InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Espiritualidad cristiana

24.07.14

El matrimonio cristiano es cosa de tres

El Vicario de Cristo ha querido que la Iglesia celebre un Sínodo extraordinario sobre la familia. Quiera Dios que sea provechoso para el bien de su pueblo y para ser luz en medio de un mundo que vive en tinieblas. Son muchos los temas a tratar en el Sínodo, pero creo que conviene reafirmar la verdad sobre el verdadero amor conyugal y la importancia de la gracia como fuente inagotable de vida.

Seamos claros. El enamoramiento y la pasión son algo muy bonito, pero el verdadero amor, que es mucho más, solo lo puede poner Dios. Y es Él quien lo sostiene cuando aquellos desaparecen, cosa que puede ocurrir. Por eso hay tantas separaciones. Si no dejamos que el Señor tome control del matrimonio, este se desmorona.

No hay crisis matrimonial que dure si ambos cónyuges se ponen en manos de Dios y dejan que Él sane las heridas y restaure lo que el pecado ha destruido. Una verdadera pastoral familiar debe centrarse en recuperar para el matrimonio la primacía de la gracia que se nos da en el sacramento.

Sin gracia, somos un barco a la deriva que naufragará irremediablemente. Con gracia, somos como el barco en medio de una tormenta que tiene como pasajero a Cristo. En cuanto clamamos a Él, se levanta, da una voz y los vientos se calman y las olas desaparecen.

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12.07.14

Un cristianismo más falso que el beso de Judas

Existe un tipo de cristiano que ama la tibieza, que no aprecia el papel pedagógico de la ley de Dios y las leyes que la Iglesia da a los fieles, que gusta de hacer lo mismo que Satanás. Es decir, cita la Escritura para que encaje con sus ideas propias, llegando incluso a ser tentación para los demás -Satanás lo intentó con el mismísimo Cristo-. Y si lo hacen con la Escritura, también con el Magisterio. La táctica es la misma.

Por ejemplo, cuando alguien dice que eso de ser santo se lleva mal con vivir en adulterio o en cualquier otro pecado mortal, y que para saber lo que está mal o está bien conviene, y mucho, acudir a la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, nos salen con el siguiente pasaje del evangelio.

Caminando El a través de las mieses en día de sábado, sus discípulos, mientras iban, comenzaron a arrancar espigas. Los fariseos le dijeron: Mira, ¿cómo hacen en sábado lo que no está permitido?
Y les dijo: ¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre él y los suyos? ¿Cómo entró en la casa de Dios, bajo el pontífice Abiatar, y comió los panes de la proposición, que no es lícito comer sino a los sacerdotes, y los dio asimismo a los suyos?
Y añadió: El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. Y dueño del sábado es el Hijo del hombre.
(Marcos 2,23-28)

Ese pasaje queda complementado perfectamente por estos otros relatos evangélicos:

Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano. Y le acechaban para ver si en el sábadole sanaría, a fin de poder acusarle. Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban.
Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana. Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.
(Marcos 3,1-6)

Y

Habiendo entrado en casa de uno de los principales fariseos para comer en día de sábado, le estaban observando. Había delante de él un hidrópico. Y tomando Jesús la palabra, habló a los doctores de la Ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito curar en sábado o no?
Ellos guardaron silencio. Y, asiéndole, le curó y le despidió, y les dijo: ¿Quién de vosotros, si su hijo o su asno cayere en un pozo, no le saca al instante en día de sábado?
Y no podían replicar a esto.
(Lucas 14,1-6)

Es evidente que Cristo no tenía NADA en contra de la necesidad de guardar el sábado y sí mucho contra una interpretación torticera de dicho mandamiento.

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15.06.14

Creer en Cristo o no creer, esa es la cuestión

La lectura del evangelio de hoy es fundamental para entender en qué consiste la salvación:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
(Jn 3,16-18)

Lo primero en que hemos de fijarnos es en el hecho de que Dios ama al mundo. Dios ama a los hombres. No quiere que se condenen. Su paciencia es enorme. Como dicen varios salmos, el Señor es “lento para la ira y grande en misericordia“. Es precisamente esa paciencia misericordiosa la que explica que Cristo no haya vuelto todavía a juzgar a vivos y muertos: “No retrasa el Señor la promesa, como algunos creen; es que pacientemente os aguarda, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan a penitencia” (2ª Ped 3,9).

