como el bebé que busca el abrazo materno para ser amamantado, el cristiano debe agarrarse como una lapa al Espíritu de gracia que le renueva, le transforma a imagen de Cristo, le limpia de impurezas. En definitiva, le convierte.

"El Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti", decía San Agustín. Es nuestro deber trabajar con temor y temblor en nuestra salvación, pero siempre sabiendo que es Dios el que produce en nosotros tanto el querer como el hacer, de forma que nadie pueda gloriarse en sus propias fuerzas ni pretender presentarse delante de Dios con una factura que ponga: `Por esto, aquello y lo de más allá….. se me debe la salvación.´ Somos salvos por gracia, pero una gracia que actúa eficazmente por el amor, no una gracia etérea, pasiva y ajena a nuestro obrar.

Toda conversión es dolorosa. Nadie abandona el pecado y toma camino de la santidad, sin dejarse por el camino jirones de su alma. Ese alma que sabe que necesita ser podada para llevar mejor fruto, pero que cuando ve las tijeras del podador se acobarda y a veces huye. Mas si nuestra identidad está en Cristo, no podemos desear otra cosa que ser transformados a su imagen, libres de toda imperfección, por pequeña que sea. Pidamos pues a Dios que corte nuestras ramas enfermas, nuestros vicios, grandes y pequeños. Pidamos que la savia del Espíritu Santo nos renueve y vivifique para que podamos dar fruto agradable. Fruto que a su vez sirva de alimento al prójimo necesitado de amor cristiano.

Señor, conviértenos a ti, renueva nuestro entendimiento, transforma nuestro corazón. Límpianos de todo mal, abónanos con tu Santo Espíritu y riéganos con la sangre de tu Hijo Jesucristo. Sólo así podremos ser dignos de contarnos entre los que te alabarán eternamente por tu bondad, tu misericordia y tu infinita santidad.
Amén.

Luis Fernando Pérez Bustamante

7.02.07

Lo que sale de dentro

Marcos 7, 14-23
En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: -"Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír, que oiga." Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: -"¿Tan torpes sois también vosotros? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y se echa en la letrina." Con esto declaraba puros todos los alimentos. Y siguió: -"Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro."

Tanto en tiempos de Jesús como hoy en día, hay un tipo de religiosidad que pretende reivindicar su autenticidad por su fidelidad a normas externas, las cuales, sin embargo, tienen su razón de ser sólo como reflejo de lo que ha de ser una actitud interna del creyente.
Es decir, se podía guardar la ley como hoy se puede ir a misa todos los domingos; se podía evitar alimentos impuros como hoy se puede hacer abstinencia de carne. Pero de nada vale la fidelidad a la ley y la norma escrita si el corazón está gravemente enfermo por el pecado.

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13.01.07

Seamos el vino bueno de Caná

"Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora."

Cuando el Señor hace un milagro, no hace cualquier milagro. No convierte el agua en vino corriente, sino en el mejor de los vinos. No convierte los corazones de piedra en corazones de carne muerta, sino en corazones de carne viva, que laten con fuerza extendiendo la sangre salvífica por todo el cuerpo de la Iglesia.

La vida del cristiano fiel a Dios es un constante milagro, pues la naturaleza humana no tiende por sí misma hacia la santidad, hacia el bien. Como dice la Escritura, no hay quien busque a Dios (Romanos 3,11). Y si alguno le busca y le ama, no es fruto de su bondad intrínseca sino de que previamente Dios le amó y le buscó. Como dice el apóstol San Juan, Dios nos amó primero (1ª Jn 4,10). A ese amor respondemos por gracia y nos convertimos en agentes del amor de Dios para los demás.

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1.01.07

Querido cardenal: No tenemos derecho a no predicarles el evangelio

He leído la carta que el Emmo. y Rvmo. Cardenal Arzobispo de Sevilla, Don Carlos Amigo Vallejo, ha escrito con motivo de la próxima Jornada Mundial de las Migraciones del 14 de este mes. La misma se puede leer íntegra en la web de la archidiócesis sevillana.

Estimado don Carlos, desde el mayor respeto a su persona y a su condición de pastor y príncipe de nuestra amada Iglesia, quiero hacerle algunas observaciones sobre dicha carta.

Primero de todo, decirle que estoy totalmente de acuerdo con usted en sus palabras sobre la dignidad humana de todos y cada uno de los inmigrantes que llegan a nuestra tierra. De la misma manera que para Dios no hay personas "con papeles" y "sin papeles", los cristianos no podemos distinguir entre hombres, mujeres y niños con papeles o sin los mismos.

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17.12.06

Reflexiones personales sobre el evangelio de San Juan

De vez en cuando hago un repaso de cosas que he escrito años atrás. Hacía tiempo que no encontraba unas reflexiones que hice tomando como referencia el primer capítulo del evangelio de San Juan. Pues ahí estaban, perdidas en una carpeta olvidada. Esto lo escribí en verano del 2002:

Ciertamente los primeros versículos del evangelio de San Juan son una especie de Biblia resumida en pocas líneas: Cristo, el Logos divino, Creador de todo lo existente, luz que alumbra a todo hombre, hecho carne y que nos da a conocer a su Padre, a nuestro Padre.

Hay muchos detalles en los primeros 18 versículos del capítulo de Juan que en ocasiones nos pasan desapercibidos. Hace no mucho caí en la cuenta de uno de esos detalles. Es en referencia al versículo 16:
Pues de su PLENITUD recibimos todos gracia sobre gracia.

Bien, yo hace tiempo que tengo memorizado Efesios 1,23:
la cual (su Iglesia) es su cuerpo, la PLENITUD de Aquel que todo lo llena en todo

Si de la plenitud de Cristo (Juan 1,8) recibimos gracia sobre gracia y la Iglesia es precisamente esa plenitud…. la cosa está clara, ¿verdad?
De la Iglesia de Cristo recibimos todos gracia sobre gracia. Y, permítaseme añadir que en la Madre de nuestro Señor, esa plenitud de gracia se manifestó de forma asombrosa para poder ser el instrumento escogido por Dios para concebir al Logos que se hacía carne en su seno.

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