InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Apóstoles de su gracia

11.08.25

Pon tu palabra en mi boca

Quien recibe el don de la conversión tras haber llevado una vida de pecado, no puede por menos que dar testimonio público de la gracia y la misericordia de Dios. Y su testimonio puede ser semilla de evangelización, puede ser instrumento para la conversión de muchas almas.

No hay que tener temor a compartir las maravillas que Dios hace en nuestras vidas.

Versículos para acompañar a esta canción:

El Señor me libró de todas mis angustias.
Salmo 34:4

Él nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino de su amado Hijo.
Colosenses 1:13

El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador.
Salmo 18:2

Mi gracia es suficiente para ti, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
2 Corintios 12:9

Sin mí nada podéis hacer.
Juan 15:5

Porque por gracia habéis sido salvados mediante la fe; y esto no procede de vosotros, sino que es don de Dios.
Efesios 2:8

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
Marcos 16:15

Estad siempre preparados para responder con mansedumbre y respeto a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros.
1 Pedro 3:15

No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree.
Romanos 1:16

He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Lucas 1:38

Su madre dijo a los sirvientes: Haced lo que Él os diga.
Juan 2:5

Desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones.
Lucas 1:48

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2.08.25

Rendido a tus pies

Es a los pies de Cristo donde encontramos el verdadero sentido a nuestras vidas, escuchando su palabra, adorándole y recibiendo la gracia para poder servirle.

Versículos para meditar relacionados con la canción:

«Una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.»
Lucas 10,38-39

«Por tanto, hermanos, os exhorto por la misericordia de Dios a presentar vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; este es vuestro culto espiritual.»
Romanos 12,1

«Para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre.»
Filipenses 2,10-11

«Porque por gracia habéis sido salvados mediante la fe, y esto no viene de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.»
Efesios 2,8-9

«Dame entendimiento para guardar tu ley y observarla de todo corazón.»
Salmo 119,34

«Aparta mis pasos del mal camino; dame la gracia de cumplir tu palabra.»
Salmo 119,101

«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.»
Lucas 9,23

«He aquí que vengo a hacer tu voluntad, oh Dios.»
Hebreos 10,9

«Guíame por el sendero de tus mandamientos, porque en él tengo mi delicia.»
Salmo 119,35

«El pueblo entero se postró, rostro en tierra, y adoraron al Señor, alabando al Señor con júbilo.»
2 Crónicas 7,3

«Cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: “Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer”.»
Lucas 17,10

Rendido a tus pies
@Apóstoles de su gracia/Luis Fernando Pérez Bustamante

Rendido a tus pies he caído, Señor
Te entrego mi ser, te doy gloria y honor

Sólo en ti obtendré toda gracia y perdón
Sólo en ti hallaré la anhelada redención

Toma todo lo que soy
Te entrego hoy mi corazón
Llena mi alma de tu amor
Reina en mi vida, por favor

Siervo inútil he de ser
Cumpliendo tu voluntad
Por tu gracia obtendré
La llave de la santidad

Guía mis pasos
Por la senda de la salvación
Sólo en ti obtendré toda gracia y perdón
Sólo en ti hallaré la anhelada redención

Toma todo lo que soy
Te entrego hoy mi corazón
Llena mi alma de tu amor
Reina en mi vida, por favor

Siervo inútil he de ser
Cumpliendo tu voluntad
Por tu gracia obtendré
La llave de la santidad

Rendido a tus pies he caído, Señor
Te entrego mi ser, te doy gloria y honor

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31.07.25

Hola, pequeña

Sí, a veces los niños sufren abusos horrorosos. Y eso marca toda su vida. Pero Cristo puede sanar todas las heridas. Y la Madre de Dios ofrece ese amor maternal que el propio Cristo tuvo desde el pesebre. Debemos acompañar con nuestra oración y nuestro apoyo pleno a quienes han vivido esa pesadilla.