¿Qué necesitamos para ser salvos? Creer en Cristo. Pero ojo, no vayamos a engañarnos en la idea de que basta un solafideísmo para ir al cielo. El propio Jesucristo advierte que si creemos EN Él pero no A Él, tenemos un grave problema. Creer en el Señor es obedecer al Señor. Y quien piensa que basta con una mera manifestación externa de fe que no vaya acompañada de una transformación interna, en la gracia de Dios, se equivoca gravemente:

Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será como el varón prudente, que edifica su casa sobre roca. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa, pero no cayó.
Pero el que me oye estas palabras y no las pone por obra, será semejante al necio, que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa, y cayó con gran ruina.
Mat 7,24-27)

No en vano, los versículos que siguen inmediatamente a la lectura de hoy, advierten:

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21.05.14

No es mala idea lo que propone el cardenal Sistach

El cardenal y arzobispo de Barcelona. S.E.R Lluís Martínez Sistach, acaba de pedir que se transforme “todo lo que sea necesario en la Iglesia” con el objetivo de ganar fieles en las grandes ciudades y facilitar la evangelización. Estoy absolutamente de acuerdo. Es más, la Iglesia de Cristo tiene como principales fines tres cosas:

1- Dar gloria a Dios.

2- Llevar el evangelio a los que no lo conocen.

3- Alimentar a los fieles con la verdad y la gracia.

De hecho, los puntos 2 y 3 sirven para cumplir, siquiera en parte, el punto 1. La cuestión es cómo se hace tal cosa. Si se pide que la Iglesia se transforme es porque se cree que algo no funciona bien del todo en la misma.

En Occidente los cristianos tenemos la manía de creer que el mundo entero funciona espiritualmente según los parámetros en los que nos movemos en nuestra civilización. Pero eso no es cierto. Mientras que en nuestros países el catolicismo está retrocediendo, en África y Asia no para de crecer. Por tanto, algo se está haciendo bien en esos continentes que no se hace en Europa y América.

Por otra parte, Cristo ya nos dijo que la semilla del evangelio fructifica solo allá donde hay un campo abonado que la recoja. Es decir, puede darse la circunstancia de que la Iglesia cumpla a la perfección con su misión y no se obtengan los resultados esperados. Pensar que el alejamiento de los fieles es culpa solo de la Iglesia y no del hecho de que los hombres aman “más las tinieblas que la luz” (Jn 3,19) es un grave error. Al fin y al cabo los católicos creemos que la gracia no es irresistible y que Dios ha dado al hombre libre albedrío. Incluso sabemos que Él “de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece” (Rom 9,18). Mas como nosotros no sabemos a quién Dios quiere o deja de querer endurecer, debemos ofrecer la misericordia del evangelio a todos.

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19.05.14

La buena nodriza versus la falsa profetisa

Allá por el año 1971, la Sagrada Congregación para el Culto Divino tuvo a bien publicar una Instrución General sobre la Liturgia de las Horas. Para comprender su importancia, cito:

La Liturgia de las Horas extiende a los distintos momentos del día la alabanza y la acción de gracias, así como el recuerdo de los misterios de la salvación, las súplicas y el gusto anticipado de la gloria celeste, que se nos ofrecen en el misterio eucarístico, “centro y cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana”

La celebración eucarística halla una preparación magnífica en la Liturgia de las Horas, ya que esta suscita y acrecienta muy bien las disposiciones que son necesarias para celebrar la Eucaristía, como la fe, la esperanza, la caridad, la devoción y el espíritu de sacrificio.

Pues bien, entre las muchas gracias que el Señor concede a los que, por obligación o devoción, recitan a diario la Liturgia de las Horas, se encuentra la posibilidad de leer textos escogidos de los Padres de la Iglesia. Hoy, por ejemplo, leemos esta disertación de san Gregorio de Nisa sobre la resurrección de Cristo (negritas mías):

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