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25.12.09

Acertado editorial de El Mundo

Lo publicaron ayer. Lo he leído hoy. Y estoy plenamente de acuerdo:

Lo absurdo de una Navidad cada vez menos navideña

Casa año es más evidente el paulatino destierro de los símbolos tradicionales de la Navidad de los espacios públicos. Esa autocensura, que practican tanto las Administraciones responsables de la decoración de las calles y edificios como los propios comerciantes en sus establecimientos, responde a una corriente de opinión que postula que la exhibición de una iconografía religiosa determinada discrimina a las otras, así como que las creencias personales deben quedar exclusivamente en el ámbito de lo privado. Con esos argumentos acaba de defenderse en el Parlamento la retirada del símbolo de la cruz en los colegios y bajo esa premisa, también, han llegado a desmontarse belenes de centros públicos tras la denuncia de algún ciudadano. Estamos ante una tesis falaz que, llevada al extremo, demuestra su absurdo. En efecto, quien defiende que no ha lugar a imponer una determinada concepción del mundo a los otros, hace justo lo contrario de lo que predica, pues está tratando de implantar la suya propia. Pero, sobre todo, es una teoría que yerra en este caso al querer reducir a simple iconografía cristiana símbolos como el belén, los Reyes Magos o el Niño Jesús, que son patrimonio de nuestra cultura y que tienen un valor por encima de las creencias de cada cual.

El concepto de civilización está unido de forma indisoluble al ámbito de las creencias y las costumbres. Tratar de cercenar éstas por impuras con el supuesto bisturí de la razón es justamente lo irracional, no tiene pies ni cabeza. Luchamos por preservar viejas tradiciones de nuestros pueblos, destinamos grandes sumas de dinero a la recuperación de lenguas que están en peligro, incluso defendemos manifestaciones de culturas remotas, ¿y no vamos a poder mantener costumbres seculares que nos enriquecen, nos identifican y nos unen?

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18.12.09

Repugnante kale borroka eclesial y mediática

Cuentan la leyenda que el teólogo suizo Hans Urs von Balthasar dio una de sus últimas charlas en Madrid, un mes antes de su muerte en junio de 1988. Al finalizar el acto, se le acercó un franciscano muy ufano a decirle que la tesis doctoral que había realizado versaba precisamente sobre la obra de Von Balthasar. Entonces, el teólogo helvético le espetó: “Usted no ha entendido nada, absolutamente nada, de lo que yo he escrito durante toda mi vida. Mejor, dedíquese a otra cosa y no a la teología“. Pues bien, esa leyenda, que algún mal pensado creerá que es cierta -y acertará-, asegura que el franciscano era vasco y se llamaba, y llama, Joxé Arregui.

El caso es que todo parece indicar que el tal Arregui hizo caso en parte al bueno de Hans. La teología no la dejó, aunque después de recibir semejante desautorización lo normal es que se hubiera retirado a la trapa, pero sí que decidió dedicarse a otra cosa. Concretamente al espionaje y a la novela negra, con tintes rosáceos, eclesial. Y en esos menesteres andaba cuando se topó con determinados profesionales de la ¿información? religiosa, que andan ocupadísimos en una campaña para evitar que Monseñor Munilla sea el próximo obispo de San Sebastián a partir del 9 de enero.

Efectivamente, el franciscano Arregui ha protagonizado una de las escenas más vergonzosas que se recuerda en la reciente historial de la Iglesia en España. En declaraciones a Catalunya Religió.cat, este señor asegura que cuando don José Ignacio abandonó su parroquia en Zumárraga, se dejó en el ordenador una carpeta supuestamente llamada “Mafia” que contenía “que contenía conspiraciones y maniobras eclesiales turbias, así como fichas de algunos de sus compañeros de presbiterio“. No sólo eso, además, en la carpetita de marras habría “clarísimos elementos de conspiración o de maniobras eclesiales un poco turbias. Por ejemplo, aparecen conversaciones y escritos de los obispos más integristas y agresivos de la Conferencia episcopal española“. “¿Del cardenal Rouco, por ejemplo?“, le preguntan: “No va usted descaminado, pero también de otros“.

Pero, ojo al dato, ¿piensan ustedes que el propio Arregui ha visto la dichosa carpeta? Noooo, señores, no. Él no la ha visto. Eso sí, afirma que le ofrecen “toda la credibilidad del mundo las fuentes” que le comentaron la existencia de la misma. Es “algo que se viene comentando en ciertos círculos desde hace tiempo y yo estoy moralmente seguro y convencido de que no es un bulo“. Más aún, asegura que “podría dar detalles, pero no lo voy a hacer, al menos por ahora“.

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15.12.09

El Papa debe apoyar a Monseñor Munilla y salvaguardar su autoridad

Era de esperar. Cuando se anunció el nombramiento de monseñor Munilla como obispo de San Sebastián, todo el mundo sospechaba que una parte importante del clero guipuzcoano acabaría rebelándose contra la autoridad del Papa y de su nuevo obispo. Porque, dejémoslo bien claro desde un principio, lo que acaba de ocurrir es un acto de rebeldía abierta contra el Santo Padre y su neta y clara intención de dar un giro a la realidad de la Iglesia en esa diócesis española y vasca. De hecho, así lo reconocen los firmantes del documento contra la elección de don José Ignacio como nuevo obispo de San Sebastián. Dicen que su designación es “una clara desautorización” de la vida eclesial de la diócesis guipuzcoana y una iniciativa destinada a “variar su rumbo". Pues efectivamente. Pongamos las cartas sobre la mesa. Así es.

