Censura a un viejo guerrero, hoy desarmado
Durante buena parte de mi infancia y sobre todo de mi adolescencia, me dormía muchas noches con la oreja pegada a un transistor pequeño para escuchar a José María García. Sin duda aquella actividad no era lo más apropiada para quien tenía que levantarse a las 8 de la mañana para ir al colegio, pero sírvame de consuelo que menos justificación tenía el que muchos españoles desatendieran sus deberes conyugales por hacer lo mismo. Ya se sabe: mal de muchos, consuelo de tontos.
Lo cierto es que si hoy soy mucho más radio-oyente que televidente se lo debo a José María García. Su estilo era contundente, incisivo, agresivo con aquellos a los que juzgaba negativamente, a la vez que empalagoso con aquellos, mayormente deportistas, a los que admiraba. De hecho hubo personajes, como Jesús Gil, que "sufrieron" varias veces el ciclo halago-crítica-halago o crítica-halago-crítica. Era el terror de los despachos de directivos deportivos, la pesadilla de los políticos y el terremoto capaz de derribar la torre más alta mediante dossieres periodísticos que, hasta donde yo sé, siempre estuvieron fundamentados en datos objetivos. Y es que, aparte del juicio moral que puede merecer esa forma de hacer periodismo, no se puede negar que García y su equipo, al que me he enterado que trataba con mano de hierro, siempre informaban verazmente. Quizás no contaba toda la verdad, pero lo que contaban era verdadero.
Que la política empezara a interesarme se lo debo tanto a mi padre -menos- como a Antonio Herrero -más-, y a éste le descubrí porque estaba en la radio de García. Creo recordar que empezó llevando la información local de Madrid en Antena 3, y ya entonces repartía estopa a diestro y siniestro. No hace falta que explique en qué se convirtió después. Fui uno de los millones de españoles que sintieron cómo se les robaba algo con la fraudulenta compra de Antena 3 por el "Imperio", que supuso la desaparición temporal de las ondas de García y Herrero. Recalaron en una Cope que hacía aguas económicamente pues Encarna no podía sostener ella sola la cadena. Su llegada a la cadena supuso la salvación para la misma, y a ellos les reportó la posibilidad de poder continuar su labor periodística en un medio que llegaba a casi toda España (hay zonas rurales donde sigue sin oirse la Cope).
Lo que ocurrió años después, con Aznar en el poder, lo explicó García muy bien en la entrevista que la hecho Quintero para su programa en TVE. Entrevista censurada vergonzosamente por los responsables del ente público televisivo. El Mundo nos ha ofrecido la posibilidad de escucharla entera. Así podemos comprobar que las razones que adujeron para la censura son mentira. Se podrá estar o no de acuerdo con los juicios de valor que vierte en su charla con el Loco de la colina, pero no insulta a nadie. Así que lo que han hecho los responsables de la cadena que pagamos todos los españoles no tiene justificación alguna, y lo mínimo que se debe de hacer es pedir su dimisión inmediata. Y más aun si, como empiezo a olerme, todo este asunto se ha hecho con la intención de emitir posteriormente esa entrevista o darla una publicidad inusitada, lo cual supondrá que la verá mucha más gente. Y como en la misma García se despacha a gusto -y con razón- contra Aznar, y no deja especialmente bien a Rajoy y el PP, pues ya tienen ustedes del "Cui prodest?" de todo este asunto.
Censuras aparte, lo cierto es que en la entrevista García me temo que hace de tonto útil, a la vez que nos demuestra que esta democracia puede ser una gran farsa. Hace de tonto útil porque nada hay que beneficie más al PSOE que salga él a contarnos lo malo que es Aznar y lo tibio que es Rajoy (del que dijo que ni mancha nada, ni limpia nada). Hace de tonto útil porque ataca a Losantos usando argumentos que, manda huevos, describen exactamente cuál ha sido su propio comportamiento como formador de opinión a lo largo de toda su trayectoria profesional. Que se queje de que Losantos divide el mundo entre buenos y malos quien se ha pasado dividiendo el mundo entre buenos (el ejército de Pancho Villa) y malos (el Imperio), es patético. Pero más patético aún me parece que García limosnee su posible regreso a las ondas presentándose como una especie de anti-losantino de centro-derecha, en plan moderado, plural y gallardonista. Me temo que no acaba de aceptar que ya se le pasó el arroz y que no merece la pena arremeter contra viejos amigos para lograr un casi imposible regreso.
Con todo, lo que más me preocupa de su entrevista es la constatación de que la democracia española está en verdadero peligro. Los políticos saben muy bien que los medios de comunicación son los que forman en gran medida la conciencia política y social de la gente, que luego va a votar. Por eso el control mayoritario de los mismos es una herramienta muy poderosa para ganar elecciones. Si la izquierda logra acaparar todos, adios democracia real. Ahí está la clave de porqué quieren que la Cope desaparezca o se deshaga de sus "estrellas". Fracasado el penoso y vergonzante intento de Aznar y el centro-derecha de constituir un mass media poderoso que haga frente al Imperio, la cadena de los obispos, mucho más que El Mundo, es hoy el referente para millones de españoles de centro-derecha, que necesitan que alguien les ponga las pilas para hacer frente al gobierno más radicalmente izquierdista que hay hoy en Europa. Gobierno que puede dinamitar desde dentro el sistema democrático que nos dimos los españoles en la Transición. Esa es la razón por la que el episcopado español, aun tragándose más de un sapo, ha decidido continuar con el modelo de Cope de los últimos años. No está el horno para bollos ni el país para experimentos en los medios de comunicación de centro-derecha. Y si no, véase el hundimiento del ABC y aplíquese aquello de "cuando las barbas de tu vecino veas cortar…..".
Si García fuera más inteligente de lo que hoy cree ser, entendería esto, rectificaría y quizás entonces podría volver a tener un papel, menor sin duda, en la casa de donde nunca debió salir.
Luis Fernando Pérez Bustamante