Versículos para esta canción

«Aunque tu padre y tu madre te abandonen, el Señor te recogerá.»
Salmo 27,10

«Él sana los corazones destrozados y venda sus heridas.»
Salmo 147,3

«Junto a la cruz de Jesús estaba su madre.»
Juan 19,25

«Pues si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él.»
Romanos 6,8

«Tú has contado mis afanes, pon mis lágrimas en tu odre: ¿no están en tu libro?»
Salmo 56,9

«¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro o la espada? […] Ni muerte ni vida, ni ángeles ni principados […] podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.»
Romanos 8,35.38-39

«Él dará órdenes a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos.»
Salmo 91,11

«El Señor está cerca de los que tienen el corazón destrozado, salva a los que están hundidos en el espíritu.»
Salmo 34,19

«Te saqué del vientre materno, y desde antes de nacer yo era tu Dios.»
Isaías 44,2

«El Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, y quitará de toda la tierra el oprobio de su pueblo.»
Isaías 25,8

«Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré.»
Mateo 11,28

«Dios enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque lo antiguo ha pasado.»
Apocalipsis 21,4

Hola, pequeña
©Apóstoles de su gracia

Hola pequeña, ya no eres niña pero aún no sabes ser mujer Te queda aún mucho tiempo para aprender a querer

Te destrozaron la vida quienes debieron cuidarte Nadie puede cambiar eso Pero Dios puede sanarte

Ponte a los pies de la Cruz Allí te acompañará María Mira a quien por ti murió para darte nueva vida

Ponte a los pies de la Cruz Allí te acompañará María Mira a quien por ti murió para darte nueva vida

No puedes quitar de tu cabeza aquello que viviste aquello que te obligaron a hacer aquello que sufriste

No dejes que el pasado tenebroso te robe un futuro viviendo en la luz No hay nada ni nadie en este mundo que te pueda separar del amor de Jesús

Todos los que te queremos estaremos siempre a tu lado A Dios rogamos y suplicamos que te rodeen ángeles del cielo

Ponte a los pies de la Cruz Allí te acompañará María Mira a quien por ti murió para darte nueva vida

Ponte a los pies de la Cruz Allí te acompañará María Mira a quien por ti murió para darte nueva vida

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28.07.25

Por qué a mí

Ante tanto amor inmerecido por parte de Dios, solo podemos darle gracias y entregarle nuestras vidas.

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Versículos para meditar relacionados con la canción:

«Bendice al Señor, alma mía, y no olvides ninguno de sus beneficios».
Salmo 103,2

«¿Qué pagaré al Señor por todos los beneficios que me ha hecho?»
Salmo 116,12

«Ofreced vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios: este es vuestro culto espiritual».
Romanos 12,1

Por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mí.
1 Corintios 15,10

«Cristo murió por nosotros siendo todavía pecadores».
Romanos 5,8

«¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el hijo de Adán, para que de él te cuides?»
Salmo 8,5

«El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en amor».
Salmo 103,8

«Separados de mí no podéis hacer nada».
Juan 15,5

«Por la gracia de Dios soy lo que soy».
1 Corintios 15,10

«Estando muertos por nuestros pecados, nos dio vida con Cristo».
Efesios 2,5

«Todo lo puedo en aquel que me fortalece».
Filipenses 4,13

«El Señor es mi fuerza y mi escudo».
Salmo 28,7

«Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaré con él».
Apocalipsis 3,20

«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él».
Juan 14,23

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26.07.25

Madre, cuídame

Si nuestro Señor puso su vida en manos de María, ¿cómo no hacer nosotros lo mismo?

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Versículos para meditar:

«Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel».
Isaías 7,14

«No temas… porque lo que en ella ha sido engendrado viene del Espíritu Santo… Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús… Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le llamarán Emanuel”».
Mateo 1,20‑23

«Aconteció en aquellos días… que José y María subieron a la ciudad de David, llamada Belén… y ella dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en el alojamiento».
Lucas 2,1‑7

«Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Y esto os servirá de señal: encontraréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».
Lucas 2,11‑12

«Entrando el ángel le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres”».
Lucas 1,28

«Cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno; e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó con gran voz: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!… ¡Feliz la que ha creído, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor!”».
Lucas 1,41‑45

«Entonces dijo María: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador”».
Lucas 1,46‑47

«Dijo María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”».
Lucas 1,38

«Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; la soberanía descansará sobre sus hombros, y se llamará su nombre: Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de la Paz».
Isaías 9,6

«Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros; y hemos contemplado su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad».
Juan 1,14

«Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su madre: “Mujer, he ahí a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “He ahí a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa».
Juan 19,25‑27

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