Ahora bien, ¿acaso esos sacerdotes, detrás de quienes se puede apreciar la mano negra de algún nefasto emérito, creen que el Papa, Obispo de Roma y Vicario de Cristo, no tiene la autoridad plena como para decidir variar el rumbo de una iglesia local? ¿creen que un cambio tan importante como este se decide sin un consentimiento papal que vaya más allá de firmar un nombramiento que se le ofrece desde la Congregación para los Obispos? ¡NO!

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25.11.09

Entre obispos

Este lunes asistí por primera vez a la inauguración de una Plenaria de la Conferencia Episcopal Española en Añastro. Fue una experiencia ciertamente interesante por muy diversos motivos. Y es que no es igual que te cuenten algo a vivirlo tú mismo. Y tampoco es igual el ver un evento por la tele, a estar de cuerpo presente allá donde se celebra. Además me acompañó Bruno, blogger y miembro del consejo de redacción de InfoCatólica, que creo que se lo pasó tan bien como yo. Allí coincidimos con diversos colegas de nuestro negociado informativo socio-religioso, tales como Juan Rubio, José Manuel Vidal, Jesús Bastante, Pablo Ginés, etc. También estaba, aunque muy ocupado con sus quehaceres en la propia CEE, nuestro blogger Miguel Vinuesa, con quien acabé compartiendo mesa y mantel cerca del Bernabeu en la noche de ese mismo lunes. Sólo eché de menos a Fernández de la Cigoña, cuya presencia en un acto así puede dejar en la retina de la memoria momentos inolvidables. Creo que, ya como parte de la familia periodística de Intereconomía, pronto le verán asomar sus plumas cigüeñiles por Añastro.

Como era de esperar, el protagonismo de los flashes, las cámaras y los comentarios se los llevaron monseñor Sanz Montes y monseñor Munilla, a la sazón arzobispo electo de Oviedo y obispo de San Sebastián. Todo eran felicitaciones para don Jesús y ánimos para don José Ignacio. Me pareció destacable la presencia de don Gabino Díaz Merchán, arzobispo emérito de Ovideo y su saludo con quien a partir del 30 de enero gobernará la Iglesia en Asturias.

Dejaré a un lado el “cotilleo” personal-episcopal -saludé a este obispo, hablé con este otro, me abrazó el de más allá, etc-, pues lo verdaderamente importante del acto fue el discurso del cardenal Rouco, cuyo aspecto me pareció muy saludable, y el Nuncio de Su Santidad en España, monseñor Fratini, que se estrenaba en estos menesteres. Previa a la locución del cardenal presidente de la CEE rezamos todos la Hora Intermedia, cuya primera lectura era ciertamente interesante y muy apropiada para el momento histórico que nos toca vivir:

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21.11.09

Llega a Asturias un buen pastor

Hoy es un día de sentimientos un tanto agridulces para mí. Quien ha sido el obispo de mi diócesis en los últimos 6 años se va a un nuevo destino decidido por Benedicto XVI. De Huesca y Jaca a Oviedo. De ser obispo a arzobispo, lo cual supone que recibirá el palio de manos del Papa. O sea, dentro de eso que se llama carrera eclesial, es un gran paso. Y estoy convencido de que no será el último, pues parece obvio que don Jesús está llamado a ser una de las figuras más importantes de la Iglesia en España en la era post-Rouco. Pero no es eso de lo que quiero hablar ahora.

Cuando don Jesús llegó a tierras oscenses, la realidad eclesial que se encontró no era precisamente la más deseable. No conozco la diócesis Jaca pero sí la de Huesca de monseñor Osés. Y esta era un páramo vocacional, con un monopolio casi exclusivo de la Acción Católica en el ámbito de los movimientos eclesiales y con un jaleo interno no pequeño debido a la reciente creación de una cosa que se llamaba unidades pastorales, con traslados sacerdotales incluidos. Todavía no entiendo muy bien a cuento de qué venía aquello, existiendo los arciprestazgos. En todo caso, en mis primeros años en Huesca pasé un tiempo bastante entretenido asistiendo a reuniones y más reuniones en las que sobraban las buenas intenciones y faltaba la capacidad de hacer cosas verdaderamente útiles. Lo dije hace unos días y lo vuelvo a decir. Si el modelo de Iglesia que representaba monseñor Javier Osés es el “genuinamente conciliar", tal y como sostiene el sector progre, los resultados no pueden ser más desalentadores. La juventud oscense estaba alejada casi por completo de la Iglesia y la sensación de estar ante una barca que se movía sólo por la inercia de las mareas era evidente.

¿Qué ha cambiado durante los seis años de pontificado de monseñor Sanz Montes? Pues poco y mucho a la vez. Poco, porque muchas de las querencias propias de esta diócesis presentes antes de su llegada siguen ahí. Mucho porque creo que se han puesto las bases para un cambio que llegará a medio o, más bien, largo plazo. Por ejemplo, el seminario vuelve a estar en Huesca y cuenta con 7 seminaristas. Sí, son de fuera de Huesca e incluso de fuera de España, pero son seminaristas. O sea, jóvenes dispuestos a servir al Señor como sacerdotes de esta diócesis. Algunos que no entendían esa medida, ahora comprenden que era necesaria. Don Jesús no es un taumaturgo capaz de hacer abracadabra para que salgan 10 jóvenes oscenses dispuestos a ser sacerdotes. Basta con que haya sido un obispo capaz de entender que o importábamos vocaciones de fuera o esta diócesis iba derechita hacia el colapso. Soy de la opinión de que gran parte del alma de una diócesis reside en su seminario. Así que aunque tan solo fuera por el interés que don Jesús le ha prestado al mismo, que se traduce también en procurar a los seminaristas una buena formación, su episcopado ha valido la pena.

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